—Reunir un ejército...un ejército grande, el más grande que se haya visto en el mundo mágico —dijo Vlad, mientras él y su hermana entraban en la suite de su padre en el palacio —¡No se entienden ni entre los mismos pueblos de hadas, y ahora se supone que tengo que unir a todas las especies!
Jelena sabía que su hermano estaba iracundo no solo por el hecho de que tenía todo el peso del universo en sus hombros, sino por lo afectado que estaba por las palabras dichas por Lucifer.
—Cálmate —le dijo ella, abrazándolo.
La bailarina sintió cómo su hermano se destensionaba ante ese simple gesto. Los músculos del príncipe celestial se relajaron, y le correspondió al abrazo. Hundió su cara en la curva del cuello de Jelena, y soltó un sollozo que le partió el corazón.
Jelena, por un momento, odió a su padre. ¿Por qué tenía que ser tan duro con Vlad? Sí, es cierto eso de que fue un idiota por haberse dejado capturar por las tetas de una sirena, pero...no era la forma correcta de decírselo, y mucho menos llamarlo “chupapollas”.
Pero ella sabía que esa era la particular manera de hablar de Lucifer, y que se había acostumbrado a eso en tantos eones, que ahora simplemente las palabras hirientes le salían porque sí, sin poder controlarlo. Porque ese había sido su trabajo desde la caída: hacer sentir mal a las personas, en especial a los creyentes en Dios, al sacarle en cara sus pecados.
—Estoy segura de que él no quiso decir esas cosas. Ya verás que se disculpará contigo —aseguró ella, y él bufó, deshaciendo el abrazo.
—Él no sabe qué es eso de disculparse —se sienta en uno de los amplios sofás, con la amargura notándosele en la cara —. Es muy orgulloso como para pedir una disculpa.
—Él te quiere —insistió ella, sentándose a su lado —. Tras la guerra celestial, él nunca había vuelto a irrumpir en el Tercer Cielo de esa manera en que estaba dispuesto a hacerlo hoy. Nunca se había atrevido a llegar con su ejército, ni había amenazado con arrasar con todo.
—Lo hizo por Myrddion, no por mi —se intentó convencer Vlad mismo de eso, no queriendo aceptar que tal vez su padre sintiera algo por él —. Sí. Fue por Myrddion.
Jelena no siguió tocando el tema. Vlad es igual de terco que Lucifer. Se parecen más de lo que creen.
—Para que unas tetas no te vuelvan a hacer caer...deberías probar unas ¿Hace cuánto no tienes sexo con una mujer? —inquirió ella, y el ruso rodó los ojos.
—Sariel fue la única, eso lo saben todos ustedes —se encoge de hombros —, eso fue hace...joder, hace tanto tiempo ¿Tan viejos estamos?
—Necesitas follar con una mujer, porque incluso Raquiel lo ha hecho —dijo ella, sonrojándose al recordar las porquerías que hizo con el rubio en su cumpleaños —. Podrías...negociar con Marco. Que te deje estar con Sariel una sola noche, y que él esté presente si quiere.
—¿¡Estás loca!?—exclamó él, obviamente escandalizado —¡Yo ya no la veo con esos ojos!
—Raquiel y yo tampoco nos vemos con esos ojos, y aun así pasamos una buena noche. Tener sexo con alguien es...solo eso. Sexo.
—No voy a caer en tus perversiones, Jelena —insistió él, y ella rodó los ojos.
—Somos mejores amigas, así que ella me ha contado cosas. Cosas que no le cuenta a nadie más —se mira las uñas, haciendo un puchero. Hace rato que no se hace una manicura —. Ella siente que no ha disfrutado al máximo su sexualidad. Por supuesto que Marco es un maestro en las artes sexuales, pero ella quiere...experimentar. Quiere que sean dos hombres los que le den amor en la cama.
Vlad abrió los ojos como platos. No, se negaba a creer que Sariel, su Sariel, la que muy bien podría ser nombrada “santa” por ser la cristiana perfecta, tuviera esa fantasía s****l. Y no es que la estuviera juzgando, claro que no, las mujeres no dejan de ser menos virtuosas por cómo decidan llevar su vida s****l. Simplemente se sorprendió.
—Obviamente ella para cumplir esa fantasía s****l no quiere a cualquier hombre en su cama. Quiere a alguien en quien ella y su esposo confíen, y ese eres tú, hermanito.
—Marco va a decir que no. Raquiel va a decir que no, y yo digo que no. Punto final.
Pero esa imagen de Sariel en un sándwich con él y Marco logró prenderlo por un instante.
Por supuesto que Vlad ya no veía a Sariel con los ojos de antes. Todo ese deseo y lujuria que había sentido por ella fue reemplazado por cariño fraternal, pero...tal vez, solo tal vez, su instinto animal lo traiciona de a ratos.
—Ocupémonos de los asuntos verdaderamente importantes —dijo Vlad, poniéndose en pie —. El destino del universo pende de un hilo, o más bien...de una puñetera caja, y nosotros aquí hablando de cosas pecaminosas. ¡Dios nos va a reprender de lo lindo apenas regrese de donde quiera que esté!
