El restaurante estaba decorado con la cristalería de la más fina de la región y su luminosidad era como presentar una estrella de la farándula. Era uno de los restaurantes más románticos y por eso él lo escogió, quería que ella se sintiera cautivada, por el detalle, y tenía otros si ella le daba por fin el sí que tanto él deseaba escuchar de ella.
La bella Lucía miraba con asombro el rostro pétreo de Jesús Antonio.
—Ya te dije que me es imposible casarme en estos momentos y mucho menos tener hijos.
—Pero… — Jesús Antonio la miraba y no lograba entender las palabras de su novia — nosotros hablamos que pasamos dos años de nuestro noviazgo oficial nos casaríamos y comenzamos una familia juntos.
Ella miró el lugar con hastío y fastidio.
—Sí, ya lo sé — dijo fría — pero, JA, piensa. Estoy en la cima de mi carrera, no es lógico pensar que arroje todo por la borda solo para casarme contigo —. Las palabras frías y sin ningún sentimiento. Estas palabras lo paralizaron.
Él retrajo la mano que tenía sobre la mesa donde aún sostenía aquel fino anillo.
—¡Vaya, pero sí que eres fría! No solo lo aparentas, sino que lo eres — le dijo entre dientes — Sabes, yo pensé que podríamos hacer una vida juntos, de pareja y tener hijos, pero por lo visto en tus planes jamás he estado yo ¿Cierto?
Ella dejó escapar el aire de sus pulmones por la boca, mostrándose exasperada.
—Pues… — bajo la mirada al hermoso anillo que yacía en la mesa — la verdad es que para mí es más importante mi carrera, viajar por todo el mundo. Y si me caso, eso sería atarme a un solo hombre…
Él se recostó en el espaldar de la silla.
—¿Un solo hombre? — Los ojos marrones se oscurecieron casi como la noche al mirarla. Sentía que tenía frente a él una mujer muy distinta a la que él creía conocer. Esta era fría, calculadora, ambiciosa.
— Ya entiendo — tomo el anillo y lo guardo en el bolsillo de la chaqueta —No te preocupes, no volverás a saber nada de mí, ni de mis egoístas intenciones.
Con un ademán llamo al mesero y pidió la cuenta.
—Tal vez busque a una mujer que quiera tener un hijo y que su sueño sea criarlo y brindar amor a un pobre crédulo como yo — p**o y se levantó— Adiós, Lucía espero que seas muy feliz.
Él comenzó a andar y la mujer muy tarde recapacitó sobre sus palabras. Rápidamente le dio alcance y lo tomo por el brazo para detenerlo y poder convencerlo de que todo era un malentendido.
—Pero… pero J.A., no tenemos que terminar, no es para tanto, podemos tener una relación abierta, como hacen muchas parejas — le toco la mano para tratar de detenerlo —Podemos ser…
Él sintió asco de esa mujer.
—¿Amantes? — la miro con desprecio al tiempo que quitaba su mano, para romper el contacto físico — Pareces que has tenido muchos amantes, incluso teniéndome a mí – le dijo con rudeza y con cierta frialdad.
Su desprecio la congeló y ella tragó.
— No gracias, yo no tomo sobras de nadie, que las tomen de mí, no me importa – le quito la mano que lo sostenía y lo hizo con un gesto de asco — adiós.
Era sábado y la amargura llenaba el corazón de Jesús Antonio por el rechazo tan abierto de Lucía, pero eso no lo iba a detener a seguir adelante. Solo tenía que esperar que el tiempo lo curara, ya había pasado una semana y ella lo estaba llamando en varias ocasiones, pero siempre se negó.
No iba a perdonar la desfachatez de su exnovia, ella pensaba que él se moriría por ella, pero estaba muy equivocada, con tanta mujer bonita, que lo rodeaba.
Siempre pensó que en las relaciones tenía que haber respeto, comprensión, diálogos, acompañados de amor, pero él ni siquiera se había enamorado de ella, se sentían bien juntos, solo era eso, buenos compañeros.
Sentado desde la barra del disco—bar su mirada, barrió todo el lugar mirando a las personas que bailaban en la pista y sus ojos se posaron en una joven que bailaba con un rubio.
Ella se mueve al ritmo de la música, movimientos como si su cuerpo fuera la seda suave y maleable a los movimientos. Ella lo miro por un instante, él siente que su cuerpo responde, ella enseguida quitó la mirada cortando el momento tan sensual.
— ¡Wow!, ¡Qué mujer, y sobre todo que mirada!— exclamó sorprendido por aquella impactante mirada.
Sus ojos no se desprendieron de aquella chica. La vio acercarse a una mesa donde había varias personas, era un grupo bastante grande.
Bebió un trago de su vaso, si seguía así perdería la conciencia, se sentía bastante mareado, se giró y se quedó mirando al barman.
—Por favor, llénalo— le indico al barman.
Trato de buscar a la mujer que le llamo poderosamente la atención, pero esta desapareció de su radar.
—¡Que de malas!— rio al no ver a la chica.
De repente escucho una voz que le estremeció de placer.
