Capitulo II

2986 Words
El jet privado aterrizó en Londres a primeras horas de la mañana, en él viajaban Liam y Ferrán acompañados de otros tres hombres encargados de la seguridad del artista. En cuanto éste salió de la aeronave los rayos de un refulgente sol golpearon en sus ojos intensificando sus malestares por la resaca, se apeó siguiendo los pasos de Ferrán que lo llevaron hasta un lamborghini blanco que los esperaba, los cristales polarizados del vehículo lo ayudarían a aliviar la jaqueca. Grabar en esas condiciones no era algo que lo entusiasmara sin embargo, a exigencia de su padre, debía estar en los estudios de grabación lo antes posible para empezar con un nuevo proyecto. Tras una exitosa gira pausar no era conveniente, debía seguir acaparando los flashes de lo contrario cualquier otra persona con un seudónimo y micrófono en mano podía apartarlo del centro del espectáculo. -Tus padres reservaron una mesa en el “Varrafina” esperan vete allá. –Informó Ferrán, viendo a Liam estirarse para alcanzar una botella pequeña con agua. -Estaré ocupado. –Dijo llevándose la botella a sus labios y terminando su contenido en un sólo trago. -No te he dicho la hora. -No hace falta, es suficiente con que me digas que será con mis papás para saber que no asistiré. –Dijo lanzando la botella vacía al suelo y recostándose en su asiento, mientras el lamborghini quedaba atrapado en el tráfico. Atraves de los cristales oscuros veía con desdén a los transeúntes, una vez más envidiándolos por la vida simple que presumían. Podían caminar con tranquilidad, vestirse cómo quisieran y hacer lo que desearan sin ser atosigados por la presión pública y social a la que él estaba sometido. Cuando los medios de comunicación revelaron sus problemas de adicción y alcoholismo fue reprochado por toda la humanidad recordándole que era un referente y que muchos jóvenes deseaban ser como él, era aberrante el ejemplo que daba. “Como si fuese el primero” pensaba Liam con frecuencia, no era el primero en consumir drogas o en embriagarse hasta perder el control, tampoco sería el último. Aunque dejara sus vicios a un lado, cientos de jóvenes seguirían consumiendo. Al final de cuentas las personas no necesitan un referente sólo una excusa. El timbre de llamadas sonó en el celular de Ferrán quien no tardó en responder. -Llegaremos un poco atrasados, nos topamos con un embotellamiento. –Decía el manager con voz nerviosa. Tras colgar soltó una maldición. -¿Qué ocurre? –Dijo Liam mirándolo. -Greta Stone ya está en el estudio. -¿Quién? –Preguntó, aturdido, y sin así desearlo la recordó en la notica de su infidelidad. -Será la actriz del videoclip. –Aclaró Ferrán dando gracias a todos los dioses cuando el lamborghini empezó a andar. Fue adentrándose por todos los rincones de la emblemática ciudad londinense hasta llegar a Golder Brock House donde quedaba el estudio de grabación “PYL records” Una vez se bajaron del vehículo, caminaron hasta la entrada. -Buenos días. –Saludó alegre el portero que custodiaba la entrada. -Buenos días, Cedric. –Respondió cortésmente Liam que no permitía que su ego acreciera junto a su fama, no tenía ningún inconveniente en saludar a sus empleados o cualquier otra persona que tuviese la cortesía de hablarle, contrario a la mujer de cabello castaño y ojos azabaches que le tiraba el café a un joven ayudante mientras le tildaba de incompetente. -Es encantadora. –Dijo Liam en tono bajo viendo cómo el ayudante se marchaba y otros limpiaban el desastre, acuclillados a los pies de Greta. -¿Por qué ella? -Es la modelo y actriz más aclamada actualmente, nominada y ganadora de incontable premios, y es la imagen de cientos de pasarelas. No acepta cualquier papel en cines, así que el que haya aceptado estar en tu videoclip lo hace exclusivo. –Explicó Ferrán. La intensa mirada oscura de Greta tropezó con la de Liam, cargada de prepotencia, más de frialdad, aunque no era más que una capa delgada que cubría un par de iris negros apagados y desvividos, una mirada que Liam veía cada día en el espejo. Sintió la mano de su manager sobre su espalda, invitándolo a seguir. -Mi nombre es Ferrán Aristegui y el es Liam