Capitulo 13

1050 Words
Narra Marcello. El agua recorría toda mi espalda. Debajo de la ducha trataba de convencer a mi cuerpo que no tendría nada con Eileen por el momento aunque el bóxer se me rompiera de una erección. No podía, ya me era suficiente con todas las cosas negativas que mantenía sobre mí. Lo que menos me faltaba es que me viera como un desesperado, como un maniático s****l. Enrollé la toalla al rededor de mi cintura y salí del baño. Espero que lo que me está sucediendo con Eileen no se repita nunca más si no es con ella. Apenas sin ponerme ropa interior, me enfundé en mi pantalón de dormir. Era cómodo y ancho, de color gris, y me encantaba. Lo combiné con una camiseta, la cual usaré solo porque me veré con ella y no quiero de verdad que vaya a suceder nada fuera de control. Si esta descubierto mi pecho y ella me toca, soy más vulnerable a perder los estribos. Una vez listo, bajé a la cocina y me sorprendí al encontrarla allí. Ella se dio cuenta de mi presencia mientras me acercaba a la cocina y me apoyaba en el fregadero para observarla. Ninguno de los dos dijo nada. Ella ponía a hervir el té y yo la disfrutaba en silencio. Su pijama era muy bonita. La había elegido esta mañana, entre otros de diferentes estilos, pero el de esta noche era el típico. Unos pantalones cortos y una blusa de tirantes con estampado de perros, de seda. Le quedaba muy bien, a pesar de que los shorts eran holgados, podía apreciar perfectamente sus bonitas nalgas. —Puedo regalarte una foto si quieres — la escuché decir. —No, gracias. ¿Para qué una foto si te tengo en carne y hueso junto a mí? — le pregunté. —¿Quieres té? — me ignoró. Me molestó que lo hiciera. Aprovechando que me daba la espalda, la agarré de la cintura y la cargué, colocándola sobre la encimera, quedando entre sus piernas, y escuchando su grito de sorpresa. —Comienzo a odiar que me ignores, Eileen — le hice saber. Ella me miró sorprendida, no esperaba que yo tuviera esa reacción. —Es que me dejas sin palabras, Marcello— me respondió. —Te voy a dejar de otras maneras también, si me sigues provocando—le dejé claro, intentando bajarla nuevamente para que siguiera sirviendo su té. —¡No!— se negó ante mi acción. —¿Qué sucede?— me alarmé. —No quiero que me bajes— me pidió. Fue imposible que no riera. Besé sus labios. Era muy encantadora. —Se enfriará tu té— le dije tras el pico. —No seas tonto. El té fue solo una excusa para que pudiéramos pasar más tiempo juntos — Me quedé frio. Su respuesta me tomó de sorpresa. —¿Estas jugando?— le pregunté. —¿Por qué debería yo estarlo? No vale de nada rehusarme cuando también quiero las cosas — Poco a poco Eileen estaba soltándose. Sentí un alivio al escucharla decir esas palabras. Como si hubieran quitado de mis hombros el peso de la cruz. —Soy el hombre que mereces. El que tanto has buscado —adentré mi mano por su cabello. Se desgonzó desde que la toqué. Entreabrió sus labios a la espera de un beso mío pero la quise torturar. Pegue mis labios a su cuello y estando húmedos recorrí su zona hasta dejar besitos sobre su clavícula. Sentí su mano en mi nuca, fue un agarre posesivo que decía mucho de su estado de ánimo, por eso la miré a la cara. Sus pupilas dilatadas, y apenas la había besado. Tenía las mejillas rojas, pero no tanto como quería notarlas, por eso deslicé mis manos por sus muslos, los cuales me parecían fascinantes. Eran grandes, amasados, su textura allí era fuerte y robusta. Confieso que me gustan las mujeres piernudas desde que la vi a ella. Me demoré en las caricias hasta llegar a su entrepierna, donde no quise pasarme de la raya sin su permiso, por eso tan solo me limité a dejar mi mano allí colocada. —No juegues— me susurró. —¿Resulta que ahora soy yo quien está jugando? ¿Por qué no debería?— le pregunté sabiendo que ella era muy malvada conmigo. Eran quien me provocaba. — ¿Sabes que? Haz lo que quieras — me dijo retándome. Ella fue quien inició nuestro beso. Uno apasionado. Desde que me tomó los labios fue muy hambrienta. No nos habíamos dado más que picos y besos lentos. Pero esta vez no pude contenerme y con las mismas ganas la recibí como una fiera con hambre. La cargué entre mis brazos no queriendo tenerla mas sobre esa encimera, sino que quería sentirla. Quería tenerla sobre mi, quería sentir sus piernas rodearme y el calor de su feminidad. Apreté sus nalgas entre mis manos y gruñí en medio del beso por lo fantástico que se sintió hacerlo. Ella mientras, gimió. Y que enloquecedor había sido para mi escucharla tan caliente. Sus manos las paseó por todo mi pecho y espalda, hizo lo que no quería, que metiera sus manos por debajo de mi prenda. Me quemó cuando la punta de sus dedos tuvieron contacto con mi piel, tanto que me molestaba la camiseta. —Maldición, a la mierda — nos separé colocándola nuevamente sobre la encimera solo para tener el chance de sacarme la camiseta, que se me olvidó lo fácil que era quitármela, al punto de que la rompí. La arranqué de mi cuerpo de la desesperación y calentura. Eileen me miró boquiabierta pero recorrió mi pecho con ojos de lujuria. Sintió mis pectorales y me causó placer ver su cara cuando tocó los músculos de mis brazos. La vi meter su dedo en su boca y al sacarlo mojado lo pasó por el medio de la tabla de chocolates que adornaba mi abdomen. Eso lo significó todo como para que yo quisiera sacarle hasta el alma esta noche. Toda las tonterías que hablé mientras me duchaba las tiraba por la borda. No voy a esperar, ella también se muestra como yo. Está en celo, me reclama como su hombre, su cuerpo me necesita y yo.. yo necesito hacerla mía.
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