25 x Duda

4584 Words
Damager, Liberty. Era Borges. Aún continuaba acostada en el diván para cuando Alanys partió rumbo al sistema Barshee, para poder encontrarse con Howl en el planeta Einity, mis ojos continuaban cerrados para cuando en ese momento Enalis entro y empiezo a despertarme. —Solaris Yakuza se encuentra en el recibidor…esperándote Era—Susurra a mi oído con ternura. —Lo se… Roxanne me había informado anteriormente—Anonadada. —Bien—Bufa—Alanys partió al planeta Einity hace unos minutos…al parecer envenenaron a Howl con arsénico según lo que informo Miaumen—Susurra preocupada. —Había una bomba en su cuello… pero eso o era lo que iba a explotar sino las pequeñas capsulas que poseía en puntos específicos de sus músculos, se detonaban con una señal exterior, por eso siempre vivía asustado y burlándose de la vida —Conjeturo—Nunca se dejó hacer exámenes médicos en Liberty y mucho menos dejarse escanear con alguien…empiezo a creer que Jeriko lo observaba todo el tiempo—Susurro nostálgica. Enalis observa hacia la puerta y luego toma mi mano. —Los únicos depredadores a los que los humanos deben temer es a ellos mismos—Trémula. No me costó mucho tiempo entender que era lo que intentaba decirme con esa frase. Realmente estaba agotada y tenía porque ya que quedarme despierta para calamar a Alanys Berellon no fue exactamente la mejor idea que pude tener. —¿Alex realizo la cirugía? —Pregunto consternada. Enalis baja la cabeza. —Si…estaba preparado para realizarla una vez Howl cayera al suelo—Frunce el ceño—Ahora posee un cuerpo robótico y mucha fuerza para enfrentarse a su despiadada hermana—Declara con severidad. —Es complicado—Gruño. En una sola noche vague por los recuerdos y memorias de Alanys Berellon, para descubrir porque Jeriko Yakuza los odiaba tanto y termine pasando por situaciones complejas que me agotaron por completo, hasta que en algún punto de todo eso me topé con la verdadera razón de su odio. —Debiste dormir y no conectarte psíquicamente con ella—Aclara mi hermana. Mientras yo me levantaba del diván porque hacer esperar a Solaris significaba hacer esperar a Alanys Berellon y mientras ella estuviera baja mi cuidado, era toda mi responsabilidad y eso era justamente porque Howl la postulo como su sucesora. —Tenía que sanarla, necesitamos que este a toda potencia cuando se le realice la prueba Enalis—Espeto—Porque los humanos merecen un lugar en el universo, no podemos seguir dejándolos varados en el mismo, ellos también deben aprender que no pueden seguir imponiendo un control que nunca han tenido—Suspiro. —Debo admitir que tienes razón—Sonríe—Eres una buena líder Era—Me halaga y se acerca a tocar mi rostro con dulzura. «Lo sé» Pienso con una débil sonrisa antes de que ambas nos retiráramos a caminar por el pasillo hasta el recibidor. Nunca podría cansarme de la vista marina que nos permitía el suelo transparente después de todo fue mi idea trabajar en ello para ambientar el lugar como era debido, recuerdo que cuando decidí ayudar a Howl con su extraña misión Solaris estaba de por medio en ello, siempre acompañando y ayudando a su hermano menor sin que el se lo pidiera, tal vez por eso intento alejarse y ocultarse de Howl al sumirse en sus responsabilidades solo para que sus fracasos no fueran más obvio. Respiro profundo. Porque ya se acercaba el momento de ponerme frente a él y por fin aceptar su propuesta, una propuesta de la que no tenía idea de que tan correcta debía ser mi respuesta hacia ello, a decir verdad los humanos me fascinaban, sentían más sensaciones en la profundidad de su consciencia que en la profundidad de otros seres. Cuando decidimos y aceptamos que ya eran lo suficientemente desarrollados para poder evaluar sus habilidades terminamos revelando nuestra existencia a los temerosos humanos, para después descubrir que lo que habían avanzado no era tan impresionante como su rechazo a lo extraño su temor, pero con alguien como Alanys en el consejo todo sería diferente, había pasado por tanto y sabia tanto que sin duda alguna su experiencia sería de gran ayuda en la misión que teníamos en mente. Pasaba más tiempo pensando en las circunstancias a mí alrededor que en mí. Pero cuando veía y convivía con Solaris mis perspectivas