Capítulo 4: Inquietos

988 Words
¿Cuánto tiempo tendré que esperar? claro el doctor debe estar hasta con guayabo supongo que como yo salí y no le concluí nada de sus dudas, pero ya mismo va saber que es tener cerca a una mujer de verdad, porque únicamente no servimos para la maldita cama y hacer que su ego se eleve hasta llegar al cielo, como precisamente a ellos tanto les encanta son unos malditos idiotas. Estoy desesperada y eso que solo ha transcurrido 10 minutos, intentan abrir la puerta, me escondo debajo del escritorio, puede ser el doctor Miguel y seguramente me viene a botar para la calle y eso que le parezco una supuesta flor hermosa, desgraciado ese, pero qué puedo esperar de las personas que tienen ese apellido si es que son igualitos, escucho los pasos como si entraran dos personas, es una mujer por los tacones que está utilizando que de hecho bellos si alcanzan a estar. —Mi amor te extrañé demasiado, nadie funciona a la perfección tal y como lo haces tanto tú. —Ella puja haciendo ese sonido tan extraño con su garganta, ¿qué clase de porquería estarán haciendo? son unos sinvergüenzas que ni siquiera alcanzan a tener prioridades, para estar haciendo eso en la empresa, es que debo detener todo eso, a lo mejor nada bueno se puede esperar de Mario cuando tiene una mujer tan cerca, precisamente él es como lo describe el primo. —Deja de botarme halagos, ya que solo se me deslizaron por el cuerpo, no estoy de ánimos para hacer el amor aquí en la oficina, además esto ya me sabe a demasiado mal, constante vivimos lo mismo de siempre, me aburre todo eso; hay que cambiar de lugares y de pasó tú de ropa interior, si no buscas otra manera de conquistarme sabes que existen muchas haciendo fila y seguramente me van a entretener como yo tanto lo estoy deseando, no permitas que las demás terminen sacando de mis brazos —Mario le dice. Escucho como se besan, es una babosería la que tienen allá, todo eso desde ya me está impacientando. —Si supieras todos los conjuntos que compré para ti, y son tan diminutos esos que se esconden entre mi trasero, así tal cual como tú los prefieres. —La muy condenada le debe estar mostrando todo a ese idiota, es que ni amor propio debe tener esa mujer. A quien le miento, si solo soy yo la que me asusto, cuando ya se conocen bien desnuditos, qué cosas más asquerosas son las que dicen, pero así mismo perderá la presidencia, por ser un mujeriego porque yo no le pienso ayudar con absolutamente nada. —Es lo más rico, pero mis ojos han visto mejores por las que te he cambiado, que poca dignidad tienes que sigues en lo mismo, es que llega el momento que de repetir me canso —la está despreciando muy feo Mario, pero esta mujer es como que bien masoquista, porque le gusta así, todo eso me lo pregunto tanto, será por sus bolsillos llenos de dinero, quizás si él está suplicando tanto ese cargo es porque es ambicioso. —No. —Ella está bastante frágil, sin verla puedo llegar a adivinarlo. Que rabia me da que no entienda, quizás como esta mujer deben estar muchas más, es que entre más alejada esté de este personaje, tendrá mucha más paz mental, por lo menos así lo pienso yo; evidentemente yo no caería con él porque ya conociendo una parte sería muy tonta. —¡Largo de mi vista! tengo mucho que hacer y tú no me aportas en nada, fuera ya mismo no me hagas llamar a la policía, sabes exactamente que es tu corazón el que no entiende muy bien, ya que yo te explique a las maravillas. —La risa de Mario tiene mucha ofensa y eso lo termina demostrando. —Bueno entonces de aquí saldré para un lugar mucho más caliente, porque no eres él único cargado de fogosidad, también existe Miguel, él no se podía quedar con las ganas, y qué crees me pidió una ayudita yo se la di por qué bien guapo sí está —ella le está gritando. Esto me deja pasmada, es que esos dos se turnan para probar lo mismo, posiblemente parte del plan que él tiene también era yo. —¡Ese imbécil se está acostando contigo! salió mucho más asqueroso que yo, bueno los hombres tratamos de ser cochinos para gustarnos tanto las putas, sabes muy bien las consecuencias de lo que hiciste, las tendrás que pagar, no me vayas a rogar porque cada súplica puede quedar en el olvido —Mario habla fuerte. No sé qué están haciendo, pero mi imaginación se está volando con las deducciones, ojalá no tengan sexo sobre esta mesa. —Nadie te supera a ti —ella se expresa. Hay unos ruidos muy raros, podría jurar que eso no es de placer. —¿Cómo? —la está interrogando a punta de gritos, que patán es este, pero como ella le permite tanto si es su novia, aunque parece más una aventura. —Me estás lastimando, últimamente tú agresividad sale mucho más ¿porque tengo que aguantar eso? sí siempre me has mantenido escondida ¿tanto te cuesta que nos casemos? pero como le huyes a los compromisos… Ya se estás buscando una bien mojigata para que le agrade a tu familia —ella se está soltando, es una manera de sincerarse, pobre Mario es su verdad. —Me vale madre, ¡púdrete! —Los pasos suenan otra vez, aparentemente ya se fueron, puedo respirar un poco más tranquila. Me salgo y alzó mi cabeza, no puedo ser tan pendeja, solo voy a repetir en mi mente que él no me vio. —Ya puedes salir Julia, dentro de poco ya saldré para que así te dejes de esconder —Mario dice, bastante tensionado.
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