~ Capítulo 12: Solo Tú ~

2532 Words
You're the one I wanna chase. You're the one I wanna hold. I won't let another minute go to waste. . (Beautiful Soul — Jesse McCartney) . Logan . Tamborileé mis dedos con impaciencia sobre la superficie de la guitarra. Miré mi reloj una vez más. Solo habían pasado cinco minutos desde la última vez que había chequeado y me rasqué la barbilla con impaciencia. Miré a mi alrededor y todo estaba en orden: la sala estaba en penumbras, solo el escenario estaba iluminado; los del coro estaban en su sitio, ocultos hasta el momento justo, y yo estaba a un lado del escenario, esperando mi turno también, más que preparado para la presentación. Había rentado el teatro Abbey por un par de horas para aquello, y aunque al contárselo a Luke por teléfono, me dijo que había perdido la cabeza, que solo lograría que Leslie saliera huyendo, pensando que era un lunático, y eso me cohibió un poco, tenía que admitirlo. Al menos contaba con el apoyo de Lauren, que sí pensaba que era un lindo regalo y me había dado un par de ideas para hacer el momento más mágico… Tenía que rogar para que Leslie en el interior fuese igual de romántica que mi hermana y yo. Empecé a repasar un par de acordes; me sentía incluso más nervioso que la primera vez que los chicos y yo nos presentamos en el Wembley, y justo en ese momento escuché una de las puertas abrirse; miré por detrás del telón junto a mí y vi como uno de los empleados del lugar guiaba a Leslie hacia uno de los asientos principales. Ella se veía confundida, quizás un poco asustada, pero no pude evitar reír al ver la expresión de sorpresa en su rostro cuando las luces se apagaron por completo y los reflectores iluminaron el punto donde estaba la silla en el centro del escenario. Le vi llevarse una mano a la boca para cubrir su asombro cuando salí detrás del telón y tomé asiento. La miré sin decir nada, pero sin ocultar mi sonrisa, y fue el ligero brillo en su mirada lo que me hizo saber que tenía razón. Una vez más confirmé que ella no saldría corriendo. Empecé a tocar la canción que había escrito dos días atrás, mientras me encontraba solo en un lujoso hotel en Los Ángeles, cuando lo que realmente quería era estar en casa. No en Londres, sino ahí en Dublín, caminando por el centro sin preocuparme por nada, comiendo helados y charlando… con ella. . I met a girl with hair like autumn leaves. Freckles on cheeks, and a smile that never leaves my mind. . Sus manos se desplazaron directamente a ambos lados de su rostro al escucharme cantar. Fue difícil mantenerme enfocado en las notas correctas, mientras ella no dejaba de hacer expresiones, cada una más graciosa que la anterior. . Every night I dream a song, and her name’s my favorite melody. . Su sonrojo me decía que quizás estaba siendo demasiado cursi, pero ese era yo. Era un romántico empedernido que jamás se había enamorado realmente. Y no podía explicar de otro modo lo que sentía al verla si no era precisamente con aquellas palabras. Leslie y yo apenas si habíamos compartido un par de besos en la mejilla, y solo la había tenido entre mis brazos mientras bailábamos en la boda de los chicos, pero había pasado cada segundo de mi estadía en América extrañándola. Verme desesperado y fuera de control ya no era algo que me importara. . I wanna hold her hand, and chase her fears away. . Hacerle llorar no había sido algo que estuviese en mis planes, pero cuando los chicos del coro se mostraron en el escenario y empezaron a cantar esas últimas líneas de la canción, Leslie juntó sus manos frente a ella y un par de lágrimas empezaron a caer por sus mejillas. Poco a poco el lugar quedó en silencio y, luego de que los chicos se inclinaran al recibir los aplausos de ella, se retiraron y nos dejaron a solas. —¿Qué fue eso, Logan? —preguntó con una sonrisa incrédula mientras se acercaba al escenario. —Una canción, ¿jamás habías oído una? —respondí, inclinándome para tomar sus manos y ayudarla a subir. —No una que hablara sobre mí. —Tu me inspiras. Tan pronto dije aquello, sus mejillas se encendieron de vergüenza. Nos miramos en silencio por unos segundos, ambos sonriendo. Hasta que ella rompió la conexión, cubriéndose el rostro un instante y luego acercándose a mí para abrazarme. —Es una hermosa canción, Logan. Creí que los girasoles en la mañana habían sido lo mejor, pero esto es lo más hermoso que alguien ha hecho por mí. Gracias. No respondí, no encontré palabras para hacerlo. La sensación, cálida y reconfortante, que me invadió al tenerla de ese modo hizo que mi corazón latiera con fuerza y mi cabeza diera vueltas. Su cabello