Capítulo 4

3433 Words
—Ah… —a Camila le comenzaron a sudar las manos y su garganta estaba seca. Su grupo de amigos voltearon a ver a los muchachos que se habían quedado hablando. —¿Será que le dice que no? —preguntó Sandrid. —Si lo hace es una tonta, se supone que está enamorada de él —dijo Elián. Camila miró fijamente a Luis Ángel quien estaba serio analizando lo que al parecer sería un rechazo. —Bueno, ah… Nunca pensé que gustaras de mí, ¿cómo vas a querer tener una novia gorda? —dijo ella, trató de soltar el agarre que tenía el muchacho. —¿Qué tiene que ver tu cuerpo con mis sentimientos? —preguntó Luis Ángel sin dejar de tomarle su mano. —Es que… No se verá bien, yo toda gorda y tú… Lo siento —soltó Camila. —¿Me estás rechazando? —Luis Ángel, no se verá bien, debes de buscar a una chica bonita y yo no lo soy. —A mí no me interesa la belleza, yo te quiero a ti, tu personalidad, no me interesa si estás gorda o flaca, eso es superficial —explicó el joven. —Es que… Lo siento, no puedo —pudo quitar el agarre del chico y comenzó a caminar hacia su salón. Sus amigos se habían quedado observando de lejos y al ver sus rostros entendieron que Camila lo había rechazado. —¡¿Pero esto qué es?! —soltó Elián sorprendido— ¡qué pendeja! —Ay, no, qué problema —Cristian llevó una de sus manos a su rostro. —¡Camila espera! —gritó Sandrid detrás de la muchacha. Luis Ángel llegó a donde estaban sus amigos, se notaba que el muchacho se sentía destrozado. —Disculpa a mi hermana, tendrá sus razones para haberte rechazado —dijo Cristian mientras llevaba un brazo al hombro de Luis Ángel. —No lo puedo creer, ya los imaginaba siendo novios, nunca creí que te rechazaría —Elián no lo podía creer. —Por favor, quiero estar solo —pidió el muchacho. Camila llegó al salón de clases bastante triste. Sandrid se sentó en silencio a su lado. ¿Podía una persona dejar su felicidad solo por tener la autoestima baja?, la respuesta es sí, Camila siempre se había imaginado al lado de Luis Ángel, fue lo que añoró desde que aceptó sus sentimientos por él. Pero ahora que pudo tenerlo pensó “¿cómo puedo yo ser la novia de alguien como él?” así que creyó que no era digna. Esa tarde llegó a su casa, se encerró en su cuarto y soltó el llanto. El papá de la joven comenzó a tocar la puerta preocupado al escuchar el fuerte lloro de su hija. —Es problema de amores, deja que se desahogue —pidió Cristian a su papá. —¿Qué le sucedió? —inquirió. —Luis Ángel le pidió que fuera su novia y ella lo rechazó. —¿Qué? ¿Y por qué llora? —Es que a ella sí le gusta, pero le dijo que no —trató de explicar Cristian. —Anda, ¿qué es eso? No entiendo. —Luis Ángel tampoco, se supone que los dos se gustan. Bueno, mejor, ella está muy joven para tener novio —Cristian se cruzó de brazos. —Tú también estás muy joven y ya me has presentado dos novias —refutó el señor. —Pero es que… —trató de explicar el joven y después soltó una carcajada. Pasaron dos semanas. Camila no era capaz de acercarse a Luis Ángel y claro, él aceptaba la distancia que la muchacha había decidido tener y sus amigos no hablaban del tema. Camila se enfocó en hacer ejercicio, sus estudios y ver series en la noche, en pocas palabras, trataba de imaginar que nada había pasado. “Sé que soy una tonta al haber rechazado los sentimientos de Luis Ángel, había comenzado a bajar de peso porque quería gustarle. Pero nunca creí que mi autoestima me apartaría de la vida que tanto deseo tener y aquí estoy, triste y sola. En un mundo paralelo me imagino siendo novia de Luis Ángel, con las tallas que me he impuesto tener y saliendo con mis amigos. Me veo tan feliz en aquella realidad; pero después abro los ojos, me miro en un espejo, gorda, rechacé a Luis Ángel y ahora no hablo mucho con mis amigos por miedo a que me pregunten sobre el tema”. Escribió Camila en su diario. Esa tarde salió a correr como de costumbre, nunca imaginó