Remitente: Tte. Scott R. Johnson.
Estación Kodiak de la U.S.C.G División de Búsqueda y Rescate. Isla Kodiak, Alaska, 99615
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Destinatario: Hannah Navarro.
Número 25, Jefferson Street, Lafayette, Luisiana, 70501
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Agosto, 28, 2010
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Srta Navarro:
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Sí, recuerdo perfectamente la misión de la que me habla; aquella fue una de las más difíciles situaciones que me ha tocado afrontar. Y tiene toda la razón: esa noche el infierno se desató sobre Alaska y los que aquí vivimos solo pudimos rogarle a Dios que la tormenta acabara pronto.
Motivado por la misma tormenta, muchos de mis compañeros estaban en misiones distintas; la base prácticamente quedó sin personal durante un par de horas; cuando llegó el llamado de auxilio del barco de su hermano, yo apenas estaba regresando de otra misión y como ya tenía el equipo preparado… realmente solo me bajé de un helicóptero y subí a otro; eso normalmente no se permite, pero la situación era extrema y requirió medidas desesperadas.
Sí, recuerdo que había siete hombres en el barco esa noche, y con mucho esfuerzo logré sacarlos a todos. Gracias al Señor tuve el tiempo suficiente para hacerlo. Para subirlos al helicóptero, pero por desgracia no fue tiempo suficiente para que todos pudieran vivir. Dos de los tripulantes no lo lograron, uno murió en el helicóptero pese a que mi compañero le practicó RCP durante todo el camino al hospital, y otro ya estaba muerto cuando llegué hasta él. Tenía una herida grave en la cabeza y no hubo forma de ayudarle.
Le confieso que cada vez que recuerdo esa misión pienso que pude haberlo hecho más rápido, llegar a ellos antes; me pregunto si eso hubiese cambiado algo, que tal vez la historia hubiese sido otra, y aunque todos los registros sobre el caso afirmen que no había nada más que pudiera hacer por ellos, en trabajos como el mío, las muertes, aunque son usuales, suelen carcomer nuestra conciencia, incluso aunque sepamos que no hubiésemos podido evitarlas.
Cuento con los dedos de mis manos las muertes con las que me ha tocado lidiar, por encima de las cientos que hemos salvado, y aun así hay situaciones en que el sentido de culpa es muy pesado para poder dormir tranquilo.
Y está en lo correcto, cuando finalmente subí al helicóptero me desmayé; como le dije, venía de otro rescate y no le di a mi cuerpo el tiempo para recomponerse; por el esfuerzo excesivo terminé desgarrándome varios músculos de la espalda y el dolor me hizo perder el conocimiento.
Estuve hospitalizado una semana, y fuera de servicio por casi cuatro meses. Casi pierdo la cabeza; pasé todo ese tiempo encerrado en mi casa sin poder hacer nada (no tiene idea de lo importantes que son los músculos de la espalda para realizar cualquier actividad). Hombres como yo no podemos estar así.
Pero en fin, creo que ahora la comprendo. Entiendo el motivo de sus cartas y su agradecimiento conmigo, así que… De nada. Hice mi trabajo y lo volvería a hacer con la misma determinación de entonces.
Espero que su hermano se encuentre bien y goce de buena salud, y que nunca vuelva a verse en una situación como aquella, porque estoy seguro que quedó igual de marcado que yo.
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Atentamente.
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Tte. Scott R. Johnson.
División de Búsqueda y Rescate de la U.S.C.G