olía a flores, pero ella desprendía un olor a vainilla que, en combinación, resultaba embriagador. Yo estaba embriagado por ella. Nuestro abrazo se prolongó un rato, aunque mucho menos de lo que me hubiese gustado, y cuando empezamos a separarnos, al intentar mirarlos a los ojos, nuestros rostros quedaron muy cerca, nuestras mejillas se rozaron, mi nariz casi tocó la suya, sus labios estaban a solo unos centímetros de los míos, y las ganas de besarla empezaron a ser insoportables. No podía recordar la última vez que había sentido una atracción así por alguien, y era incluso más difícil recordar cuándo había tenido que contenerme por última vez. Besarla sería la cosa más sencilla del mundo; incluso una parte de mí estaba convencida de que no me rechazaría. La tenía pegada a mí, casi podía oír sus latidos, sus labios rosados estaban entreabiertos y temblaban; podía tomarlo como una invitación. Podía sentir su aliento acariciando mi piel, y eso me estaba enloqueciendo, pero no lo hice, no la besé. Porque el ligero cambio en la presión de sus dedos sobre mis hombros me dejó claro que estaba asustada, así que retrocedí. No quería que recordara su miedo o su nerviosismo cuando pensara en nuestro primer beso… Por mucho que muriera por besarla en ese momento, no lo haría hasta que su cuerpo y su mente estuviesen en armonía. La solté, retrocedí un paso y alcé mis brazos al aire; tenía un plan que seguir. Al instante, empezó a caer confeti y globos dorados sobre nosotros. Ella se llevó las manos a la cabeza y empezó a reír. —Feliz cumpleaños, Leslie —exclamé cuando una de mis ayudantes se acercó con el mini pastel de girasoles. —¿Qué es esto? Estás completamente loco. —Aun sin cambiar su expresión de asombro, tomó la bandeja con el pastel y la sostuvo mientras yo encendía la vela. —Es un regalo de cumpleaños, Leslie. Y sí, supongo que estoy loco —me encogí de hombros y luego le dediqué un guiño antes de continuar en tono burlón—. Por ti. Ella no se sonrojó ni rio como yo hubiese esperado, sino que bajó la cabeza y apretó los labios con incomodidad. Pero antes de que pudiera preguntarle qué pasaba, ella levantó la mirada, la posó sobre algo a mi espalda y luego la devolvió a mi rostro… Ya no sonreía. —Por favor, no hagas eso. —¿Qué cosa? ¿El pastel? ¿Los globos?... —Todo, Logan. El pastel, los globos, la canción, el teatro… ¿Cómo lograste que te dejaran hacer esto? —Dinero. Te sorprenderían las cosas que se pueden hacer con dinero. Pero no entiendo… Acabas de decir que te gustó, que era la cosa más linda que habían… —Sí, lo sé, pero es una locura. Lo que haces por mí es una locura, y cometo el error de olvidarlo a veces porque eres encantador, y actúas como un sujeto corriente, y me agradas tanto, que se me olvida quién eres. Pero… —Rio con amargura—. Si las chicas en la oficina hubiesen sabido que fuiste tú quien envió las flores, hubiesen perdido la cabeza. Los ojos de la chica que trajo el pastel hace un minuto casi saltan de sus ojos al oírte. ¿No lo entiendes? —No. La verdad es que no entiendo —reí con nerviosismo; las cosas parecían estar saliendo muy mal y no entendía por qué. Ella durante un segundo se vio feliz y de pronto parecía muy ofendida. —Lo que haces por mí… Todas esas cosas que dices que sientes. No tienen sentido, Logan. Nuestros mundos son muy diferentes. Tú… un día estás en Nueva York, y al otro estás en Londres. Los fines de semana apareces en televisión y cada vez que voy al supermercado oigo tus canciones en los parlantes. Resopló y vio cómo la vela se consumía. Que no me permitiera cantarle cumpleaños por tener aquel ataque de irracionalidad me hizo sentir un poco triste, pero lo último que salió de su boca me hizo enojar realmente. —Yo no soy la chica con la que el mundo quiere verte. No soy la chica que quieres presentarle al mundo. Mantuve la boca cerrada unos segundos. Medité en decirle que lo que pensara el mundo no me importaba, porque en efecto, así era, pero estaba molesto, y algo me decía que su histérica explicación en ese momento era solo la punta del iceberg. —¿Y cómo es la chica que crees que quiero presentarle al mundo, Leslie? —pregunté con seriedad. Con la vista fija en sus ojos. Ella se removió y dejó el pastel sobre la silla donde estuve sentado mientras cantaba. Se rascó la nariz y luego el cabello. —No lo sé, Logan. Alguna modelo, quizás. La actriz de moda. La hija de algún empresario, tal vez… no lo sé. Alguien de tu clase. Alguien que tenga bonitos vestidos para ir a las bodas de tus amigos. —Bajé la cabeza y resoplé cuando sacó el tema del vestido otra vez—. Logan, yo… uso champú