que encontraría a Luis Ángel trotando cerca de su ruta, estaba acompañado de Eliana. —¡Camila! —llamó Luis Ángel al verla pasar por su lado. Ella hizo la que no escuchó nada y siguió de largo. —Deja de evadirme, por lo menos seamos amigos como antes —comenzó a trotar a su lado. —Déjame Luis Ángel, estoy haciendo ejercicio, no me interrumpas —pidió. —No, no me gusta estar así. Sabes que para mí es difícil sincerarme, deja de ser así conmigo, no es justo —la tomó de una mano e hizo que dejada de correr. Camila se detuvo jadeando mientras lo observaba fijamente. —Es que yo… —trató de hablar la joven. —Sé que no te gusta estar así. Y si algo no te agrada deberías de quitarlo del camino. Si quieres estar conmigo, ¿por qué simplemente no lo haces? —Luis Ángel, no es fácil para mí —explicó. —Yo te ayudaré a que sea fácil. Simplemente… debes de aceptarme —Luis Ángel desplegó una sonrisa—. ¿Quieres ser mi novia? —Luis Ángel —trató de hablar la joven. Luis Ángel se abalanzó a ella y le dio un beso en los labios, no quería ser rechazado dos veces. Tomás, el entrenador de Camila, quedó sorprendido al ver a los muchachos besarse. —¿Qué está pasando aquí? —se preguntó.     —Camila y yo somos novios —explicó Luis Ángel a sus padres al momento de cenar. Su mamá comenzó a ahogarse y su padre estaba procesando la noticia. —¿Ella no te había rechazado? —preguntó Neyret. —Le volví a preguntar —respondió el joven. —¿Cuánto llevan? —preguntó su mamá. —Una semana —respondió. —¿Vas en serio con ella? ¿No te parece que están muy jóvenes? —interrogó su padre. —La edad no importa, además, no está muy niña, tiene casi la edad de Neyret quien ha tenido más de tres novios —explicó Luis Ángel. —Bueno, esa ya es tu decisión hijo —soltó Keidys (su mamá) mientras dejaba salir un suspiro.     —Es novia de Luis Ángel —informó Cristian a sus padres. —¿Eso es cierto hija? —preguntó su mamá. —Ah… Sí —Camila se ruborizó por completo. —¿No lo habías rechazado? —inquirió su papá. —¿Cómo sabes eso? —interrogó la joven comenzándose a enojar. —Me contó tu hermano. —¡Cristian! —gritó la joven levantándose del mueble. —De todos modos, se iba a enterar —replicó el joven. —¡Pero es mi vida, mi privacidad! —refutó. —Deja tu pendejada, nos íbamos a enterar cuando estuvieras agarradita de mano de Luis Ángel. No es nada del otro mundo que te guste un chico y que ahora seas novia de él. Nosotros somos tus padres y debemos de enterarnos con quién sales —regañó su mamá.  El rostro de Camila se ruborizó por completo cuando procesó la idea de que era novia de Luis Ángel. Al día siguiente estaba en el restaurante cerca de su casa (le pertenecía a su familia) y al ver a su novio llegar casi escupe el batido de fresa que estaba tomando. Rápidamente corrió a esconderse detrás de una pared. Elián estaba comiendo una bolsa de papas mientras observaba a Camila esconderse de Luis Ángel. —¿Es en serio? —preguntó el joven frente a la muchacha. —Cállate, harás que me descubran —pidió Camila. Elián desplegó una sonrisa y después se acercó dónde estaba Luis Ángel sentado frente a una mesa. —Camila se está escondiendo allá —señaló la pared y después siguió comiendo su bolsa de papas. —¿Escondiéndose? —Luis Ángel desplegó una sonrisa. Camila se asustó al ver el rostro de Luis Ángel frente a ella. Tragó en seco al no saber qué decirle, era muy vergonzoso el saber que él la había descubierto escondiéndose para no verlo.       —¿En realidad a Luis Ángel le gusta Camila? —preguntó Sandrid a Cristian. —No lo sé, él nunca me habló sobre ese tema. Me da miedo que juegue con mi hermana. Es que… ¿Qué le vio? —Cristian quedó viendo lejos en el parque. —Yo digo que solo lo hizo por lástima. Camila estaba casi llorando allí por lo que hizo Elián y él quiso ayudarla —Eduar se cruzó de brazos y se recostó en la banca. —Si ese hubiera sido el caso no le habría insistido después —replicó Sandrid. —Bueno, entonces sí le gusta —soltó Eduar. —Yo pensaba que le gustaba Eliana, es muy amable con ella y ahora son muy amigos —dijo Cristian. —¡Claro que no! Luis Ángel por lo general es amable con las personas, Eliana es demasiado fea como para gustarle a alguien. Yo creo que cuando ella nació la enfermera le cambió el bebé por la placenta —Eduar soltó una gran carcajada. —Ay no, deja de ser tan malo, pobrecita —Cristian dejó salir una pequeña risita por lo que había dicho su amigo. —Ella no me agrada para nada, es muy rara —bufó Sandrid. —Demasiado rara. A mí tampoco me agrada mucho, solo le hablo por la paz —aceptó Eduar.     Eliana estaba en el cuarto de Neyret quien le peinaba el cabello. —No me interesa mucho como me veo. Creo que eso es algo insignificante —dijo Eliana. —Pero lastimosamente las personas siempre te tratarán por cómo te vean —explicó Neyret mientras comenzaba a arreglar el cabello de la joven—, pero para eso estoy yo aquí. Te enseñaré algunas cosas. —Ya te dije que no quiero verme como una más. —¿Y cómo crees que llamarás la atención de Eduar? —¡¿Cómo sabes eso?! —Eliana se ruborizó por completo. —Amiga, se nota mucho —Neyret desplegó una sonrisa—. Pero tranquila, será nuestro secreto.     Camila estaba sentada frente a Luis Ángel quien tomaba un batido de mora tranquilamente en silencio, por lo general no le gustaba conversar y prefería estar en silencio. —¿En realidad te gusto? —preguntó de repente Camila. —¿Por qué no crees que es posible? —inquirió Luis Ángel de lo más normal. —Es que… —trató de hablar. —Ya sé, dirás que estás gorda, que así nadie te querrá. Pero me gustas, si no fuera verdad ahora no estaría hablando contigo —explicó Luis Ángel. —¿Qué me viste? —Eres humilde, dulce, tan tú… Me encanta una persona con esas características —respondió el muchacho y después desplegó una sonrisa.  El corazón de Camila comenzó a latir con fuerza y no era capaz de mirar a Luis Ángel. —Vamos a caminar, ¿qué te parece? —el muchacho se levantó de la silla y le mostró una mano para que ella la tomara. Elián estaba de lejos observando a la pareja, tenía una enorme sonrisa un tanto maliciosa “soy un cupido” pensó.     Eliana estaba con Neyret, su amiga quería hacer algo que ella siempre tuvo miedo de que fuese a suceder. —Con algo de arreglo mira cuánto puede llegar a cambiar la apariencia de alguien —dijo Neyret. —Solo me cepillaste el cabello, no es nada del otro mundo. Además, no creo que esto vaya conmigo —Eliana hizo un puchero mientras se observaba frente al espejo. —Hagamos algo, salgamos a caminar y veamos la reacción de las personas al verte —Neyret la tomó de una mano y la arrastró por el cuarto. —¿Qué haces? —inquirió la muchacha inocente de la situación. —Buscaré ropa para que te pongas. Es fin de semana, quiero divertirme. —Y yo soy tu juguete. —¡Ay, claro que no!, eres mi amiga, por eso mi mayor deseo es que te veas bien —Neyret abrió las puertas de un enorme closet lleno de mucha ropa que sorprendió a la joven. —¡Wao!, en mi casa ni entre la ropa de todos llegamos a llenar este closet —exclamo. —Bueno, tengo mucho tiempo libre y pues… Me gusta comprar ropa por pasatiempo —comenzó a sacar unos vestidos los cuales todavía tenían las etiquetas. —Oye no, no voy a ponerme eso —refutó Eliana. —Claro que sí —replicó Neyret muy convencida de lo que decía. Eduar seguía en el parque con sus amigos haciendo… nada, su pasatiempo favorito para un sábado de cielo despejado como ese. —Me gustaría que el día me sorprendiera con algo —soltó el joven mientras recostaba su espalda a la banca. —En este barrio nunca pasa nada —dijo Sandrid mientras su rostro demostraba lo aburrida que se encontraba. —Vayamos a ver la cartelera de cine en la noche, ¿qué les parece? —recomendó Cristian. —Ira, no hay nada bueno. La última vez esa película fue muy horrible, la cosa más sobreactuada que he visto en mi