CAPÍTULO DIECISIETE Mycoples estaba acostada en la cubierta de la embarcación del Imperio, acurrucada en una bola, debajo de la malla de Akron, que la reprimía. Abrumada por la tristeza, sentía el movimiento del océano debajo de ella, el suave vaivén de la embarcación y abrió un ojo, sólo un poco. Vio a los soldados del Imperio deleitándose, bebiendo, celebrando, evidentemente emocionados por haber sometido a un dragón. Ella sentía dolor por todo el cuerpo, donde la habían pinchado y empujado y apuñalado. Miró hacia afuera, más allá de ellos, y Mycoples vio las aguas amarillas del Tartuvio, llegando hasta donde alcanzaba la vista. Mycoples cerró los ojos otra vez, deseando que todo esto desapareciera. Ella deseaba poder regresar a su tierra natal, a la tierra de los dragones y estar con