Llegaron a un lujoso hotel, porque era lo que ella pidió, aunque él quería llevarla a su casa o al apartamento de ella, pero ella lo controlaba, insistiendo en un hotel para tener una mejor intimidad.
Él no iba a entrar a un debate por una tontería como esa. La deseaba con locura, no iba a darle la oportunidad para que ella se arrepintiera de estar con él.
Tan solo al cruzar el umbral él la tomo en los brazos y comenzó a besarla apasionadamente, ella por mucho tiempo desea que sus manos graben su cuerpo y que él le enseñe las delicias de la pasión y por fin se cumplan sus más escondidos sueños y deseos.
—Oh, Reina, eres encantadora y embriagadora — murmuraba él excitado — te deseo con locura.
Ella con manos temblorosas se dispuso a quitar los botones y abrir la camisa para acariciarlo, lo que deseaba tanto.
— ¡Eres hermoso! — murmuro ella emocionada y jubilosa.
—¿Te gusto? — sonrió engreído — ¡Qué bien!
Ella lo miraba excitada y arrebolada por las palabras de él. Él tomó su boca con frenesí y penetró su lengua con tal fiereza que dejo sin aliento a Mary Luz, que solo se limitó a responder ya gemir de deseo.
Ella acariciaba sus cabellos y entrelazaba en su cuello sus manos, para aferrarse mucho más a él.
Con manos expertas él sacó su blusa de sus pantalones arrojándola sobre un sillón y dándose prisa bajó pronto los pantalones y quitándoselos, para dejarla solo bragas y sujetador, la admiraba con devoción y sus ojos brillantes de manera extraña.
—¿Seguro que no nos habíamos conocido antes? — había algo en ella que le llamaba de manera poderosa la atención. Muy en el fondo ella parecía estar en sus pensamientos, en sus memorias.
Ella tembló de placer al sentir aquella cálida mirada sobre su desnudo cuerpo.
—No, estoy segura — respondió nerviosa y para que no siguiera preguntando, se acercó sensualmente y le frotó su cuerpo encendiéndolo aún más — ¿Quieres hablar o actuar?
El hombre simplemente perdió el control y el olvido lo que estaba pensando.
—¡Oh, sí que sabes cómo poner a un hombre a tus pies! — la levanto en sus brazos como si no pesara nada y la llevo hasta la gran cama y el depósito con extrema suavidad — ¡veamos qué sabes hacer! — le murmuro al oído — ¿Te estás cuidando o necesito ponerme algo?
Ella lo miro con ojos brillantes.
—Tranquilo, me estoy cuidando— le dijo algo pensativa, reflexionando en algo que el médico le dijo ese mismo día.
Él se inclinó y le quito las prendas que ella aún tenía y enseguida se desnudó arrojando su ropa con descuido por todos lados.
Ella al verlo totalmente desnudo se ruborizó y a la vez se preocupó al ver el tamaño de su erección, pensando si sería capaz de recibirlo dentro de ella, en especial si esa sería su primera vez, «¿Cómo reaccionaría él al saber que era virgen?» pensaba la mujer.
Él se acostó sobre ella y se apoderó de su boca y comenzó a besarla apasionadamente, mientras acariciaba sus senos los cuales estaban duros.
—¡Eres hermosa!— murmuro emocionado, bajo la cabeza y se adueñó de un seno engulléndolo mientras acariciaba con suavidad el otro, lo hacía de manera rítmica, despertando aún más el deseo de él y el deseo de Mary.
—¡Oh, J.A., por favor!— murmuraba excitada por las caricias de él.
Ella sentía con una llamarada encendía todo su ser, invadiendo desde lo más íntimo, podía sentir la humedad en su centro hasta hacerla abrir las piernas de manera inconsciente invitándole a que él tomara lo que ella ofrecía en esos momentos.
Él entendió la invitación muda y bajo con suavidad llenando con caricias el vacío tanto de él como el de ella, un vacío que quería ser lleno con el amor y la pasión de ellos, aunque aún no lo supieran. Él comenzó a bajar lento y a besar su vientre mientras una mano acariciaba un seno y con la otra él abría, más las piernas de ella para colocarse bien en el centro.
—Sí— murmuro deleitándose en su labor – dóblalas un poco cariño — le decía amorosamente mientras le guiaba a acomodar las piernas como él lo deseaba.
