Capítulo 5

3605 Words
—Eso tiene mucha lógica —aceptó Cristian—. Ahorita que venga le voy a dejar las cosas claras —Cristian se tronó los nudillos de sus manos. —Luis Ángel nunca haría algo así, no es ese tipo de persona —refutó Eliana. —Por favor, soy su hermana, lo conozco bien y los problemas que hay en esta familia —insistió Neyret. —Pero yo hablo mucho con Luis Ángel y conozco las razones por las que decidió ser novio de Camila y no es esa —explicó Eliana. —¿Qué te contó Luis Ángel? —se interesó Cristian. Desplegó una sonrisa traviesa mientras observaba fijamente a la joven. —Es un secreto, no puedo hablar de ello —se negó con un rostro serio. —¡Ay, por favor, deja tu bobada, estamos en confianza! —reprochó Neyret. —Lo siento, pero él me dio su confianza, no puedo contarlo —se cruzó de brazos. —¿Cómo es posible que Luis Ángel confíe más en ti que en mí? —inquirió Cristian.     Eduar estaba en su cuarto lanzando una pelota a la pared mientras su cuerpo reposaba sobre su cama. —¿No vas a ir a la parrillada de hoy? —preguntó Elián entrando al cuarto. —Eh… No, quiero tomarme el día para pensar —respondió. —¿Y tú piensas? —Deja de ser tan idiota, también tengo una vida —bufó. —Anda, ¿y ahora qué tienes? —Oye —se acomodó en la cama mientras meditaba sobre algo que Elián no alcanzaba a comprender—, ¿te parece que soy muy infantil?, a veces siento que no he madurado mucho. —La madurez huye de ti y… creo que… de todo el grupo, el único medio normal es Luis Ángel, y eso, a veces sale con cosas muy extrañas —Elián se subió en la cama y se comenzó a quitar los zapatos. —Hoy cuando venía del parque vi a un chico tan cool, tenía un cuerpo marcado, su cabello… —observó que Elián quedó casi que asustado con lo que él relataba—. ¡No soy gay, no pienses mal! —Si me vas a salir con esas cosas, ¿tú qué tienes hoy? —comenzó a retroceder. —¡Me quiero volver un chico cool! —gritó, comenzó a emocionarse—, de esos rompecorazones, ya sabes. Elián soltó una carcajada, Eduar comenzó a enfadarse al ver la reacción de su amigo. —Pero si tú lo mucho que has tenido de romance es al darle un beso al piso cuando te caes de cara —se burló Elián. —Pero mira quien lo dice, el que solo sabe ver porno —masculló Eduar. —Mira Eduar, tú eres muy inocente para ser un chico “cool”. Acéptalo, solo eres un pobre virgen, por eso es que ni has llegado a besar a alguien —Elián no dejaba de reírse.    Eduar se enojó demasiado al escuchar las palabras de Elián, no quiso manifestarlo, pero planeaba cambiar para no seguir teniendo esa imagen de chico inocente. Alguien que siempre admiró fue al padre de Sandrid, por lo que tenía entendido él fue muy popular en su juventud. Algo que no consideraba de su papá, siempre lo vio tan metido en su mundo, tan enamorado de su madre que nunca lo creyó ejemplo del chico malo que él quería ser. Salió de su cuarto dejando a Elián jugando un videojuego, caminó hacia el estudio donde encontró a su padre leyendo un libro en su sillón favorito frente a la pared de vidrio. —¿Qué quieres? —le preguntó el señor sin dejar de mirar el libro. Ahí estaba, tan serio como siempre, pero a la vez con esa aura tan calmada que lo caracterizaba. Todo lo opuesto a su mamá, sabía perfectamente que fue una loca casi desquiciada que siempre salía con algo nuevo. —Es que, hoy es la parrillada. No sé si se te olvidó —le dijo. —No, no se me ha olvidado, Gera se está terminando de arreglar, la estamos esperando —respondió el hombre quitándose los lentes para comenzar a frotarse los ojos con las yemas de sus dedos. —Ah… Bueno, Elián está aquí, nos vamos juntos —Eduar se acercó al sillón de su padre y se sentó a su lado. —¿Qué me quieres preguntar?, habla. Eduar desplegó una sonrisa, ¿cómo le decía a su papá que quería prestada la tarjeta de crédito? —Papá, lo que sucede es que… —trató de hablar, ¿era mejor decirle a su mamá?, ella tal vez lo entendería por ser mujer. —¿Es dinero?, ¿qué quieres comprar? —interrogó Santiago, ese era el nombre del señor. —Sí. —¿Qué vas