—Oye, ¿A qué hora te vas? — Mary Luz le preguntaba a Luis — ¿Demoras mucho?
—Uffs, con lo lleno que está el lugar, creo que como en dos horas o más — dijo el joven de cabellos rubios que atendía en la barra. Y se apartaba de ella para servir otros tragos.
Jesús Antonio al escuchar la voz que le pareció placentera también le parecía conocida y giro su cabeza y se encontró con la mujer que había visto bailando y sus ojos brillaron de satisfacción.
—«Al menos no voy a pasar la noche en blanco»— pensó, bastante mareado por el licor.
—¿Nos conocemos? — Él la miraba intrigado — Discúlpame, pero me pareces conocida — le sonrió.
Ella lo miro y esta torció el gesto con disgusto.
—No, si lo conociera, lo reconocería — dijo Mary Luz nerviosa — con permiso — trato de escapar de él.
—Cálmate, no te voy a comer — dijo burlón. Aunque la mujer estaba para comérsela y chuparse los dedos. Tenía frente a él a una mujer despampanante, sus largos cabellos caían sobre sus hombros y reposaban en su pecho, sus senos están erguidos, siguió bajando la mirada y se estrelló en un vientre plano y unas piernas.
—«¡Qué piernas!» — pensó en cómo le encantaría tener esas piernas alrededor de su cintura apretándolo contra él. Ese pensamiento lo puso duro.
Ella lo miro fijo.
—¿Tratas de ligar conmigo? — sonrió, pero era más una mueca que una sonrisa.
— ¿Por qué no?. ¿Estas con tu novio? — se levantó y se acercó poniéndola más nerviosa y él lo percibió — ¡No te soy indiferente! — sonrió con un brillo malicioso en los ojos.
Ella suspiró y torció la boca nuevamente.
—¡Bueno, parece que al fin te has fijado en mí! — dijo malhumorada en voz baja — o solo… ¿Piensas en burlarte?
Él frunció las cejas al oír aquel comentario que no comprendió.
—¿Burlarme de ti? — Él meneó la cabeza extrañado por el comentario — Jamás me burlaría de alguien como tú — y con su mirada barrió el cuerpo de la joven.
—Oye, mi reina — la interrupción de Luis hizo que los dos se fijaran en él — espérame en la sala vip, y luego nos vamos — le sonrió.
Ella le sonrió cuando le respondió.
—Ok, entonces nos vemos luego — se despidió con la mano y le lanzo un coqueto beso. Se dirigió a la zona de vip donde Luis la había enviado.
Jesús Antonio escuchó con atención.
—Te puedo acompañar— dijo el hombre al verla caminar y alejase de él — nos podemos beber algo. Me llamo J.A.
—Porque no, me llaman Reina — le dijo sin darle importancia, pero la verdad era que temblaba todo su cuerpo era consciente de las sensaciones que ese hombre despertaba en ella, siempre había sido así— y… su novia, no vino con usted—. Quiso saber
—No tengo novia— dijo mientras posaba una mano en su cintura y la guiaba a la mesa indicada, luego pidió dos tragos — y… ¿Tú tienes novio?
Ella resopló.
—¿Eso importa? — Lo miraba. Era aún más bello de lo que recordaba, aunque ahora se veía más maduro, más… «¿Qué hacía el hermano de Jennifer solo en ese lugar?» pensó la joven. «¿Por qué le dijo que no tenía novia?», «según se hermana, pronto ellos se casarían»— meditaba la joven sin dejar de mirarlo.
— Solo vine a divertirme un rato, pero mis compañeros de trabajo ya se marcharon y estoy esperando a Luis para que me lleve a casa— le indico al joven de la barra.
Jesús Antonio miró hacia la barra y vio al chico.
—Ah, pero son algo, ya tú sabes novios, amigos con derechos…— tomo un trago, pero no apartaba la vista de ella, ella tenía algo familiar que lo atraía, pero no podía saber que era.
—Eso, no te lo voy a decir— dijo entre risa y bebía un trago, pasaron un largo rato bebiendo y el licor los volvió cada vez más eufóricos y desinhibido.
—Me gusta, Reina— le tomó la mano — ¿Pasarías la noche conmigo? — la miraba como si quisiera grabarla en su mente, pero su cerebro lo tenía anegado por el alcohol.
Ella lo miro y tenía tantos años amándolo, deseándolo en silencio que no le importaba que él la tomara por una noche y la hiciera vivir cada uno de sus sueños.
Ella solo concibió la idea de ser suya aunque fuera esa noche y que él nunca supiera su identidad, no permitiría que él se burlase de ella otra vez, pero para tenerlo a él, ella no tenía orgullo.
—¿La noche? — Ella lo miro arrebolada, de solo imaginárselo dentro de ella, se emocionó — ¿Por qué no?
Ella le sonrió y el rostro de él se iluminó.
Él la tomo de la mano y salieron de la sala de vip, ella se dirigieron a la barra donde le aviso a Luis que se iba a casa en taxi porque tenía mucho sueño. Ya en la salida del lugar él la esperaba y abrió la puerta y le indico al conductor a donde irían.