Sin tener dominio de su propio cuerpo, Arvid fue girándose para verla marcharse, cuando sus ojos quedaron ciegos de ella, miró a su madre —¿Me odia? —No lo sé, desde que llegó no he hecho otra cosa más que hacerla sentir cómoda, no hemos hablado de ese tema, pues no soy yo la que debía hablarlo, eres tú—, Arvid suspiró, volvió la mirada a la enorme mansión. —Al parecer ella no quiere hablarme. —Tiene razones suficientes para no hablarte, pero dale tiempo. Kristhel a pasado por muchas cosas desde el día que su madre murió, ella ha vivido aterrada durante todos estos meses. No te digo esto para que sientas pena o lástima por ella, si te lo digo es para que al momento de hablar con ella midas tus palabras y no te atrevas a lastimarla más de lo que ya la has lastimado —No he hecho nada…