a comprar? —rodó la mirada para examinar el rostro de su hijo. —No es nada malo. —Espero que no sean más videojuegos, ¿es que no sabes hacer otra cosa que no sea estar todo el día jugando? —¡No, esta vez no es para eso! —aclaró el muchacho. —Bueno, habla, deja de dar tantos rodeos. —Quiero comprar ropa —soltó Eduar, después hizo un puchero. —Pero si el mes pasado compraste, toda tu ropa está casi nueva —se negó el hombre con un rostro serio. —Papá… Claro que no, solo fueron unas cuantas camisetas. —Si no te pusieras a comprar camisas con estampados de anime no estarías pidiendo ropa nueva ahora —lo analizó detenidamente—, ¿te gusta una chica? ¿O es un chico? Eduar comenzó a frotarse el rostro con sus manos, qué estresante era hablar con su padre sobre su vida. —¿Me vas a prestar la tarjeta sí o no? —preguntó fastidiado. —No la necesitas. Si te doy la tarjeta comienzas a comprar pendejadas que no necesitas —se puso los lentes y comenzó a hojear el libro buscando la página. —¡No, en serio! —se levantó del sillón y Santiago decidió prestarle atención—, mi ropa es muy infantil ¿sí?, quiero cambiar mi estilo, algo más maduro. Ya entiendo cuando me decías que me arrepentiría por comprar la camisa de Batman —Eduar comenzó a ruborizarse. —Te gusta una chica y ella no te presta atención —Santiago se cruzó de brazos y desplegó una sonrisa, en realidad quería burlarse de su hijo, pero se estaba conteniendo. —No, en realidad no. En el instituto conozco a casi todas y no hay ninguna que me llame la atención, de hecho, los chicos a veces me preguntan si soy homosexual —volvió a sentarse en el sillón al lado del señor. —No lo eres, y si es así, ¿qué problema hay en ello? —¿Te gustaría que tu único hijo lo fuera? —Bueno, claro que no, yo quiero nietos, pero si es así no puedo hacer nada. Lo importante aquí es tu felicidad —explicó Santiago. —Bueno, por ahora sigo siendo heterosexual, sólo… quiero cambiar un poco, ya sabes, pienso que debo dejar de ser tan niño —Eduar desplegó una sonrisa. —Bueno, si es así, yo te acompaño a que compres ropa más al estilo que pides, no sea que vuelvas a comprar una camiseta de anime. A Eduar esa idea le encantó, su papá tenía muy buen estilo, era de esperarse, su familia tenía una marca importante de ropa y Santiago era un diseñador muy reconocido. —¡Eduar! —se escuchó la voz de Elián por el pasillo, abrió la puerta del cuarto de estudio—. Ah…, hola tío. ¿No vamos a ir a la parrillada?, tengo hambre —el joven comenzó a sobar su barriga. —Estamos esperando a que Gera se termine de arreglar —explicó Santiago. —¡Ay no!, mi tía es como mi mamá, se demoran una eternidad. Mejor me busco algo en la cocina, aquí la cuestión es de hambre —Elián salió del estudio y se podía escuchar su voz renegando. —Papá, ¿tu relación con tus amigos siempre fue muy unida como lo es ahora? —En realidad, no, solía ser más distanciado, sí hablaba con todos por tu tía Keidys, ella era inseparable de todo el grupo. No fue hasta que me volví novio de tu mamá que me integré al grupo —contó—. Recuerdo bien esos tiempos cuando ellos tenían tu edad, siempre estaban peleando, lo que era el padre de Luis Ángel, ese se ganaba unas buenas peleas al defender a su mejor amigo, Tomás era un dolor de cabeza. Yo, como era mayor que ellos, solo los miraba de lejos y los regañaba cuando se salían de límites. —Qué raro, Luis Ángel es muy tranquilo y Neyret ni se siente—Eduar se cruzó de brazos. —Josef sí lo era, en cambio, tú tía Keidys para nada, siempre estaba metida en problemas. Ellos salieron a su papá, aunque, siempre estaba rodeado de problemas al tratar de ayudar a Keidys o a sus amigos. Él era algo así como el superhéroe de la historia, aunque, a veces cometía errores que le costaban mucho. —¿Y mi mamá? Me han dicho que era una caspa. —¡Demasiado!, Gabriel, tu tío, siempre sufría por ella. Cuando me volví novia de Gera me trajo muchos problemas. Después se corrigió cuando quedó embarazada de ti y es la persona que conoces —los dos se miraron y soltaron