Y mientras los hermanos seguían discutiendo, Merlín estaba en uno de los balcones del palacio, sosteniendo a un curioso Myrddion en el barandal, que señalaba las tres lunas que adornaban el bello horizonte del Tercer Cielo, y no dejaba de parlotear con sus explicaciones sobre cómo era posible que hubiese tres lunas en ese lugar, y que hubiese castillos flotantes y que el agua pareciera perderse entre las nubes.
—De por sí, este es un lugar en donde todas las leyes cosmológicas se rompen —habló el niño, mientras Merlín lo escuchaba con suma atención —, y eso es porque este lugar no hace parte del cosmos, al igual que el infierno —forma con sus manitas un círculo —. El Tercer Cielo es un supra mundo —baja un poco más las manos —, y el infierno es un inframundo. Son, por decirlo así, universos distintos, en donde las fuerzas cósmicas convergen de una manera que escapa al entendimiento humano.
El niño siguió parloteando sobre el tema del cosmos, el Tercer Cielo y de que definitivamente había un Creador, con una pasión tal, que el mismísimo Merlín se sintió...bruto a comparación de lo sabio que parecía ser el niño, aun cuando solo tenía ocho años. Es como si Myrddion ya hubiera nacido con un chip en el cerebro con todo el conocimiento habido y por haber sobre el universo. Una biblioteca andante.
—Myrddion...hay algo que tienes que saber —dijo Merlín, cuando el niño al fin se cansó de hablar sobre el universo y su composición —. Como supongo que ya sabes, tus padres, ellos...bueno...
—¿Se separaron? Sí, lo sé, papá me lo explicó, y ha llorado mucho por eso —dijo el niño, mientras jugueteaba con la túnica de Merlín —, pero él dice que fue por mi bien, que yo no tengo la culpa, y que seguiremos siendo una familia.
—Sí, él seguirá siendo tu papá —acaricia la dorada cabeza del niño —, pero lo que no quiero es que crezcas pensando que yo tuve la culpa de eso.
—Descuida, padrino...creo que todos ya saben que mi mami y tú se aman mucho, yo siempre lo he sabido —dijo el niño con toda la naturalidad del mundo, y el mago se sorprendió.
—¿En serio?
—Sí. Ustedes se miran de una manera única, como si el uno fuera el universo del otro —dijo el pequeño, para nada triste, sino más bien, como si hubiera estado esperando el momento en que su mami se juntara de nuevo con el mago —, y mi papi dice que si ella es feliz contigo, él también es feliz.
Merlín sonrió, y no le quedó duda alguna de que Alec es el mortal más honorable que conoció alguna vez, aparte de Arturo, claro.
Cualquier otro hombre despechado hubiera hablado mal de su ex mujer, y pondría a los hijos en contra suya y en contra del hombre con el que ella se fuera.
Pero Alec demostraba una vez más por qué Jelena se había enamorado de él.
—Prometo hacer feliz a tu mamá, respetarla y honrarla —le besa las manitos al niño genio —. No sabes lo feliz que me hace tener tu bendición.
—Será cool decir en la escuela que tengo como padrastro al mago Merlín, aunque nadie sepa quién es —dijo el rubio, y el mago soltó una leve risotada —. Cada mundo tiene sus personajes legendarios, y el de esa galaxia es un tal Antraz, dicen que es el mago más poderoso de todo el universo, pero yo obviamente les digo que no es así, que el más poderoso eres tú.
—Oh no, es tu tía Sariel la más poderosa. Yo soy un simple médico.
Jelena observó a los dos hombres de su vida apoyada en el marco de la puerta, no pudiéndose sentir más feliz porque ambos congeniaran tan bien, y que Myrddion se estuviera tomando tan bien el asunto del divorcio.
—Vamos, cariño, te llevaré de vuelta con tu padre, el pobre ya debe estar que se muere al ver que te secuestraron —le dijo Jelena al pequeño, que seguía en brazos de Merlín —. Si es que no le dio ya un infarto.
—Supongo que yo regresaré con Vlad al mundo mágico —dijo Merlín, consciente de lo que tenían que hacer.
—Sí. Mi hermano necesitará ayuda para explicarle al Consejo de la Unión por qué tienen que olvidar sus diferencias y reunir un gran ejército, uno que nunca se ha visto en esos lares —toma a Myrddion de la mano y hace aparecer la espada de la Luz en la otra —. Nos vemos al rato, cariño.
—Nos vemos —dijo él, guiñándole un ojo, y ella desapareció con el niño en el portal.
A Merlín se le crispó la mandíbula y la ira regresó a él. Solo estaba pensando en una cosa: en lo mucho que haría sufrir a su padre por haberse atrevido a tocarle un pelo a Myrddion, su ahijado, y ahora, hijastro.
Nadie tocaba a su familia.
Y nadie, nadie se salvaba de la furia del mago Merlín.
Porque no por nada es que Merlín tuvo que ser encerrado en el infierno en una jaula de cristal encantado que inactivara su magia.
Y eso fue porque el mismísimo Lucifer le temía a su magia destructiva.