CAPÍTULO III No cabía duda alguna de que el Príncipe sabía montar. Mientras galopaban, Meta advirtió que era mejor que Richard, a quien ella siempre había considerado insuperable. De hecho, parecía tan compenetrado con su caballo, que era como contemplar una soberbia actuación en un escenario. Natalia también lo hacía muy bien y muy elegantemente. Al principio, Meta se sintió avergonzada de que su traje de montar estaba pasado de moda. Y no era de tan alta calidad como el de Natalia Pero una vez que montó a Firefly, se olvidó de todo, excepto del placer de cabalgar sobre él. Y si no podía superar a sus huéspedes, al menos se mantuvo al mismo nivel que ellos. Galoparon por el terreno llano que terminaba con una valla alta que todos los caballos saltaron con facilidad. Cuando llegar