vida —bufó Eduar. Los tres jóvenes quedaron impactados al ver llegar a las muchachas, pero en especial a Eliana. —¡Ah… la exorcizó! —gritó Cristian desplegando una sonrisa. —¡¿Esa es Eliana?! —inquirió Sandrid impactada. Eduar estaba pasmado con la boca abierta al ver a aquella chica morena acercarse con una gran imponencia. —¡Qué linda…! —exclamó Cristian mientras parpadeaba para ver bien. —Vaya, te ves bien —dijo Sandrid a Eliana. —Cómo se nota que eres amiga de Neyret, no pareces la misma. Pero lo digo a bien; eres muy linda —Cristian desplegó una sonrisa mientras reparaba hasta lo más mínimo de Eliana. Eduar se levantó de la banca y todos rodaron sus miradas al joven. —¿Qué sucede? —inquirió Neyret. —Estoy aburrido, voy a ver qué hago con mi vida —soltó una risita. Eduar observó de arriba hasta abajo a Eliana y desplegó una sonrisa: —No dejes que te convierta en su muñeca —le dijo. —Oye, que no es mi juguete. Nosotras no teníamos más nada que hacer —refutó Neyret.     Camila estaba paseando tomada de la mano de Luis Ángel, algo que nunca creyó que llegaría a pasar. Por un momento rodó la mirada al joven y notó que tenía una diminuta sonrisa desplegada en su rostro. —Sentémonos aquí —pidió el muchacho al ver una banca en una pequeña colina en la cual se podía apreciar una gran vista de la ciudad. La insegura chica se sentó al lado del chico sin saber cómo actuar. Nunca creyó que Luis Ángel sería su primer novio, se le hacía difícil el creer que todo aquello estaba pasando. —¿Sabías que nuestro tío Tomás se hizo novio de la madre de Sandrid aquí?, me contó que solía venir a meditar a esta banca y que solo dejó que ella conociera su rincón en la ciudad. Desde que me contó la historia detrás de esta banca suelo sentarme a apreciar la vista de la ciudad, pero no lo considero mi lugar favorito, aunque, es muy tranquilo este lugar —dijo Luis Ángel. Rodó la mirada a Camila quien se ruborizó por completo e inclinó la mirada. Luis Ángel soltó una pequeña risita y después se acomodó en la banca, un silencio se apoderó de la joven pareja mientras una pequeña brisa bastante cálida rozaba su piel, el sol poco a poco iba descendiendo por las verdes montañas de la ciudad costera. En la gran vista Luis Ángel pudo divisar el puerto con aquellos gigantescos barcos que hacían imponente la vista. —¿Recuerdas el día que corriste al mirador porque querías ver el barco que estaba llegando? —preguntó el muchacho. —Ah… sí, me seguiste porque temías que fuera a caer en el agua —respondió desplegando una sonrisa. —Hicimos una promesa, debíamos algún día viajar en barco. —Pero… —Camila lo observó fijamente— creí que no lo habías tomado en serio. —Una promesa es una promesa. Camila sintió que su corazón latía con fuerza por la emoción que contenía su pecho. Luis Ángel tomó una mano de la chica y la entrelazó con la de él. —¿Todavía se te hace fácil el creer que somos pareja? —preguntó. —Bueno, sí, un poco. Un día estabas metido en tu mundo con tus amigos y yo solo sabía comer todo lo que encontraba en mi camino y ahora todo esto… —contestó Camila. —Pero muchas cosas han cambiado. Tú estás adelgazando, y mucho, me sorprende la dedicación que has puesto para mejorar tu salud. —Bueno, me gusta mucho hacer ejercicio. La rutina que tengo hace que mis días sean mejores; voy a clases, después hago ejercicio y por las noches hago mis trabajos. Es una buena vida, bueno, seguramente no tengo tantas cosas que hacer como las tienes tú; pero prefiero está a estar todo el día sentada viendo videos mientras me como un pastel de chocolate. —Ahora debes de cambiar esa rutina y sacar un tiempo para vernos, así, como lo estamos haciendo ahora y espero que no te vuelvas a esconder —Luis Ángel dejó salir una pequeña risita que avergonzó a Camila. —Ah… Bueno, eso tiene una explicación —trató de hablar. —Tranquila —la interrumpió—, no debes de explicarme