Ocho

1800 Words
—¿Haz trabajado antes? —ella negó con la cabeza ya que jamás antes había tenido la necesidad de hacerlo. Cuando su madre vivía trabajaba y ella solo se dedicaba a los estudios y realizar los labores de casa, incluso jamás se había parado ante una cocina, pues su mamá y su tía siempre se turnaban, o cuando quedaron solas su mamá siempre le dejaba la comida preparada. Y cuando llegó a casa de su tía tampoco tuvo la necesidad de hacerlo, ya que los primos de su madre se encargaban de todo, incluso cuando llegaba del colegio su tío Fercho le tenía preparado el almuerzo y antes de partir le dejaba la cena lista. Tampoco es que haya convivido mucho tiempo con ellos, pero el tiempo que duró fueron como dos padres. Su único trabajo fue bailar y definitivamente no le agradó en lo absoluto. —No, nunca lo he hecho—, Daniel dio vueltas a su esfero y sin despegar la mirada de ella Inquirió. —¿Cuántos años tienes? —Kris suspiró porque ella no podía mentir. —Diecisiete, dentro de unos meses cumplo los dieciochos. —¿Y tus padres? —El corazón de Kristhel se arrugó al recordar que su madre estaba muerta gracias a su malvado padre, sintió el ojo lagrimal picar y un nudo apareció en su garganta provocándole una sensación horrible. —Mamá—… pasó saliva —Mamá… murió. —¿Y tú padre? En ese momento Kristhel se levantó —Creo que estoy perdiendo mi tiempo, está haciendo las mismas preguntas que han hecho en todos los lugares que e solicitado trabajo, y una vez que escuchan mi edad deciden no hacer uso de mis servicios—, Daniel también se levantó. —Es el protocolo de un empleador, tenemos prohibido emplear a menores de edad, salvo que sus padres lo consientan, pero en vista de que no tienes mamá, podrías obtener el permiso de tú padre. —Pues tampoco tengo papá, nunca lo he tenido. —Ok, entonces no hay problema en que te quedes. Ella se quedó mirándole —¿En serio tengo el trabajo? —Si, es más, puedes empezar desde ahora. Kristhel sonrió y agradeció. Después de unos minutos Daniel bajó junto a la joven y la presentó a todos los que iban hacer sus compañeros de trabajo, luego se colocó el uniforme y empezó a laborar. Cómo todos los días el restaurante estaba a full, los empleados estaban entra y sale —Lleva esta bebida a la mesa del fondo—. Crysthel tomó la charola con muchos nervios —Hazlo con mucho cuidado, porque a quien vas atender es la prima del dueño y su amigo—, Kris asintió y caminó hasta la mesa, al ver el hombre sentado en aquella mesa se puso más nerviosa de lo que ya estaba, sus manos temblaron, estaba sumida en los recuerdos que ni cuenta se dio cuando la mujer que acompañaba aquel hombre se levantó de forma abrupta y chocó contra su charola. Emir Chester y Camila Bruce estaban teniendo una fuerte discusión por lo que ella se levantó rápidamente y tropezó con la joven que se encontraba tras de ella. —Mira lo que hiciste, ¡estúpida! —. Gruñó Camila. —Lo siento señorita—. Crysthel limpió con su franela la blusa de la hermosa modelo y esta presionó su muñeca. —No me toques mugrienta—. Rechinó los dientes y la miró con asco y desprecio, mientras tanto Kristhel se quedó mirando a la mujer, era la misma mujer que salía en las revistas y televisión con Arvid —Eres una inútil, mira nada más como dejaste mi blusa. Ahora mismo te echaré de aquí. Eres una ineficaz para trabajar en un prestigioso restaurant como este. Mientras Camila arrastraba a Kristhel para echarla fuera del local, Emir contemplaba la escena. —Camila—. La voz de Daniel la detuvo —¿Que haces? —Esta inútil ensució mi blusa, es una buena para nada por tal razón no debe estar aquí. —Este es mi restaurant, no puedes venir y tratar a mis empleados de esa forma, y peor aún echarlos—, aclaró tomando la mano de la joven y colocándola tras de él. —Primo, tú no puedes ponerte a favor de esa mugrienta, hoy fui yo, mañana podría ser uno de los clientes importantes que frecuentan este lugar—. Camila apretaba sus dientes y lanzaba dagas afiladas en la mirada. —Ese no es tu problema, ahora te exijo que te disculpes con Kristhel. —¡Que! —Camila soltó una carcajada —Es broma, ¿verdad? —No, no estoy bromeando, le debes una disculpas a…. —Jamás me disculparé con una don nadie como esa—. Dio la vuelta y se marchó. Daniel soltó un un suspiro y regresó la mirada a la joven que se encontraba tras de él. Kris no dejó de observar la hermosa mujer por la cual Arvid la había olvidado. Ahora que la veía en persona entendía porque él se olvidó de ella, si su actual novia era espectacularmente hermosa. —Discúlpala—, la voz de su jefe la trajo del trance —Ella es un poco caprichosa. —No se preocupe señor, de todos modos, fui quien tuvo la culpa. —No es así, yo vi desde las cámaras que no fuiste culpable—. Agarró la barbilla de la joven y la obligó a mirarlo —No tienes que echarte la culpa de nada, sé perfectamente quien fue la culpable y déjame decirte que no eres tú—, le sonrió de medio lado. Kristhel se sintió extraña que aquel hombre la tocara y sobretodo que le hablara de esa forma. —¿Puedo irme?