económico, ¿entiendes? Mi ropa es de almacén y probablemente eso cueste más de lo que tu papá me paga al mes. Miré hacia donde estaba señalando, el pastel que mamá y Nora habían preparado esa misma mañana, mientras yo estaba ahí ensayando con algunos chicos del coro comunitario de la ciudad. Decidí guardarme todo eso; a fin de cuentas, ella no parecía interesada en saberlo. —Logan, lo siento. Mi intención no es ofenderte, pero… —¿Por qué me ofendería que me creas un millonario pretencioso que solo se mezcla con otros millonarios pretenciosos? —Eso no fue lo que dije. —Eso fue exacto lo que dijiste. Y acabo de descubrir el primer defecto en ti, y es algo que no me agrada en nadie. —Ella me miró con intriga y temor—. Juzgas a las personas, y lo haces sin fundamentos. Sus mejillas se encendieron otra vez. —Pero ya que tú dejaste claro tu punto, voy a dejar claro el mío. Diciéndote cosas que obviamente no has leído en revistas, ni te has molestado en preguntarme. El rubor ahora cubrió todo su rostro. —He estado en muchas grabaciones de videos, en premiaciones, y en una cantidad impresionante de conciertos a lo largo y ancho del mundo. He conocido modelos preciosas, actrices hermosas, bailarinas sensuales, y un número absurdo de chicas normales con mi nombre en sus camisetas, agitando pósteres con mi cara para que se los firme. He visto rostros de todos los tipos, Leslie, y ninguno se ha quedado grabado aquí. —Levanté la mano y apoyé mi índice en el centro de mi frente—. Como lo hizo el tuyo desde la primera vez que te vi. —Logan… —A mí no me importa qué champú usas. No me interesa la marca de tus zapatos o cuánto crees que es demasiado por un pastel. Nuestras cuentas bancarias muestran cifras muy diferentes, soy consciente de eso, pero tener más o menos dinero que otra persona no es algo que me impida hacerme su amigo. No es algo que me impida enamorarme de alguien. Un ligero jadeo de su parte casi me hizo perder el hilo de mis pensamientos. —Si hay algo que me define, es que la opinión pública no me quita el sueño. Sonará melodramático, pero me gusta seguir mi corazón y lo que creo que es correcto, y esto… —Abrí los brazos otra vez, gesticulando hacia los restos de confeti, la guitarra y la sala en general—. Es lo que yo hago, Leslie. Soy un hombre detallista y, por suerte, mi trabajo me permite darme ciertos lujos; no veo nada de malo en eso. Este es el tipo de cosas que quiero hacer para ti. Solo quería regalarte un día especial. No me importa si el mundo quiere verme con un ángel de Victoria’s Secret. Conozco a algunas de esas chicas, son agradables, sí, pero ninguna de ellas eres tú. Y justo ahora solo te quiero a ti. Solo quiero escribir canciones para ti, solo quiero cenar contigo, charlar contigo… Solo quiero que me sigas mirando así. Y sé que te dije que lo tomaríamos con calma, sé que con esto echo todo eso por la borda, pero… —Me encogí de hombros—. Prefiero ser honesto. Sabes que me gustas, y eso solo nos concierne a nosotros. De la única persona de la que necesito aprobación para continuar haciendo esto, es de ti. Así que, si me lo permites, te llevaré a un bonito restaurante. Conseguiremos otra vela para poder cantar cumpleaños y hacerte pedir un deseo antes de que acabe el día, y si tengo suerte, me darás tu aprobación para cortejarte abiertamente. Leslie, que había lucido bastante afectada mientras yo hablaba, torció el gesto con confusión, pero viéndose algo más relajada. —¿Cortejarme? —Sí. Acabas de lanzar un reto sobre mí, Leslie. Y voy a sacarte todas esas ideas de que tú y yo no podemos estar juntos porque el mundo se escandalizaría. Déjame demostrarte que en nuestro mundo, solo importamos tú y yo. Acerqué mi brazo hacia ella, como lo haría un caballero de épocas pasadas. Ella se vio renuente, se rascó la sien con nerviosismo y miró con temor detrás del escenario, donde quizás estaban los demás escuchándonos. Por un segundo temí que me rechazara, pero al final me dedicó una tímida sonrisa y aceptó mi gesto. —Lo siento —susurró mientras empezábamos a dejar el escenario. —Descuida —respondí queriendo que olvidara lo que acababa de pasar, algo que yo mismo estaba intentando hacer, porque lo cierto era que esa imagen deslumbrante que tenía de ella había perdido un poco de brillo. No me gustaban los prejuicios, y no me gustaban las acusaciones sin fundamentos. Pero me recordé a mí mismo que todos teníamos defectos; Leslie no era la excepción, y ya aprenderíamos a manejarlo; pero esa noche me aseguraría de dejarle claro que para mí no había nadie más que ella.
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