SIGUE NARRANDO ALBERT GUZMÁN
Recordé cuando hace casi quince días mis suegros llegaron a visitarme para tranquilizarme, porque me estaba descuidando de mis deberes, por estar pensando en ella, el General Núñez, hablaba conmigo, que le había pedido a Mike que venga a ayudarme, Él estaba en una misión allá en Arabia saudita, yo no paraba de revisar mi celular a cada momento, espiaba el GPS de Fanny, para saber siempre en donde se encontraba.
Escuchaba a mi suegro y a la vez observaba el celular, parecía maniaco, hasta que sentí un jalón y me lo quitaron de mis manos, iba a reclamar cuando me encontré con los ojos de mi suegro que me miraban con enojo y me hablo con voz fuerte.
—¡Basta Albert!, ¡basta!, deja ese maldito celular tranquilo, no está sola, tiene a Luis con ella, además Mike va a integrarse al equipo con ella
Lo observé con incredulidad y asombro e indagué
—¿Mike va… a unirse?, pero… ¿Cómo va a hacerlo?, ese Sarmiento es muy astuto y tiene ojos por todos lados
Entonces comencé a reclamarle
—¡Se va a dar cuenta!, va a poner en peligro a su hija, por Dios santo, general, ¡puedo perder a mi esposa!, a la madre de mis hijos, ¿acaso está loco?
Se levantó furioso conmigo para casi gritarme
—¡Yo sé lo que hago!, tengo todo planeado, todo lo hago pensando en todos los pro y los contras, es mi hija quien está allá y ahora va mi otro hijo, jamás los pondría en peligro
Me ordeno que me sentara y me tranquilizara, lo hice, sin embargo, no dejaba de mover mis piernas y mis manos, estaba nervioso, muy nervioso, la velada estuvo ya más tranquila, noté que mi suegra algo le estaba diciendo a Erick que el chico a cada momento asentía con su cabeza, me imagino que debe de ser cosas de los niños.
El general terminó de narrarme su plan muy bien elaborado que incluía a su otro hijo Mike, de cómo iba a presentarse ante ese narco de mierda, me pareció un buen plan, lástima que no podía abrazarlo de su regreso, pero va a darle una gran sorpresa a mi esposa cuando lo vea.
Fuimos a cenar, allí en cambio, mi suegra trataba de contar anécdotas que nos hacían reír, mis hijos estaban contentos con la visita de sus abuelitos maternos, cuando llego la hora de despedirse los abrazos y besos eran continuos, hasta que se fueron, mis hijos quedaron a mi lado abrazando mis piernas observando el auto de sus amados abuelitos alejarse, me agache para cargarlos unos momentos.
Salí de la mansión para recorrer un parque cercano, mis guardias nos siguieron dando vueltas el perímetro, a esa hora no había nadie por allí, jugué con ellos en los columpios, escuchándolos, reírse, jugamos pelota, hasta que nos cansamos, entonces vino Erick con un guardia y se los llevaron, no antes despedirse de mí ahogándome a besos, me quede allí parado solo bajo el cielo estrellado en compañía de dos de mis guardias.
Me senté en una de las bancas, miraba hacia el cielo añorando a mi gordis, estuve unos minutos después me levante para regresar a casa, fui a bañarme, a ponerme mi pijama, me acomode mi cabello un poco y me traslade a la habitación de mis hijos, toque la puerta y la voz de Erick me dijo que pasara que todavía no dormían.
Entre para abrazarlos, darles su besito de buenas noches, los acosté, se acomodaron y ambos me dijeron alegres
—Duerme bien papi, mi mami debe estar pensando en ti y en nosotros
—Te amamos papi, duerme bien
Me despedí de Erick y salí cerrando la puerta muy despacio, camine hasta mi habitación entre y cerré la puerta, seguí de largo para asomarme al balcón y admirar el cielo estrellado, eso hacíamos siempre antes de acostarnos para hacer el amor, se me salió una pequeña sonrisa de tranquilidad, pues el haberme enterado de que Mike ayudaría a mi esposa, me mantenía estable, sé que jamás permitiría que le sucediera algo malo a su hermana.
Pasaron muchos días, a veces venían a visitarnos mis padres o mis hijos se iban con Erick a su casa a pasar el fin de semana y yo quedaba solo por acá, trabajando, ya había atrapado y requisado algunos tráileres con mercancía ilegal de Sarmiento, trataba de arrestarlo lejos de donde recogían la droga, para que no conectara con la presencia de Luis.
Nunca se me paso por la cabeza lo que me sucedió una noche, una en que fue el comienzo de algo que jamás pensé hacer, sin embargo, a veces la soledad y la falta de la persona que amas y deseas, hace que tus sentidos te traicionen, comenzó un estresado día en que agarramos a uno de los tráileres con mercancía viva, eran mujeres, este maldito también era tratante de blancas, las mujeres fueron rescatadas y los custodios y el chofer arrestados, no indagamos nada porque estaban entrenados para no hablar.
Regresé a casa furioso, por haber visto a esas pobres mujeres casi asfixiándose en ese sitio cerrado y caluroso, ese hombre es una bestia, solo le importa el dinero, ya las chicas están en un mejor lugar, la mercancía en las bodegas, cuando sucedía esto es cuando pensaba más en mi esposa, ella está junto a Él, al lado de ese maldito asesino, sé que ella no se va a dejar, Mike se encuentra con ella, pero de todas formas está en peligro, está en las fauces del lobo.
