Mathew Evans Quiero aclarar mis verdaderas intenciones con Oriana. Hasta ahora, no tengo ni la más mínima idea de por qué le estoy ofreciendo mi ayuda, y menos después de la denuncia que su familia hizo en su contra. Aun así, le permito quedarse en mi mansión y a su hermana menor en mi departamento de soltero. Ruedo los ojos. Lo único que quiero, extrañamente, es protegerla. ¿En qué momento llegué a esta situación? —Aquí puedes darte una ducha, Oriana —digo, señalando la puerta de mi habitación. Ella se queda boquiabierta, da un par de pasos hacia adelante y sacude la cabeza. —Señor Evans, de verdad no es necesario —su rostro palidece. Me siento incómodo, tal vez la estoy hostigando con mi presencia. Y yo… solo quiero que se sienta bien. —Oriana, tranquila. Ya me voy, te dejaré sola