Mount. –Dijo el primer hombre, señalando al cantante después. -Es un placer. –Vociferó Liam extendiendo su mano, la mirada fría de Greta fue suficiente para despreciar la cortesía del cantante quien sonrió con ironía y guardó sus manos en los bolsillos de su pantalón. La prepotencia de Greta era casi tangible, su manera de hablar, de pararse o su mirada despectiva que no dejaba indiferente a nadie. Se creía superior a cualquiera a su alrededor, cuando en realidad era una más en el montón, el ego que despilfarraba era sólo un disfraz que ocultaba sus temores e imperfecciones. Humillaba a las demás personas porque para poder sentirse superior el resto debía estar en el fondo. En ese momento se apareció un hombre de rasgos afrodescendientes y cabello corto, vestido con un formal y elegante traje de color crema presentándose como Alessio Bonucci, el manager de la modelo. -Lamento tanto haberlos hecho esperar. –Se disculpó Ferrán. -¿Lo lamentas? –Intervino Greta. –Mi tiempo es oro, un minuto de atraso es… -Greta, cálmate, por favor. –Pidió su manager posando una de sus manos en su espalda baja, un tacto muy intimo según el juicio de Liam que no la percibió incomoda. Ferrán invitó al otro manager a su oficina dejando a los artistas solos. -¿Dónde está mi camerino? –Preguntó Greta con altanería. -Tú no tienes camerino aquí. –Dijo Liam. - ¿Hay algún sitio donde pueda tener privacidad? -El baño. –Dijo el cantante encogiéndose de hombros. Greta bufó y pasó a su lado golpeando aposta su hombro, estaba acostumbrada a recibir la mejor atención posible y no la tenía en PYL records. Caminaba custodiada por un grupo de asistentes que eran como su sombra, no daba un solo paso sin que hubiese alguien siguiéndola. Al principio de su carrera no era más que una persona quien la acompañaba para ofrecerle información y sólo eso, pero con el tiempo Greta convirtió a sus ayudantes en esclavos. Encontró una pequeña sala de descanso en la que entró, contaba con un sofá y dos sillones a juego puestos en el centro de la estancia en el que había tres personas cómodamente sentadas algunas usando sus celulares y la otra con un ordenador portátil. En un rincón figuraba una mesa en la que cinco personas más jugaban a las cartas y comían cheetos al son de las risas y la plática. La sala también contaba con dos máquinas expendedoras. La llegada de la modelo no alborotó a los presentes. -Largo. –Vociferó Greta desde la entrada, sólo entonces repararon en ella. -¡Qué se larguen! –Volvió a decir esta vez con más fervor causando una reacción inmediata de las personas que no dudaron en levantarse y aproximarse a la salida donde Greta vigilaba. -Eres Greta Stone. –Dijo con gran entusiasmo una chica cuando pasó a su lado. –Soy tu admiradora. ¿Puedo tomarme una foto contigo? -Si me fotografiara con cualquiera que me lo pide, mi imagen hubiese dejado de ser exclusiva hace tiempo. –Dijo tajante la modelo viendo cómo su admiradora seguía su marcha fuera con la cabeza baja. Los asistentes se quedaron frente a Greta, alertas a cualquier otra orden sin embargo, un movimiento de cabeza señalando la salida fue suficiente para despedirlos. Ya sola, cerró la puerta de cristal y bajó las persianas de la misma quedando en una estancia silenciosa. Se aproximó hasta el sofá donde se acomodó con las piernas cruzadas y el celular en sus manos. Ingresó a su cuenta de i********:, ojeando, primero, su perfil. Como cada vez que ingresaba tenía nuevos seguidores y millones de reacciones a sus publicaciones, la última fue su confirmación a la cancelación del compromiso con Reece. Desplegó los comentarios que dejaron a la vista las críticas de quienes le recriminaban su infidelidad y otros le decían que era mucha mujer para él , aunque Greta no lo creía así, de lo contrario nunca le hubiese pedido matrimonio. Había idealizado el resto de su vida a su lado, casarse, convertirse en padres y envejecer recordando el día que se conocieron como el mejor de toda su vida. Sacudió su cabeza despejando el recuerdo de Reece y continuó ojeando i********:, encontrándose por casualidad el perfil oficial del hombre de cabello y ojos color avellana, Liam