—Mi Kris, ¡que grande y preciosa estás! —Madrina, usted también está muy linda—, tanto era la alegría de Marlín por haber encontrado a Kristhel, que expresaba su emoción en cada abrazo y palabra que salía de su boca. —Señora Marlín, yo no sabía que Kristhel era su ahijada, de saberlo la habría traído el mismo día que llegó a mi casa pidiendo asilo. —Diego, te agradezco mucho por la ayuda que le brindaste a mi niña, eres un gran hombre, muchas gracias por todo. —¿No me vas a presentar ante tu invitada? —, Sergio Mehmet pegó la última inhalada al tabaco y votó la escotilla en el suelo, seguido la pisó y centró la mirada en aquella jovencita. En cuanto a Marlín le miró con desprecio, su estómago se hizo una bola al ver al bandido de su esposo observando de forma tan asechadora a Kris. Se