Oriana Valladares Aún tengo el corazón roto, al igual que mi hermana Kath. Es imposible borrar de un día para otro el dolor por la pérdida de nuestra pequeña Susan. Durante un tiempo, llegué a pensar que ella iba a sobrevivir. Pero ahora, estoy atrapada en un contrato con el CEO, un compromiso que debo cumplir. Me arreglo el cabello y me pongo el mejor vestido que tengo. Esta mañana no iré como su asistente, sino como la jefa del departamento comercial de su compañía. Afortunadamente, nadie me reconocía en el lugar, lo que me facilita el posicionarme. Al salir de la habitación, Kath ya me está esperando en la sala de estar. Viste de n***o y lleva el cabello recogido, con una pequeña cartera en la mano. Al levantar la mirada, veo que sus ojos aún están hinchados. Me acerco a ella y la ab