Después de los orgasmos, los cerebros son capaces de razonar mejor. Y el mío estaba razonando en que era una estúpida. Recuerdo mi molestia, recuerdo el rechazo de Enzo y el ridículo dolor que me causaba. En consecuencia, a este, lo empujo por su pecho para que me suelte. Él corresponde a este movimiento, se separa de mí y con eso, soy libre de estar nuevamente sobre mis dos pies. Me pongo mi ropa interior como puedo y salgo del cubículo directo al lavamanos. Abro la llave y compulsivamente froto mis dedos. Quisiera que el agua me ayudase a calmarme, pero eso es inútil. Tampoco recibo algún tipo de consuelo de parte de este hombre. Este hombre que veo por el reflejo del espejo, saliendo con sus pantalones pulcramente en su sito, y que se queda sin decir nada. Sin tocarme, sin darme expli