Subí la escalera y antes de ir a mi habitación fui a la de mis hijos, Erick salía cerrando muy despacio la puerta y al verme me hizo señas de que no haga ruido y me susurró.
—Buenas noches, señor, ya están dormidos
Le dije que solo deseaba verlos, me asintió con la cabeza y entre para verlos, la lámpara estaba encendida, me acerque para verlos en sus camitas, eran tan lindos, dormían abrazados cada uno a sus ositos de felpa, algo que les di como si fuese el regalo de cumpleaños de su madre para ellos.
Me agaché para darles un beso en sus frentes, así como entre, salí sin hacer ningún ruido, la puerta la deje casi cerrada, no vi a Erick, creo que se fue a la cocina, ese chico tiene derecho a comer o hacer algo, porque solo esta con mis hijos todo su tiempo, entre a mi habitación cerré la puerta, me saque toda la ropa sucia, la puse en el cesto e ingrese al baño, iba a ducharme para después ir a dormir, porque estaba muy cansado.
Allí dentro dejé que la lluvia de agua tibia bañara mi cuerpo, cerrados mis ojos recordando a mi gordis, sus caricias, sus besos, sus palabras llenas de amor, tome el shampo para lavarme el cabello, después el jabón para lavarme mi cuerpo sudoroso y sucio del trabajo de todo el día, mientras lo hacía mi mente volaba a sitios maravillosos en compañía de ella, de mi amor, de mi esposa.
Terminé de bañarme y salí secándome mi cabello, además de tener enrollada una toalla en mi cintura, cuando escuche una voz en mi habitación.
—Señor Albert, le traje estas latas de cerveza para que se refresque, está haciendo mucho calor y le va bien por lo que viene trabajando y debe sentirse sofocado
Miré hacia donde escuché esa voz y era Erick que estaba parado allí sonriente con las latas de cerveza en sus manos, era la primera vez que Él entraba a la habitación sin tocar la puerta, al principio me extraño, sin embargo, contesté tranquilo.
—Oh, Erick, eres tú, muchas gracias, déjalas en la mesa, por favor
Caminó hasta la mesa sin dejar de observarme de arriba hacia abajo, esa mirada se parecía a la que me dedicaba mi gordis, estaban llenas de deseo, de lujuria, las dejo encima y antes de irse me menciono.
—Si desea compañía, o desea conversar para desahogarse, me avisa, porque los niños jugaron mucho y van a dormir de largo, ni una bomba atómica los despertaría
Cuando lo escuché decirme eso, me hizo sentirme solo y le respondí lleno de sinceridad
—¡Quédate Erick!, es cierto, quiero conversar, no quiero sentirme solo
Me senté en la cama para terminar de secarme el cabello, ya había dejado previamente mi pijama para dormir encima de la cama, no me importo quitarme la toalla de mi cintura porque estábamos entre hombres, me coloque el bóxer y después el pijama, le pedí que se sentara en la mesa conmigo.
Abrió una lata de cerveza y me la dio, la tomé y le invité a que abriera otra para Él, así lo hizo, algunas horas estuvimos conversando de todo, se fue a traer dos packs más de cerveza, ambos hablamos de algunas cosas, hasta que solté mi dolor de que extrañaba a mi esposa, en todo sentido, ya estaba con mi cabeza con alcohol y le dije frontalmente.
—Erick, extraño a Fanny, yo… yo deseo estar con ella, quiero… quiero sentirla, sentirla cómo se estremece cuando la follo, sentirme dentro de ella, mi gordis me ama como yo la amo a ella, ¡maldición! Y… y… no está junto a mí, por esa maldita misión
Me tomé una lata de un solo tiro, deje esa lata en la mesa para decir
—¡Tengo ganas!, estoy con ganas de tener sexo y no tengo con quién, ya me he masturbado, no quiero a otra mujer, no es lo mismo, la quiero a ella, ¡carajo!
Él me dijo también un poco tomado
—Pero ¿está seguro de que ninguna mujer lo va a satisfacer?, porque usted sabe muy bien las locas, esas que andan detrás de usted, solo usa condón y ya, se saca las ganas
Lo miré a los ojos para recalcar muy seguro
—No quiero a ninguna de esas putas de pacotilla, ¡la quiero a ella!, solo ella me satisface, únicamente ella sabe lo que me gusta
Erick sonrió en forma pícara y soltó
—¡Qué suerte tiene la señora!, por más ganas que tenga, no se coge a esas locas que se desviven por darle todo a usted
Me reí en forma estruendosa asegurando
—¡Tienes mucha razón!, prefiero masturbarme, pero igual me hace mucha falta, mi mujer
Algo me dijo Erick que no alcancé ya a escuchar, me sentí muy mareado, solo sentí que me ayudo a levantarme hasta que me senté en la cama y allí si oí que me decía también titubeando.
—Yaaaa debe dormir, essss tardeeee
Me acosté atravesado en la cama, cuando de repente sentí algo, sentí un peso liviano encima de mí, traté de ver bien y solo vi unos ojos azulados, por mi mente cruzó y me engaño creyendo que era mi gordis, jale su rostro y uni mis labios con ese ser divino que estaba conmigo en ese momento, creo que era ella que regreso para amarme, la extrañaba tanto.
Un recuerdo de cómo supo que su cuñado se juntaría con su esposa en esa misión peligrosa, los niños ya intuyen que está pasando algo, ellos también extrañan a su madre, una noche de copas, parece que va a ser una noche loca, porque la esposa realmente no está en esa habitación.