la carcajada. —No se ha corregido mucho —soltó Eduar. —Sí, sigue siendo un dolor de cabeza —chistó Santiago. —Mi mamá a veces me da miedo —masculló Eduar. —¿Y quién es el problemático de tu grupo? —preguntó su padre. —Bueno… En realidad, ninguno. Siempre estamos metidos en el colegio estudiando, a veces parece que Luis Ángel y Cristian al ser los mayores nos ordenan qué hacer, nos dicen lo que es bueno y malo. Tal vez Sandrid es la más rebelde al escaparse de clases para verse con sus novios, pero siempre termina siendo regañada por Cristian y Luis Ángel que la van a buscar y la traen casi a rastras. Nuestras vidas, a comparación de lo que fueron las suyas, son muy aburridas y rutinarias —Eduar dejó salir un suspiro. —Pero no te puedes quejar, viajas mucho, tienes todo lo que quieres. ¿Por qué la llamas aburrida? —Bueno… Cuando los escucho hablar sobre todo lo que hicieron pienso que nosotros somos muy aburridos, estamos metidos en una rutina que a veces me ahoga. Pienso que sería genial ser como mi mamá en sus tiempos de juventud, no sé, tener una vida interesante —Eduar soltó un suspiro. —Ay, hijo, tu vida sí es interesante. Te falta mucho camino por recorrer, apenas eres un niño, ya vendrán cosas mejores. En aquel momento entró la madre de Eduar con un porte engalanado, sus ojos eran gateados, algo que hacía ver su belleza diferente, era muy hermosa y joven, al lado de ella estaba Elián hablando sin parar sobre temas sin sentidos. Así fue como se dirigieron a la casa de Luis Ángel y encontraron la gran sorpresa de ver a la pareja hablando en una mesa mientras comían unos pastelillos. —Ay, es lo más raro que he visto en mi vista, ¿en serio a Luis Ángel le gusta Camila? —soltó Eduar. —Al parecer —Elián dejó salir una risita un poco incómoda. Se acercaron a ellos para poder chismosear más a fondo la situación de la pareja. —Chicos… Estuvieron perdidos todo el día —soltó Elián. —¿Qué estuvieron haciendo? —interrogó Eduar desplegando una sonrisa maliciosa. —Dejen sus tonterías —regañó Luis Ángel. —Ay, deja de ser aburrido —pidió Elián. Cristian se acercó a la mesa junto con Sandrid y Eliana, al parecer esto molestó a Eduar quien puso una actitud seria en aquel momento. —Luis Ángel, necesito hablar contigo —pidió Cristian. —¿Ahora? —preguntó el chico con voz seria. —Sí, ahora —contestó Cristian. Luis Ángel se levantó de su puesto y se apartó con Cristian. El aura entre ellos se veía un poco tensa y eso asustó a Camila; había tenido un muy buen día con su novio, no quería que su hermano por unos celos le dañara la tarde. —¿Qué sucedió? —preguntó Camila a Sandrid. —Nada, tranquila, no es de ustedes —mintió Sandrid. —Ellos son mejores amigos, no te preocupes —tranquilizó Elián—. Cambiando de tema, ¿cómo va su relación?, cuando los vi de lejos se veían tan cariñositos. —Bueno… En realidad, sí, vamos bien, estuvimos en una cita —Camila se ruborizó y desplegó una sonrisa. —Ay, amiga, no sabes cómo me alegra escuchar eso. Ojalá todo siga así —dijo Sandrid. Rodó la mirada a Eduar—, ¿y tú qué tienes? —Nada, ¿por qué? —inquirió. —Tienes una cara de culo, ¿qué te pasó? —interrogó Sandrid. —No me sucede nada, en serio —insistió Eduar. —Sí, deja de sacar conclusiones donde no las hay —pidió Elián. —Estás callado, eso es demasiado raro en ti —Sandrid lo reparó de arriba abajo—. Parece como si estuvieras de mal humor. Eduar se levantó de la mesa con un rostro serio, rodó la mirada a Eliana quien se extrañó al notar que la estaba reparando. El joven se marchó sin decir palabra alguna y eso sorprendió a todos. —Lo sabía, algo lo molestó —Sandrid se cruzó de brazos. —Pero, él estaba muy normal ahorita —soltó Elián. —Es muy raro que Eduar se ponga así, ¿qué tendrá? —Camila se levantó de la mesa y comenzó a perseguir al joven. —¿No le agradaré? —preguntó Eliana. —Bueno, siendo franca, no. ¡Ah…! Eso era, como estabas en la mesa, le molestó tenerte cerca –respondió Sandrid. A la chica tampoco le gustaba tener a Eliana cerca de ella, así que era el momento justo para un desquite. A Eliana se le formó un nudo en la garganta al saber aquella información, ¿quién no estaría triste al saber que no le agrada a la persona que le gusta?, se había quedado para poder verlo e intentar ser amiga de Eduar. Ahora sabía que lo único que podía hacer con respecto a su amor platónico era alejarse para no dañarle el momento al muchacho. —Pues sí, es la verdad, lastimosamente Eduar te mira feo cuando estás cerca de él. Pero tal vez si hablas con él más adelante podrás agradarle —dijo Elián a la joven.     —¿Qué te sucede? —preguntó Camila a Eduar cuando estaban sentados en las escaleras frente a un hermoso jardín en el frente de la gran casa. —Me incomoda estar cerca de Eliana, me cae mal ¿sí? —respondió. —¿Por qué? —No lo sé, no me gusta tenerla cerca, al principio la toleraba y me burlaba de ella, pero últimamente la veo metida en lo nuestro y escuchando todo lo que hablamos, es una metiche de primera —Eduar hizo un gesto de fastidio. Eliana estaba cerca escuchando lo que conversaban los chicos, su intención había sido irse de la casa, pero tuvo que soportar el saber lo que Eduar pensaba de ella. —Eliana es una buena chica, no puedes estructurar la personalidad de alguien si no la conoces, por lo que sé nunca has tratado con ella —explicó Camila. —Es rara, toda tonta, me desagrada. No soporto tenerla al lado, siempre está detrás de Luis Ángel creyéndose ya parte del grupo, es una entrometida. —Bueno… Si no te gusta que esté cerca de nosotras deberías de decirle, no debes de ser hipócrita, bueno, tú no lo eres —aconsejó Camila. —¿Para qué?, no quiero tener problemas con nadie, menos con la amiguita de Luis Ángel —Eduar comenzaba a tener celos mientras hablaba. —Ay, por favor, ¿cuál amiguita? —¡¿No la ves siempre detrás de él?! Parece como si le gustara. —Claro que no… Solo se llevan bien, yo también hablo mucho con ella y a quien veo inseparable de Eliana es a Neyret, se han vuelto full amigas —defendía Camila. —No, ¿ahora qué haremos?, si estás del lado de esa gótica rara —refunfuñó Eduar—. Ahora todos andan “Camila aquí, Camila acá”. —Ya sé, tú lo que estás es celoso porque ella se volvió nuestra amiga —comenzó a burlarse Camila. —Sí, me fastidia, ella es una metida —aceptó el joven—. No sé qué se cree, ahora hasta viene a las parrilladas, se supone que esto es de familia, cuando la vi no sé qué me dio. Primero fue cambiarse la apariencia, como para encajar, bueno, hay que aceptarlo, se ve bien. Pero eso de que esté aquí no me gustó para nada. —A Sandrid tampoco le agrada Eliana y también dice lo mismo, no le gusta que se nos acerque. Yo no le veo nada de malo —dijo Camila. Eliana se apartó con los ojos inundados de lágrimas, subió al segundo piso y entró al cuarto de Neyret, comenzó a quitarse la ropa que la joven le había prestado. Amarró su cabello con una coleta y se vistió con su ropa negra. No hay peor cosa que enterarte de lo que las personas piensan realmente de ti. Eliana siempre supo que sería muy difícil encajar en aquel círculo social y cuando creyó que podría tener amigos, pasó esto. —Eliana, ¿a dónde vas? —inquirió Neyret al verla en el pasillo del segundo piso. —Ah… Es que mis padres me llamaron y debo de volver —mintió. —Pero se suponía que haríamos una pijamada, no es justo. Ellos me dieron el permiso, ¿por qué? —Neyret sabía que ahí había algo más—, ¿qué sucedió de verdad? —Es en serio, hay un problema y debo volver, lo siento —trató de caminar, pero Neyret la detuvo. —Te llevo. —No, no, no. Yo tomaré el bus, no te preocupes —se negó Eliana. —Claro que no, con tanto auto que hay aquí, no… —Neyret sabía muy bien que a Eliana le había pasado y lo iba a averiguar. —Por favor Neyret, necesito irme —pidió la joven. —Primero me debes de contar qué fue lo que sucedió, ¿alguien te trató mal?, ¿qué escuchaste o viste? —Nada, deja de insistir, debo de irme —trató de caminar, pero Neyret la tomó de un brazo. —Por favor, las cosas se solucionan hablando, dime, ¿qué te dijeron para que te