MATHEW EVANS
Me siento en la oficina de Oriana, esperando su llegada. En los últimos días, he estado en su departamento, y su compañía ha facilitado mi adaptación a las decisiones abruptas de mi padre. Ella entra dando pasos arrastrados, mientras yo me acomodo en su sillón.
—¿Cómo te fue con esas arpías? —le pregunto, y ella sonríe tímidamente antes de dejarse caer en la silla frente a mí y suspirar.
—Solo vinieron a pedirme dinero. Al parecer, mi papá está enfermo y necesita ayuda económica.
—Podemos hacernos cargo de tu padre. Yo te ayudo con eso —digo mientras saco mi teléfono para marcar un número, pero ella niega con la cabeza.
—No es necesario, Mathew. Ya les di dinero. Este fin de semana iré a verlo. Además, no tengo un lugar amplio donde pueda llevarlo.
—El departamento es am