Mount. Había varias fotos de él en escenarios o detrás de ellos en lo que fue su gira, la última lo mostraba en el balcón de un hotel viendo hacia el ocaso: “Ya son cuatro meses sobrio, pero mi lucha aún no acaba, sigo en proceso de recuperación. Gracias a todos por su apoyo, no lo hubiese logrado de no ser por ustedes.” Se leía a pie de la publicación. El chirrido de la puerta la hizo voltear a sus espaldas y ver al hombre de la foto entrar. -No puedes estar aquí. –Dijo Greta viéndolo caminar hacia las máquinas expendedoras. -Lo siento no sabía que era una zona VIP. -Lo es si yo estoy. -Tengo una resaca infernal y lo último que necesito es tu voz martillando mi cabeza. –Dijo Liam deteniéndose a verla. -¿Resaca? –Preguntó confundida Greta. -¿Qué pasó con tu proceso de recuperación y los cuatros meses de sobriedad? -No sé de qué hablas. –Dijo Liam. La modelo le exhibió la publicación en su celular, él se tomó su tiempo para leer lo que decía. –Yo no escribí eso. –Se sinceró el artista reanudando su marcha a la máquina expendedora, introdujo un billete y a cambio recibió una cola que la máquina dejó caer. -¿Quién lo hizo entonces? -Seguramente mis agentes o parte de mi equipo. –Supuso el cantante sentándose en uno de los sillones al lado del sofá. -¿Permites que tu equipo publique falacias de ti? -Publican lo que la gente espera ver, lo que los hace feliz. –Dijo sellando sus labios con un sorbo de cola. Greta no insistió más y regresó su atención a las r************* siendo consciente de la impetuosa mirada castaña clavada sobre ella. Desde que supo que sería ella la actriz de su videoclip no dejaba de verla en ese programa de farándula y luego en el toque sutil de su manager. Tenía entendido que Alessio Bonucci era su representante desde que la vio en un desfile amateur en Chicago, cuando apenas tenía diecinueve años, fue él quien impulsó su carrera y la convirtió en la estrella que ya era. -¿Fue con tu manager? –Preguntó Liam cediendo ante la curiosidad sin conseguir respuesta de Greta quien ni siquiera se tomó la molestia de alzar la mirada. – ¿Le fuiste infiel a Reece con tu manager? -¿Disculpa? –Preguntó perpleja, viéndolo con los ojos muy abiertos. -¿Cómo haces esa clase de preguntas? -Lo siento. Es que no entiendo por qué alguien que le pide matrimonio a otra persona termina lanzando todo al caño por una aventura.–Dijo Liam. – ¿Si no lo amabas por qué quisiste comprometerte? -¿Acaso tienes la exclusiva vendida? –Preguntó Greta furiosa. –Lo que sea que haya pasado entre Reece y yo no te incumbe. No somos amigos ni nada por el estilo, ni siquiera me gusta tu música y dudo mucho que tú sepas algo de lo que me dedicó. Si estoy aquí es por trabajo y sólo eso, limítate a ser profesional, al menos cuando estés conmigo. -Tienes razón y me disculpó. –Abrevió Liam, notando que la voz de Greta amenazó en más de una ocasión en quebrarse, especialmente cuando mencionó a Reece. Por primera vez desde que la vio mostró un ápice de sentimientos y, a pesar del regaño, no fue ira sino nostalgia lo que la invadió. De haber estado sola, o en confianza con Liam, muy probablemente hubiese roto en llanto. El llamado a la puerta cautivó la atención de los dos quienes voltearon a la entrada para descubrir a un chico no mayor de treinta años parado allí. -Empecemos con los ensayos. –Informó el recién llegado. Los artistas abandonaron la estancia en la que estaban, Liam subió las escaleras que lo llevarían al estudio de grabación, mientras que Greta descendió con sus asistentes siguiendo su caminar hasta llegar al salón de baile. Los coreógrafos que ya estaban allí quedaron mudos, estupefactos con la recién llegada. Nadie era consciente del gozo que la invadía cada vez que generaba esa clase de reacción. Cada una de las miradas de admiración que recaía sobre ella era una pizca de vanidad que se añadía a su alma pletórica de ego. Los pasos de la coreografía eran más sensuales de lo que Greta creía, fáciles a simple vista sin embargo, no fue así cuando los practicó: pisó a su pareja de ensayo en más de una ocasión, desencajaba en la coordinación y olvidaba algunos de los pasos. No era la primera vez