Savannah entró a un salón al que la dirigió el hombre, aquel lugar era tan silencioso, las paredes eran de un color azul bebé, aunque el azul le gustaba, ese tono le causaba una nostalgia aburrida, había un olor a menta que embriagaba sus sentidos y no le agradaba, el salón estaba rodeado por libros, algunos libros podían ser viejos, en medio había una sala, un diván y un precioso sofá de cuero, que se notaba era la silla especial del señor Jones, como un trofeo en ese imperio, él tomó asiento y le hizo un ademan con la mano para que ella buscara su propio lugar, Savannah dudó de cual elegir, y al final se sentó en el sillón más lejano a él, aunque después se arrepintió, ese hombre tenía la mirada penetrante, muy fija en ella, que no dejaba de mover su pierna, como si fuera algo inevitable