nada. Ya el momento incómodo se había ido y Camila desató su lengua, amaba hablar, así que Luis Ángel solo se limitó a escucharla, aunque, a la joven le sorprendió al verlo conversar fluidamente. Él por lo general se mostraba como alguien que le aburría escuchar lo que las otras personas decían, pero con Camila prestaba atención a cada palabra que salía de su boca. —Y bueno, al final terminamos apostando una carrera hasta la otra esquina y era de esperarse que Eliana ganara. ¡Ah…! ¡Ya quiero llegar al peso que deseo tener para poder correr como ella! —soltó Camila con emoción. —Eliana se está preparando para ser atleta profesional. ¿Quieres también hacerlo? —Bueno, el tío Tomás me dijo que tengo una buena resistencia, para estar gorda corro mucho, además, no por siempre estaré así. Aunque, mi pasión está en la cocina, pero creo que mi deporte es el atletismo, me gusta mucho —explicó Camila. —Seguramente para cuando cumplas la mayoría de edad tendrás un cuerpo parecido al de Eliana. —¡Ay, claro que no! —Camila soltó una carcajada. —¿Por qué no? —Luis Ángel se cruzó de brazos. —Porque, no lo sé. No creo que yo tenga tan buenas curvas, o sea, nunca las he visto porque estoy gorda, siento que mi cuerpo no tiene forma. En cambio, Eliana es muy bonita, solo necesita arreglo. Su cuerpo es proporcionado y con esa piel tan tropical y fresca. A mí ni el sol me da color, parezco una rana platanera —Camila hizo un puchero. —Deja de tratarte de esa manera —Luis Ángel borró la sonrisa de sus labios y tornó su rostro bastante serio. —Lo siento, solo soy realista. Por eso no puedo creer que gustes de mí, es demasiado raro. —¿Qué tiene de malo que me llames la atención?, aunque no lo creas, pienso que eres muy inteligente, decidida, me gusta que no te interese lo que piensen los demás y seas una chica que demuestra lo que siente. Quiero estar contigo y yo sí creo que eres linda, no importa si estás gorda, si eres flaca, morena o blanca como la leche. Hubo un momento de silencio en el cual Camila no dejaba de mirar fijamente a Luis Ángel, después, al procesar las palabras del joven, su rostro se ruborizó por completo y el muchacho dejando salir una risita se abalanzó a abrazarla. Camila quedó impresionada por el acto de su novio, le encantó que tuviera ese tipo de iniciativas. Neyret estaba en el patio de su casa en la cena que se hacía todas las semanas, Eliana la acompañaba para que así no estuviera aburrida. Se estaban volviendo muy amigas, bueno, ella estaba decidida a que esto pasara, quería tener a alguien con quien hablar. En aquel momento se acercó Cristian y le dio un plato donde había unas picadas. —Gracias —lo tomó y lo dejó reposando frente a la mesa redonda de cristal. —¿Dónde está Luis Ángel? —preguntó él sentándose frente a ella. —Seguramente con su novia, o sea, tu hermana —respondió. Al parecer estas palabras no le agradaron para nada al joven. —Todavía me cuesta creer que él sea su novio. Nunca creí que algo así llegaría a pasar —bufó Cristian mientras se servía un vaso con limonada. —Camila es una buena chica, ella no siempre será gorda. Está decidida a llegar a la meta de pesar sesenta kilos. Le gusta correr y me dijo que en el futuro quiere entrar a un club de atletismo —dijo Eliana. —Ay, por favor. Seguramente para mitad de año se aburrirá de hacer ejercicio y comenzará a ser la misma de siempre —refutó Cristian. —No creo, seguramente tratará de verse mejor al tener un novio como Luis Ángel —explicó Eliana. —Luis Ángel en realidad no le gusta Camila. Esa vez solo trató de hacer que no la humillaran, ese noviazgo solo es uno más de sus caprichos de niño mimado. Como sabe que a mis padres no les gusta que él gaste su tiempo en relaciones amorosas trata de llevarle la contraria y como ella se muere por él, bueno, la tomó como su novia —aclaró Neyret.    
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