-Dije media hora, no una. - Me gruñe Ángelo detrás, quito mi frente de la puerta me voy a girar para verlo no me deja me tiene contra la puerta, siento sus labios en mi oreja y su cabello húmedo, su olor es de jabón y perfume caro.
- ¿Ángelo que haces aquí?
-Mereces su castigo, señorita Martínez. - Dice con su voz ronca, me gira bruscamente, me tiene delante de él, desabrochándome los botones del abrigo, mete su mano dentro de él y se desliza el abrigo por mi brazo cae al suelo, pone sus manos en mi blusa y la rompe en dos cae, encima del abrigo, pasea sus manos por encima de mi brassier, gimo al sentir su contacto, estoy viendo cada movimiento qué hace sus manos en mi cuerpo, mis hombros y parte de mis senos están llenos de sangre pegada seca en mi piel.
-Ven. - Me arrastra hasta el baño el jacuzzi está lleno.
-Ángelo si Ágata te descubre aquí, se va a armar. - Suelta mi mano se voltea a verme, no dice nada vuelve a empezar a quitarme la ropa, estoy desnuda delante de él, él solamente tiene puesto su bóxer me lleva a la ducha para quitarme la sangre, el suelo se tiñe de rojo, cuándo ya no tengo más sangre en mi cuerpo, me arrastra hasta el jacuzzi, nos sumergidos en ella.
-Nena sentí terror cuándo te vi toda esa sangre encima, el pensar que te habían hecho daño. - No termina de hablar ya corre unas lágrimas por su mejilla, me acerco a él, estoy del otro extremo de frente a él, me pongo ahorcajadas, él me ayuda ya que me resbalo y casi pego la cara en todo el filo del jacuzzi.
-Creo que, por poquito, me pongo mis ojos como un panda. - Digo ya ahorcajada en él.
-Serías mi osa panda favorita. - Se mofa, aún con su cara triste.
- ¿Por qué tenemos que ocultar lo que sentimos?, no podemos gritarle al mundo que nos amamos y que solo en la oscuridad, podemos darnos todo ese amor. - Digo ya desesperada por esta situación.
-Nena sé, que esto te está haciendo mucho daño, todo se va a arreglar. - No lo dejo terminar de hablar.
-Ya me cansé de callar, quiero gritarles a todos que eres mío y yo de ti, quiero amarte no a escondidas, presumir que te tengo y que todas mueran de envidia al darse cuenta de que ya eres mío, sé que dije que me convertiría en tu amante, pero pensar que duermes con ella, le haces el amor a mí me duele Ángelo. - Digo llorando.
-Quiero hacerte el amor cada noche y despertar junto a ti, cada mañana.
- ¿Pero ¿qué puedo hacer?, si a tu vida llegué tarde, ¿me pregunto por qué?, no llegué antes.
-No te tortures así, nena. - Dice con su voz también dolida, me limpia mis lágrimas.
-Aunque tengas dueña, anhelo que un día me ames, como yo te amo a ti.
-Ti amo, eso no lo pongas en duda jamás, la vida es así y te prefiero a ti, tú eres la única dueña de mi corazón. - Pone sus manos en mi cara y obligándome a verlo a los ojos, coloco mis manos encima de las suyas y mis lágrimas salen a descontroladas. - ¿Sabes una cosa?, lo mejor de todo es cuándo me haces feliz, cuándo estás conmigo, me amas de la manera que siempre me lo ha demostrado, cuándo te pierdes en mis brazos y me das lo mejor de ti. - Nos besamos, nuestras respiraciones se entremezclan, danzas nuestras lenguas entrelazándose a un ritmo lento y apasionado. -Ti amo nena. - Dice en un susurro en mis labios, no digo nada, estoy tan en sumida en dejarme llevar por esta burbuja de placer, pongo mis manos en su hombro acercó mi sexo a su polla ya está dura, roza mi vientre, haciendo gemir, él se separa un poco de mis labios y se le curva una media sonrisa, pone sus manos en mi cadera y deja mi sexo en la punta de su polla, no me penetra.
- ¿Ángelo, no me hagas esto? - Digo más bien le suplicó, quiero sentirlo dentro de mí.
-Eres bellísima y solo mía. - Dice con su voz roca, me penetra, gimo, él sale de mí, abro los ojos como platos sin entender por qué, sus ojos son una mezcla entre deseos, lujuria, aún tiene su media sonrisita.
-No Ángelo, no me vas a volver a dejar así. - Ya estoy desesperada, porqué que no se le olvido lo del castigo, vuelve a penetrarme y vuelvo a gemir esta vez echo la cabeza hacía atrás y cierro mis ojos, él empieza su embestida saliendo y entrando de mi tan rápido y fuerte que siento que me voy a correr, mis uñas se clavan en su hombro, estoy gritando de placer, sube una de sus manos recorriendo toda mi espalda y la lleva hasta mi cabeza, me obliga a estar cara a cara, sus ojos están de llenos de satisfacción sé que le gusta escucharme gemir gritar de placer, mi cuerpo convulsión, siento un escalofrío por toda mi columna, cierro mis ojos de nuevo al sentir que me corro.
-Abre los ojos nena. - Me ordena, los abro me encuentro con sus ojos penetrantes, esa mirada que me cautiva, gimo una y otra vez y él también lo hace.
-Ángelo. - Susurro, me corro, cada vez que estamos juntos, es horrible separarnos.
L. R.