Jelena se esmeró en cocinar el estofado de jabalí para Merlín, aunque había tenido que pedir la ayuda de otras mujeres, porque no sabía muy bien cómo cocinar en leña. Y mientras Jelena preparaba la cena, Merlín entró en la carpa que habían levantado para que el Consejo de Guerra se reuniera. Ya se había extendido un gran mapa del mundo mágico sobre una amplia mesa, y Andrew lo miraba con atención mientras uno de los comandantes de Glenthon le decía cuáles eran las vías de escape por si...por si las cosas salían mal. Merlín se lamentó al ver la cara del joven emperador. Ya no era el hombre jovial, risueño e incluso inocente que había conocido hace unos años. La muerte de su padre, y para completar, el asunto de Edgrev, lo debía tener así. Triste, amargado y con la cara cadavérica