Había estado hace como 5 segundos en las puertas de la muerte, y a pesar de eso en lo único que me podía concentrar era en tener a Enzo sobre mí. Con gritos de fondo y mucho movimiento que no me reparo a investigar, seguía hipnotizada en sus ojos azules, en su olor a madera, en el peso de su gran cuerpo sobre el mío. Pero el shock del aturdimiento no puede durar para siempre. —¿Puedes hablar? — cuestiona Enzo posando su mano izquierda en mi mejilla. Su contacto y pregunta me hace salir de donde sea que esté. Pestañeo varias veces y los ruidos comienzan a sonar más presentes que nunca. Hasta el punto de que mis oídos lastiman. Soy más consciente de mí misma. —Sí, creo que sí estoy bien — hablo tratando de sonar certera. No lo debo sonar mucho. Enzo me mira poco convencido y me ayud