de lo que debía hacer se confundían, pasaba de un momento a otro de pensar que algo era correcto a no saber qué hacer. —Mi amada—Reverencia con elegancia mientras me observa. Me ruborizo de solo verlo, mi apariencia humana me permitía sentir mucho más de lo que pude haber sentido como Etherografo en toda mi vida. A su espalda se encontraban varios escoltas humanos que de inmediato quedaron embelesados con mi hermana y conmigo, todos estaban vestidos como guerreros con trajes rojos, el color favorito de Solaris. Sonrió levemente. Mientras observo el lugar rápidamente puesto que los Cathros se mantenía bien alerta, la especie más desconfiada tenia porque desconfiar de los humanos aun cuando los Cathros fueron quienes los ayudaron a avanzar en la tecnología muchos millones de años atrás, hablo de las pirámides. —Bienvenido, Solaris Yakuza—Afable. Él se levanta y me lanza una sonrisa cómplice porque en su mano detrás de la espalda ocultaba algo, Enalis lo observa con seriedad, ya me imaginaba porque la mirada tan fría en el proceso de análisis, sabia con qué intenciones se dirigía a Liberty tan apresurado pro no sabía si realmente tenia esas intenciones en primer lugar, pero a diferencia de Howl yo no podía morir tan fácil, mi cuerpo se regeneraba a gran velocidad y liberaba toxinas urticantes al cortarlo. Era un riesgo biológico nada más intentar matarme. —¿Esta lista? —Sonríe pícaro al guiñarme un ojo. —Por supuesto, acompáñame—Insto al empezar a caminar en dirección al pasillo contrario. Recordé que no había comido absolutamente nada y la luz solar seria aun buen desayuno. —¿Qué tal su mañana Era Borges? —Pregunta con timidez. —No debes ser tan formal mientras estamos a solas—Expreso con una amplia sonrisa. Sus guardias sabían que debían esperarlo en el recibidor, no había ningún problema de por medio con respecto a eso, porque serian bien tratados y cuidados por Luponis. —Lo siento…—Trémulo sonríe y luego bajo la mirada algo avergonzado. —¿Estás seguro que quieres pasar el resto de tu vida junto a mí? —Pregunto severa. —No hay nada más que quiera en el mundo—Suspira. Lo observo con incredulidad, su mirada es sin duda alguna muy decidida. —Acepto—Suspiro llena de impacto. Él se ríe y toma mi mano para detenerme. —Aún no he realizado mi propuesta de matrimonio—Sonríe. Me veo tentada a besarlo aun sabiendo que puedo envenenarlo. Me alejo lo suficiente para abstenerme de cometer un asesinato accidental. —Creo que lo que siento es entusiasmo y ansiedad—Sonrió con dificultad al cubrir mi boca. —Sé que no deseas ponerme en riesgo, pero por favor no cubras tu hermosa sonrisa de mi—Afable—Me sentiría ofendido—Se ríe. Parecía que los Yakuza tenían un encanto natural en su sonrisa, los veías sonreír un poco y se te alegraba el día sin dudarlo ni un minuto. —Debemos avanzar—Musito con vergüenza. Continuamos caminando hasta al fin encontrarnos en el balcón. Contemplo en silencio las olas del mar golpeando las barreras del castillo, huelo el leve y refrescante olor del agua salada y suspiro mientras continuó dudando de mi decisión. Preguntándome ¿está bien condenar a un humano a estar junto a mí, viviré milenios en comparación conmigo?. —Era sé que estas dudando, puedo observarlo en tu mirada—Su voz serena me saca de mis pensamientos—Te preguntas si es bueno para mí—Baja la mirada. —Mi especie vive milenios Solaris…pero la tuya solo vive un siglo como mínimo—Digo abrumada. —Todo muere en algún momento—Empieza a reírse—Aun no nos hemos casado y ya me has matado—Se burla al observarme con una ceja alzada. —Jajaja—Suelto una carcajada. —Entonces, concédele a este hombre la oportunidad de estar con el amor de su vida así no sea para siempre—Insta al arrodillarse ante mí y alza sus manos con una pequeña cajita. Ladeo la cabeza, sigo sin entender muy bien el procedimiento que está llevando a cabo, abro bien los ojos y lo observo con incertidumbre. Si Howl estuviera aquí en este momento gritaría desde una ventana algo como:  «¡Acepta al pobre hombre que así alargas su vida aunque sea en sueños!» Pienso al suspirar y llevarme las manos a la boca. —Con gusto acepto su propuesta extraña Solaris—Me encojo de hombros y empiezo a reír. Él se levanta y coloca el anillo en