Con los dedos muy suavemente abrió los pliegues y acaricio el botón rosado, causando un estremecimiento a Mary Luz por la nueva sensación descubierta en manos de él.
—Sí, eres muy sensible, y estás muy húmeda— murmuraba al introducir un dedo— ¡Hum, y estás muy apretada!
Ella trataba por todos los medios de controlarse para no mostrarse ni ansiosa ni nerviosa, tenía miedo de lo que pasaría a continuación, porque había escuchado que la primera vez dolía mucho y si el hombre no lograba excitar a la mujer de manera correcta era mucho más dolorosa la penetración.
Él esperó paciente que ella llegara al orgasmo y al verla la miraba con satisfacción.
—¡Si, así nena! — murmuraba complacido al verla estremecerse y retorcer su cuerpo debido a la sensación del placer. Él se sentía eufórico, pleno, era nueva esta extraña sensación que despertaba esa mujer.
—¡Oh, esto es fantástico! — grito satisfecha, sintió como subía a toda velocidad y en un instante, para bajar precipitadamente hacia la sensación más devastadora rompiéndola en mil pedazos de emoción —¡Oh, eres genial!— respiraba agitada y lo miraba arrebolada.
Los ojos de él brillaban por el éxtasis que le provocó verla llegando al orgasmo.
—Sí, sí que lo soy — dijo el burlón y muy orgulloso de sí mismo de verla colorada por la experiencia s****l y que él era su instrumento.
—Ahora, vamos por otro— le dijo mientras besaba su boca apasionadamente sin dejarla descansar, ella aún vibraba en sus brazos cuando el experto en las artes amatorias ponía todo su empeño de hacerla llegar a la cima del deseo.
Penetro a través de la abertura de sus piernas y al sentir resistencia la miro serio.
—Estás muy cerrada — volvió a moverse instintivamente y no apartaba los ojos de ella — No tienes mucha experiencia, ¿Cierto?— su sonrisa era pícara al darse cuenta del regalo que se le había otorgado esa noche.
—Parece que no— murmuró ella nerviosa respiraba muy rápido sin apartar su mirada de él, quería grabar ese momento que para ella era muy especial.
—Tranquila, lo haremos con calma — la miraba, sus ojos brillaban de manera poderosa haciéndolo sentir el hombre más satisfecho — Te haré mía esta noche y no me olvidarás — se jactaba, pero él no entendía su reacción. Esa mujer lo hacía sentir posesivo y más arrogante que de costumbre.
Se movió con una pasmosa lentitud y poco a poco fue penetrando hasta que la barrera cedió ante su invasiva incursión, ella dio un grito ahogado, pero él enseguida la besó trayéndola nuevamente al momento de mayor excitación. Sus movimientos fueron ahora más rápidos y posesivos, ella había sido suya, él había sido el primero, pero dejo de razonar cuando sintió que se acercaba a su máximo de excitación.
—Oh, Reina— murmuraba emocionado por el momento de excitación — ¡Eres mía, solo mía! — Y se descargó al lado de ella pesadamente, el cansancio, el alcohol y la fatiga le paso factura — Me gustas, mi Reina.
Ella lo miraba como él dormía plácidamente, le acaricio las cejas, las líneas de la boca, desde el primer momento que ella lo vio se enamoró perdidamente de él. Fue amor a primera vista, pero él jamás la miro.
Suspiró.
Ahora, él yacía dormido y relajado, quito con suavidad el brazo que se aferraba a su cintura y lo escucho balbucear unas palabras poco inteligibles, rápidamente se vistió y se marchó.
Llego a su apartamento y sonriendo había cumplido un sueño que jamás pensó realizaría.
Había estado con Jesús Antonio Montalbán ni más ni menos, el hermano de su mejor amiga, ahora sí que jamás volvería a la mansión, aunque ella nunca iba cuando él estaba, por eso no la reconoció, él no sabía que era ella. Que era la mujer a la que él había despreciado por fea e insípida.
Río al imaginar que cara pondría al saber que se había acostado con ella, aún recordaba las palabras de aquella noche. Noche, en que su hermana con premeditada intención los había dejado solos.
— Jennifer está loca, si crees que me voy a acostar con una mujer tan fea como tú, jamás lo haría, ni borracho— le grito furioso.
La sonrisa de Mary Luz ilumino su rostro dejando ver los hoyuelos que adornaban sus mejillas.