que la modelo bailaba, su salto a la actuación se dio tras protagonizar una serie de baile y canto, también había salido triunfante de un concurso apremiante de lo primero. Ese día, en ese salón, Greta no era la misma, su mente no estaba con su cuerpo sino que se remontaba a la última vez en la que se vio en un salón de baile ensayando una coreografía con Reece como su pareja, cuando todavía estaban comprometidos. Cerraba sus ojos y aún podía verse con él, bailando, rozando sus cuerpos y moviéndose al ritmo de la que hubiese sido su canción el día de su boda, al abrirlos se daba cuenta de que sólo era una ilusión, un cuento de hadas sin final feliz. -Alto. –Pidió Greta tras confundirse por enésima vez. -¿Estás bien? –Preguntó un coreógrafo. -Sí, necesito un descanso. –Dijo y sin más se marchó del salón. Tomó las primeras escaleras que encontró y siguió subiendo aunque no tenía muy claro en dónde caería, sólo quería un lugar en el que el silencio pudiera aclarar sus pensamientos. Abrió una pesada puerta que la expuso ante el aire fresco de un asoleado día, no era la azotea más elegante en la que alguna vez estuvo, pero funcionaba. Se acercó al borde para apreciar los rascacielos que se asomaban entre arboles y plazas. Londres era un mundo de fantasía para Greta quien había crecido en los suburbios más pobres de Chicago. Su mamá trabaja como servicio doméstico y en ocasiones la modelo iba a visitarlas en mansiones y fincas soñando con tener, algún día, la vida de comodidad y lujos que tenían los dueños de dichas propiedades, la vida que ya tenía. Lo último con lo que soñaba era regresar al agujero del que salió, una vida de escases y limitaciones en las que tenía que sobrevivir un día a la vez, esperanzada a que el mañana no sea tan malo. Por esa razón se preocupaba tanto por su imagen, después de todo fue a causa de su singular atractivo y figura esbelta que alcanzó sus sueños. “Eres una musa.” Recordaba las palabras con las que Alessio la describió la primera vez que la vio modelar en una escuela promedio de arte y días después le ofreció un contrato para ser su manager, convenciéndola de que sería su salto a la fama y no se equivocó. Greta le debía mucho a Alessio, sin él, ella no estuviera donde estaba. Sonrió al pensar en la suposición que Liam hizo del por qué terminó con Reece, no podía tener una aventura con su manager, para hacerlo tendría que cambiar de sexo. -¿Necesitas ayuda? –Llegó Liam. Había pensando tantas veces en lanzarse desde esa azotea que llegó a creer que el pensamiento suicida era más normal de lo que en realidad es. -¿Quieres habar? -Estoy bien. –Dijo Greta viéndolo recargarse sobre el marco de la puerta. -Oí que no aceptas cualquier trabajo, que tu imagen es exclusiva. –La modelo confirmó con la cabeza. – ¿por qué estás aquí? -¿Te molesto? -¿Si digo que sí te irás? –Hubo una pausa. –Porque si es así, entonces te diré que no. -¿Qué quieres Liam? –Dijo con un tono más pasivo, regresando su mirada a los rascacielos. -Quiero conocerte. Creo que será útil ahora que trabajáremos juntos. –Greta se encogió de hombros. -Soy un libro abierto, no tengo nada que ocultar. -Una vez oí a alguien decir que una cosa es lo que somos y otra tan sólo lo que mostramos. En las páginas de tu libro está escrito sólo lo que quieres que el mundo sepa de ti. –Dijo Liam. Greta pudiera oponerse a su idea, podía engañarlo y decirle cuán equivocado estaba, pero no tuviese ningún sentido, porque no podía engañarse a sí misma, tampoco convencerse de que sus palabras carecían de veracidad. -¿Y qué? ¿Esperas que yo te muestre las páginas que no puedes leerle? – Liam abandonó el lugar en el que estaba cómodamente y empezó a caminar despacio hacia la modelo. -Es justo lo que quiero. Esas páginas que arrancaste no pueden ser tan turbias como para no mostrármelas. –Dijo, acomodándose esta vez a un lado de Greta, tan cerca de ella que el espacio entre ambos era casi inexistente. Sus miradas chocaban, dejando de coincidir sólo cuando Liam desviaba sus ojos a sus labios. –Arranqué esas páginas por una razón. –Dijo la modelo en un murmuró.
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