mi mano izquierda. Me quedo inmóvil, había leído sobre esta tradición humana y visto las practicas pero me daba tanta curiosidad saber cómo se sentía. Nunca creí que mi pareja de vida fuera un humano, pero sabía que Solaris era la mejor opción que tenía. —Es muy gratificante saber que me aceptas—Musito lleno de emoción. Me acerco a tocar su mejilla. —Desde siempre te he aceptado Solaris—Susurro mientras lo acaricio. Se supone que debíamos besarnos, nunca antes lo habíamos hecho pero no era algo que se pudiera hacer sin prevenciones previas. —Quisiera besarte—Declara al acercarse a juntar su frete con la mía. —Morirás si lo haces—Susurro con preocupación—Aun estoy realizando las investigaciones adecuadas para ello—Sonrió. —Esperare—Suspiro con ternura. Me lleno de preocupación al recordar que Alanys Berellon partió junto con Roxanne a Einity, no accedió a arriesgar la vida de ningún Moranos aun cuando ellos se ofrecieron a acompañarla y mucho menos la de los Cathros, termino demostrando en ese momento que era más acta que nadie para ser una Embajadora. —Tengo algunas cosas que hacer…así que debo retirarme—Musito nostálgica. Ambos frotamos nuestras frentes, mientras observo con detalle el anillo que me ha dado, era de tungsteno el metal más duro del universo y poseía un diamante. —No estorbare más en tu camino, ya puedo retirarme con tranquilidad—Susurra comprensivo. Ruego porque sea así, porque lo que estaba a punto de hacer demostraba que estaba empezando a pensar como Alanys Berellon. Lo despido en ese mismo balcón y me dirigía a la habitación medica de Enalis. —Necesito que cambiemos—Jadeo—De lugar—Impero. Ella me observa con incertidumbre. —Planeas ir a Einity—Espeta en voz baja al acercarse a mí—Eso es en contra de las reglas—Refunfuña. —Estoy a cargo por lo tanto debes obedecer y aceptar mi decisión—Impero con amabilidad. Ella suspira mira hacia los lados y asiente. —Ten cuidado—Atona. —No te preocupes por mí—Musito con serenidad. Ambas habíamos cambiado de lugar, cada uno poseía la forma distinta a la suya por lo tanto nadie sabría quién era quien al menos que atacaran el castillo. Tenía que apresurarme. Lamento haberte dejado así Solaris. Y siento mucho tener que romper las reglas Enalis, pero lo había prometido.     ∆∆∆ Barshee, Einity. Howl Yakuza Suelto un grito de dolor en cuanto vuelvo hacer consiente, logro darme cuenta de que no soy capaz de moverme, no sé qué pasa solo sé que me cuesta mucho respirar. Y después me acerco poco a poco a la profunda oscuridad que por algún motivo es cálida y me abraza sin querer soltarme. Pero su voz a la distancia es capaz de sacarme de ese idóneo lugar. —Howl—Su voz robótica resuena n el lugar con gran fuerza. —Alex—Murmuro. —Despierta—Insta. Gruño de solo pensar en volver a ese infierno que se conoce como tierra, sigo sin recordar nada. —Déjame dormir cinco minutos más—Suplico al cerrar los ojos nuevamente. —No puedo permitir que sigas durmiendo, debo probar el sistema—Explica con frialdad. —Detesto lo insistente que puedes llegar a ser a veces—Espeto. —Tu cuerpo está muerto—Suelta sin rodeos. De la impresión abro los ojos, para encontrarme con el trasero del General Miaumen en mi cara, ronroneaba sin detenerse y movía las patas de adelante, me parecía perturbador, de inmediato suelto un grito, lo suficientemente fuerte como para hacerlo saltar asustado hacia otro lado. —¡Que te pasa robot! —Pronuncia alarmado igual que los otros gatos. —¡Que te pasa a ti gato desquiciado! —Grito—¡Tenias tu trasero en mi cara! —Increpo abrumado. Los Cathros empiezan a murmurar mientras el general continuo observándome con preocupación. Empiezo a intentar levantarme poco a poco, pero no logro pararme, solo puedo mover mi torso e increíblemente no puedo percibir nada más allá de que estoy despierto. —¿Qué les pasa?