—No estoy seguro de que esa sea la actitud… Creer en ti solo porque otros lo puedan hacer no arregla tu problema de autoestima. Y no empieces con que eres el mejor, que eso te sirve con los demás, pero no conmigo. Yo sé quién eres, por mucho que te moleste.
—Y yo también sé quién eres tú —añadió Marc, dándole un codazo—, cosa que parece que se te olvida con más frecuencia de la que nos gustaría a ambos.
¿Qué pasa por tu cabeza? ¿Por qué no te estás riendo de nadie?
—Yo no me río de, me…
—«…río con», sí, lo sé. ¿Entonces?
Marcus apartó la vista de Marc con mucha dificultad, clavándola en las puertas transparentes del Starbucks. Allí se quedó un buen rato, solo paladeando lo tranquilo que se sentía en compañía de la persona más supuestamente irritante de Miami. Era la magia de la percep