pusieras así?, deja de ser tan boba, por eso es que los problemas se vuelven más grandes —regañó Neyret. Eliana comenzó a llorar y eso sorprendió a su amiga quien se acercó a ella y la abrazó. Así fue como le contó todo lo que escuchó y Neyret estaba hirviendo de la furia, ¿qué se creía ese Eduar? Comenzó a buscarlo para decirle sus verdades en la cara, Eliana le suplicaba que no lo hiciera, pero ella venía de una familia bastante impulsiva y que se tomaban las amistades demasiado en serio, era algo sagrado, quien se metía con ellas, lo hacían con ellos también. —¡Oye! —gritó Neyret a Eduar. —¿Qué sucede? —inquirió él volteándose a verla. —Si eres tan macho para hablar mal de una persona a sus espaldas, ¿por qué no se lo dices de frente eh? —regañó—. Deja de hablar mal de Eliana, ¡¿qué te pasa?! ¡Esta es mi casa y ella puede venir cuando se le dé la gana! Todos los que estaban alrededor de los chicos voltearon a ver al escuchar la fuerte voz de Neyret. Los padres de la joven se acercaron a ella. —Neyret, ¿qué sucede? —preguntó su mamá. —¡Éste, viene a hablar mal de mi amiga, diciendo que ella es una metida, una gótica! ¡¿Qué le pasa?! —respondió bastante molesta. Los padres de Eduar se acercaron al ver que él era el del problema, se pusieron al lado del joven y comenzaron a fulminarlo con la mirada. —Espera, ¿de dónde sacas eso? —preguntó el joven al ver que era un problema que se le avecinaba. Posó su mirada en Eliana—, ¿cuándo yo te dije eso? —¡No se lo dijiste, no eres capaz de hacerlo, maldito hipócrita! —gritó Neyret. —¡Deja de inventar, maldita loca, yo no he dicho nada! —se enojó Eduar. —¡Claro que sí, le dijiste a Camila ahorita, ella te escuchó! —discutió la muchacha. —¿Qué sucede? —inquirió Luis Ángel al ver la discusión, se acercó a su hermana—, ¿qué es todo este escándalo? —Lo siento, todo es mi culpa —soltó Eliana mientras sus lágrimas amenazaban con salir a flote. —¡Sí, quién sabe lo que fuiste a inventarle a esta loca, ¿ya estás contenta?! —Eduar estaba muy enojado y quería gritarle sus cuatro verdades a Eliana. —¿Qué pasó? —interrogó Luis Ángel. —Él se puso a hablar mal de Eliana, dijo que ella era una metida, que solo quiere estar escuchando lo que ellos hablan y que ella qué hace aquí, que no debería —respondió Neyret. Rodó su mirada a Eduar— ¿me vas a decir que eso no fue lo que le dijiste a Camila en la entrada? —se cruzó de brazos mientras lo encaraba. —Sí, se lo dije —aceptó Eduar, rodó la mirada a Eliana—. La verdad es que no me agradas ni un poco, solo mira lo que provocas. Había pensado decírtelo a solas, pero corriste a contarle a Neyret y mira la humillación que te ganaste. —¡Oye! —regañó la madre de Eduar. —¿No me puede desagradar una persona?, yo nunca quise decirle todo esto frente a tantas personas, sé que es horrible que hagan eso, pero ya que a quien quieren humillar es a mí, debo de defenderme. Eliana me cae mal, simplemente no me gusta su manera de ser y el que siempre esté al lado de mis amigos, no me gusta y eso es lo que yo pienso —aclaró Eduar. Eliana salió corriendo de la casa mientras soltaba el llanto. —¡Eliana espera! —gritó Neyret detrás de ella. —Eduar, no fue para nada bueno lo que acabas de hacer —regañó el padre del joven bastante serio. —Lo siento, pero Neyret no llegó con buenos términos a hablarme y no iba a dejar que me tratara mal, ¿acaso yo le había dicho algo a esa chica?, no… Así que le dije lo que pensaba, no es mi culpa que ellas llamaran la atención de todos para que pasaran esa vergüenza —replicó Eduar bastante serio. Neyret no quería volver a ver a alguno que tuviera que ver con aquel grupo, fue muy humillante lo que pasó y lo horrible de todo es que aquella persona que le había hablado de esa manera era la que no dejaba de pensar en las noches, aquella de la que siempre quiso ser amiga para poder estar cerca de él. Neyret notó que Eliana quería estar sola, así que dejó de seguirla para no empeorar más la situación.  
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