¿Por qué me miran así? —Pregunto irritado. Parecía que hubieran visto un fantasma. —¿No recuerdas nada humano? —Pregunta severo al fruncir su ceño. Empecé a divagar en mis recuerdos. »La tomo con fuerza para empezar a susurrar a su cadáver. —Lo siento, lamento haberte abandonado en Helycion, esto es mi culpa —Musito en sollozos a su oído sabiendo que su cuerpo esta inerte —Debí volver, debí enfrentarme a ese ejército para que Jeriko no te encontrara, para que nadie más te lastimara —Llore con fuerza mientras aún se encontraba en mis brazos, era más pesada y su cabello, su hermoso cabello estaba lleno de sangre seca. El sol golpeaba con fuerza y verla frágil y de esa manera me dejo frio, cuando por fin entre en razón. En su mano aún seguía apretando algo con fuerza, parecía ser un hológrafo, empiezo a revisarlo y logro encontrar el botón para activarlo. Enseguida se forma la figura de mi hermana frente a mí, de pies a cabeza. Me lleno de ira y sujeto el cuerpo de Her con fuerza. —Llegas tarde Howl —Severa —Tan tarde como siempre y de paso lloriqueando como es de costumbre —Se burla —¿Sabes que tengo en la mano? —Mostrando su muñeca con detalle. Me exalto, miro a Alex quien parece comprender lo que ve. —Usp —Presiona el botón, el mismo botón que activaría mi muerte —Creo que lo presione por accidente, así como tú por accidente naciste y fuiste el favorito, el feliz…el elegido desde el principio para todos los privilegios —Suspira. Miaumen se acerca al holograma a gran velocidad con sus escoltas felinos bien armados. —No te preocupes por Her… ella murió rápido, me asegure de que no sufriera—Sonríe —Pero con los niños de Alanys …quien sabe, tal ver merezcan sufrir —Sisea como si de una serpiente se tratase. Respiro con rapidez. Alex me observa confundido mientras el general Miaumen ataca el holograma creyendo que era el verdadero enemigo, da varios cuchillazos al cuerpo transparente de mi hermana y esta empieza a reírse en cuanto yo caigo en el suelo convulsionando. Empezaba lentamente a morir. ∆∆∆ ¿Dónde estaba el cuerpo de Her?¿Dónde estaba Alex?¿Por qué seguía vivo? Todas esas preguntas golpearon con fuerza en mi cabeza sin darme tiempo de internalizar que no estaba haciendo ninguna de mis actividades biológicas habituales, ni siquiera podía soltar una sola lágrima, no sentía dolor, mucho menos sentía la necesidad de comer, para ese momento mientras observaba la luz del sol en la mañana traspasar a través de la persianas en las ventanas de la sala, me di cuenta de que no entendía que estaba pensando.   Intento realizar un gesto, mover mis manos, estirar mis piernas, pero entro en pánico en cuanto no soy capaz de realizar nada de eso. Miaumen se hacer a tocar mi cara con sus patas, se supone que ser tocado por un Cathro es la sensación más agradable del mundo, pero yo no fui capaz de apreciarlo ni un poco. —Tu hermana activo una bomba o eso creímos hasta que Alex examino tu cuerpo y terminamos descubriendo que en realidad había colocado en todo tu cuerpo pequeñas capsulas de arsénico que detonaban con un temporizador bien diseñado, para matarte lentamente y lo que tenías en el cuello se supone que lo activaba —Suspira al terminar de explicar el acontecimiento ocurrido previamente —Como no teníamos antídoto para tu cuerpo…Alex tuvo que bueno —Dice con pesar. —No. —Trasplantar… tu cerebro —Frunce el ceño con desagrado al terminar de hablar. —No. Es imposible —Empiezo a reír. —¡Tu cuerpo está bajo esa manta! —Espeta al señalar con su pata la mesa donde una manta negra cubre una figura humana. Miaumen sigue con su rostro el suelo mientras los felinos a sus órdenes se acercan a la mesa y con preocupación empiezan a quitarla. Tiene mucho cuidado al realizar la sencilla tarea, mientras yo observo como un espectador en silencio, hasta que soy capaz de ver en su totalidad que realmente decían la verdad. No podía mover mis piernas y mucho menos levantarme por mi mismo hasta allá, desconocía totalmente como manejar el extraño cuerpo que me habían asignado como solución de último minuto. —Ese…no soy yo —Susurro átono. Me veía tan pálido, decaído y quieto, mientras reposaba sobre la mesa que se encontraba justo delante de donde se suponía se encontraba mi nuevo cuerpo, estaba abrumado, asustado y confundido, puesto que nunca creí tener que llegar a terminar así. El gato gruñe. —Me importa poco si crees que eres tú o no, pero estamos perdiendo el tiempo aquí mientras la mujer despiadada cumple con su cometido —Su voz sonaba más gruesa y ronca de lo que solía escucharla, por algún motivo sus palabras llegaron a cambiar la mentalidad que tenía en ese momento. Debía