CAPÍTULO DIECISÉIS Thornicus estaba sentado en un pequeño bote, solo, a la deriva en el mar, en territorio desconocido. Miró a su alrededor, buscando algo que reconociera, pero el paisaje era totalmente extraño para él. Sentía que estaba lejos de casa, al otro lado del mundo, y que nunca volvería. Nunca se había sentido tan solo en su vida. Thor se inclinó en la proa y miró hacia abajo a las aguas, y al hacerlo, vio un rostro que lo miraba. Pero no era su cara; sino el rostro de su padre. Andrónico. "Thornicus", se escuchó una voz. Thor se reclinó y miró hacia arriba, al sol, que se abría camino detrás de las nubes. Entrecerró los ojos y vio ante él un enorme acantilado y en su cima había un castillo, el sol brillaba detrás de él. Había un puente de piedra arqueado, estrecho, en lo a