—. Daniel asintió, una vez que ella se fue soltó un suspiro y fijó la mirada en Emir, caminó hasta donde se encontraba su amigo, se acomodó frente a él. —¿Que sucedió? ¿Por qué discutían? —Emir tomó de la copa antes de hablar. —No es nada… —Emir, se perfectamente que ustedes tienen una relación de años. A mi no puedes engañarme. —Teníamos, porque desde que conoció a Arvid eso se acabó, ahora se va a casar con él y a mi me a pateado cómo cualquier cosa. —Y eso sucedió hace tan solo qué, ¿dos, tres meses? —, Daniel sonrió —Esa relación no durará, el niño del cuál se enamoró es un payaso que ni siquiera sabe lo que quiere, te apuesto que de aquí a mañana aparece otra mujer y cambia de opinión, es un engreído de lo peor—, Daniel hablaba con desprecio. —Veo que lo adoras—, Emir bebió del refresco y miró en dirección a la cocina —¿Quién es esa muchacha? —¿Cuál? —La que defendiste de Cami. No la había visto por aquí. —Acabo de contratarla—, Daniel tenía los brazos abiertos posados sobre él amplio sillón de cuero. —Es muy hermosa, no parece que perteneciera a la clase baja—, Emir continúo bebiendo y sonrió a su amigo. —¿No estabas triste por qué mi prima te pateó el trasero por tu disque amigo? —Claro que no, mujeres hay de sobra, lo que hubo entre Camila y yo quedó en el pasado. —Dime Emir, ¿El niño tonto sabe que mantuviste una relación con su actual pareja? —No, y nunca lo sabrá—, terminó el refresco —Cambiemos mejor de tema, dime, ¿tienes el número de ella? Daniel se levantó, arregló su traje y se Inclinó hacia su amigo —Así lo tuviera, no te lo daría. Si quieres ir de conquista ve por otro lado y no molestes a mis empleadas. Emir sonrió y se levantó —Entiendo, la quieres para ti—, le sacudió el hombro —Ya era hora que miraras para otro lado y dejaras de soñar con la… —Emir, vete—, este sonrió y palmó la espalda de Daniel. —Un consejo, olvídala, es de tu tío. Daniel lo empujó —Sal de aquí. —Ok, ok, ya me voy, ex cuñado. Daniel cerró los ojos y soltó un grueso suspiro, seguido caminó hasta su oficina y posó los codos sobre el escritorio, agachó su cabeza y rodó sus manos por los cabellos. ••• Por otra parte, Arvid Mehmet se encontraba en el edificio más alto de Tuntaqui, capital de Estaquía. Tenía el bolígrafo en sus manos y la mirada estaba concentrada en la ciudad. Desde aquella noche no dejaba de pensar en otra cosa que no fueran esos ojos —No puede ser ella, Kristhel jamás haría un trabajo así. Arvid cerró los ojos, ni siquiera sabía porque la mirada de esa mujer se le había quedado grabada en su mente, quizás era porque se parecía mucho a la de su ex, aquella chiquilla que dejó en el pueblo. Desde aquella noche que estuvo con Emir en aquel centro nocturno, Arvid había vuelto varias noches, solo con la intención de volver a ver a esa mujer. Cuando la puerta de su oficina se abrió no escuchó, el sonido de los tacos en punta lo trajeron de vuelta de los lejanos pensamientos en los que divagaba. Arvid abrió los ojos y se giró, al ver a su novia le sonrió. —Gordo—. Formando un puchero se acomodó en las piernas de él, este la abrazó recorriendo sus manos por las redondas pompas de su novia —Esta noche podrías llevarme a cenar a aún lugar elegante. —¿Esta noche? —rascó su sien y dudó, pues ya tenía planes con otros amigos. —Claro, ¿dónde quieres ir?, que no sea al restaurant de aquel hombre—, se refería a Daniel. —No, tampoco quiero ir ahí. —¿Y eso?, ¿a qué se debe?, siempre que hemos cenado terminamos yendo ahí. —Bueno, mi primo ha empezado a contratar meseras inservibles—, se sacó la chaqueta y le mostró la blusa —En pleno sol debo cubrirme porque una inútil mesera me lanzó el refresco encima. —¿Y que hacías ahí? —Gordo, te estoy diciendo que una mugrienta me lanzó el refresco encima y tú preguntas que, que hacía ahí. —¿Y que hiciste?, supongo que la pusiste en su lugar. —El idiota de mi primo no me dejó, puedes creer que quería que le pidiera disculpas, que yo le pidiera disculpas cuando fue esa buena para nada la culpable. —Que bueno que te das cuenta que es un idiota.
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