calmarme, puesto que yo mejor que nadie poseía el conocimiento mejor guardado sobre el KND-946, la tecnología que albergaba en si era mucho más compleja que la tecnología humana de otras generaciones, puesto que con las mejoras que le pedí a Era Borges en Liberty en caso de que sucediera algo como esto, fue la mejor idea que había tenido en años, pero seguía sin estar seguro si la decisión que había tomado era la correcta, no siempre eras capaz de solucionar las cosas que has causado o han acontecido a tu alrededor. No había forma medica segura de retirar las capsulas de arsénico de mi cuerpo sin matarme al tocarlas, sabía que la única opción que tenía era morir o ser salvado por una de las piezas del plan siniestro de mi hermana, por ello elegí ambas, me alegraba haber muerto en el mismo lugar que la pequeña Her, no morí heroicamente pero por lo menos fui capaz de encontrarla. —Tienes razón…pero necesito aprender a usar este cuerpo —Expreso con desanimo. —Habla con el robot…el cuerpo es de él, no tuyo —Expresa con irritación al darme la espalda y cruzarse de brazos. No puedo evitar sentir un increíble dolor de cabeza, aún hay mucho que no logro procesar y lo peor de todo es que no soy capaz de llorar. Los felinos se dirigen hacia afuera internalice que lo más posible es que buscaran provisiones en la fragata para poder comer ya que ellos no podían comer comida humana, pero al observar el refrigerador aun lado me lleno de incertidumbre puesto que estaba abierto y completamente vacío. Me planteo si la propuesta de Miaumen es correcta, ya que debía hablar con el dueño del cuerpo para poder controlarlo y desde el punto de vista más lógico en definitiva era lo correcto. —Alex—Susurro con duda. Solo el silencio acompaña mi voz. Entonces me di cuenta de que mientras dormía el me hablo o solo era mi imaginación. —Necesito que me ayudes a moverme…por mí mismo no puedo ni siquiera ni levantar una mano—Insto con desesperación mientras cierro mis ojos. Analizando la situación no tenía idea de que sonido emitía realmente a través de la garganta robótica, si era el mío o era la voz de Alex. Después de creer por un momento que él no sería capaz de escucharme. Puedo observar el movimiento lento y preciso que realiza el cuerpo, pero no son los movimientos que yo haría, definitivamente o era mi cuerpo, no estaba soñando y no estaba en donde debía estar. Esto ya era muy extraño para mí, lo suficiente como para causarme dolor de cabeza y sentirme mareado. Me acerca sin dudar a mi cuerpo sobre la mesa, el cuerpo que una vez me perteneció y ahora poseía sobre la cabeza una delgada línea que había sido suturada con mucha dedicación. El impacto me hizo una ilusión de irme hacia atrás, pero sabía que el cuerpo no reaccionaria a eso, mis nauseas aumentaros y mis mareos empezaron a colaborar con ella, no podía desahogarme de ningún modo. —Salió perfecta por lo que veo—Mi voz temblequea con cada pronunciación. —Howl—Dice dulcemente. Su voz era lo que necesitaba para recuperar la cordura. —¡Alanys!—Suelto un grito desesperado en cuanto logro reconocer su voz fría y al mismo tiempo cálida para mis oídos, solo tibia. —Tranquilo—Musita al estirar sus manos hacia a mí—Está bien, no te exaltes a decir verdad no puedes hacer muchas cosas con este cuerpo…entonces déjame explicarte la situación—Explica con la voz serena. Su voz podría demostrar tranquilidad pero su rostro no ocultaba ni una pizca de la mortificación que traía encima, estaba perturbada, tenía los ojos u poco hinchados y la nariz roja, el cabello pintado enmarañado y el traje que traía puesto hacia lucir su cuerpo tan bien, pensar en su belleza me relajaba pero no terminaba de aliviar el dolor que sentía por dentro. —Tranquila…Miaumen ya me explico todo y por mí mismo he comprobado que demostrar emoción alguna o realizar un desahogo es completamente o casi imposible—Insto—El simple hecho de que intentes abrazarme y no pueda sentirte…me volvería loco—Arisco. Ella sollozo. Pude observar como dos gotas de agua empezaban a abajar por sus coloradas mejillas y sus ojos se inundaban del mismo líquido que a su vez se desbordaba sin impedimento alguno por la piel descubierta de su rostro, si hubiera tenido corazón en ese momento, en definitiva se hubiera detenido por un instante al verla llorar por primera vez en mi vida, por ver la manera en la que lo hacía. Ahora éramos iguales, menos humanos y más diferentes en el mundo, para mí el precio que acababa de pagarle a Alex por sobrevivir era el precio más alto que tuve que pagar en mi vida. —Es mi culpa—Sus labios rotos pronunciaron en un susurro ahogado dijo lo último que hubiera querido escuchar después de muerto. Me acerco a su frágil cuerpo y mantengo la calma en todo momento, poco a poco el cuerpo en el que residía empezaba a entender lo que quería hacer. Para mi sorpresa tocarla con las manos robóticas me lleno de tranquilidad, porque pude sentirla, la calidez que irradiaba su cuerpo, su sudor y la suavidad de la misma piel que tanto me encantaba. —Nunca vuelvas a sentirte culpable por decisiones que yo tome, tú no tiene la culpa de absolutamente nada—Susurre a su oído mientras la escuchaba llorar con gritos ahogados. —Pero… yo le pedí a Alex que lo hiciera que te salvara—Su voz se quebraba constantemente y el dolor que sentía emanaba con más fuerza de sus palabras. Nunca antes me había sentido tan perturbado por escuchar a alguien llorar, que cuando por primera vez en toda mi vida pude escuchar a Alanys Berellon de esa forma. Me empezaba a doler el alma, el alma que aun poseía y estaba claro que se había quedado conmigo porque debía. —Lo hiciste para mantenerme con vida…no querías que fuera a ningún hueco a vivir con gusanos o a un incinerador porque tenías miedo que nuestro bebe se quedara sin su padre—Susurro dulcemente—Yo tampoco quería morir y menos así—Afable. Ella empezó a calmarse, mi voz la convencía de la realidad y nuestra realidad afirmaba que mi cuerpo humano ya no existía, pero yo seguía vivo en un cuerpo diferente al mío. —Te lo agradezco Alanys—Susurro con calidez a su oído mientras continuo abrazándola sin dudarlo ni un minuto. No sentía más que con las manos, las otras partes que conformaban el armazón no percibían absolutamente nada y aunque en ningún momento me perturbo más que ver mi cuerpo sobre una mesa, por fin empezaba a entender que debía acostumbrarme y rápidamente porque los niños que aun podía salvar se encontraban en riego. —Pero yo te condene a esto Howl—Trémula. —Si vivir gracias a ti es una condena, viviría sin cuerpo solo por observarte cada mañana—La observe a los hermosos y enrojecidos ojos avellana. Respira profundo y me da un beso en la frente aun cuando no podía sentir nada. No era su culpa, yo mismo había causado todos los eventos que me habían llevado hasta la situación en la que me encontraba y así era como funcionaba la vida. —No sé si fue lo mejor—Dudosa.                    —No lo cuestiones, debió pasar así, agradezco a Alex por estar presente en un momento como ese—Intento sonreír pero fracaso en el intento. —Deberías ir a ver sus tumbas entonces—Insta con nostalgia. Sabía que no solo había estado llorando por mí, sino que también por Her y Khoalmy que se encontraban enterrados en algún lugar del desierto en el que nos encontrábamos. —Está bien—Musito lleno de tristeza. La veo salir a las afuera del lugar por medio de la entrada a la sala y le doy un último vistazo a mi cuerpo que se encontraba desnudo sobre la mesa, la ropa la poseía yo en el cuerpo del robot, mientras mi cuerpo humano yacía tieso y abandonado en una mesa, cierro los ojos y me giro para salir. Ya no había para que mortificarme por un cuerpo que no podría ser salvado sin un antídoto, nunca permití a nadie perturbarlo porque sabía que el mecanismo se activaría y moriría sin haberme defendido de la bravucona despiadada de Jeriko Yakuza. La luz del sol apenas continuaba asomándose con lentitud sobre la arenosa planicie mientras del lado derecho a unos cuantos metros de la casa dos hologramas se manifestaban para marcar que habían dos tumbas en el mismo sitio. Me acerco y paro justo en frente de ambas para entender la situación, dos seres inocentes y de especies diferentes habían sido ejecutados en el mismo abandonado lugar. A su lado había un agujero más y al observar a los Cathros detrás de mí, pude entender que el agujero demás era para mí.              
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