Todo el mundo aprende lo que se puede aprender, pero el hombre perfecto es aquel que aprovecha su momento. (Goethe)
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Miré mi estado de cuenta por quinta vez. ¿Realmente tenía tanto dinero guardado?¿Qué iba a hacer con él, de todos modos?
Había despertado muy tarde aquel día, resultado de la resaca programada con la alocada noche anterior. Layla se quedó dormida en mi cama mientras me despertaba adolorida e iba al baño para tomar un par de pastillas con agua de la llave para lidiar con la migraña.
El reloj del microondas ponía las once de la mañana, bufé, era sábado y aún así debía trabajar así que no podía perder más tiempo y monté el café mientras me cepillaba los dientes y refrescaba mi rostro.
-Huele muy bueno- murmuró mi amiga aún adormilada en mi cama con una posición realmente rara en ella. La ignoré y fui a apagar la cafetera eléctrica tomando mi taza rosa de Sailor Moon. Escuché la puerta del baño, Layla había despertado de verdad.
Prendí mi computador y de inmediato Berta me saludó maullando y saltando a mi regazo, su pelaje gris era muy suave y amaba peinarlo.
-Hola, cosita preciosa, no te vi anoche, ¿Acaso fuiste de cita?- dije acariciando su espalda mientras ronroneaba.
-¿No es triste que tu gata tenga más vida s****l que tú?- fruncí el ceño mirando a la loca despeinada.
-Buenos días para ti también, linda- dije con voz sarcástica y mientras bostezaba fue a la cocina y se sirvió un poco de café en una taza blanca- Creí que seguirías durmiendo.
-Oh, claro que lo haré, pero mi cuerpo necesita alimentos- dijo con seguridad y me reí mientras veía el inicio en mi computador.
-Pues prepara algo, si quieres o podemos pedir a domicilio- dije encogiendome de hombros.
-¿Tienes que hacer eso ahora? Nunca tenemos tiempo libre- se quejó y la miré burlona.
-Si tengo tiempo libre, no tengo dinero, y sin dinero no tengo techo, ¿Tiempo libre y techo en una balanza?¿Cuál crees que gane?- pregunté divertida y ella me despeinó con una mano.
-Ja, ja, qué graciosa eres, pendeja- dijo amargada- ¿Es todo lo que harás hoy?¿Trabajar?¿Qué pasó con lo que hablamos?
-Pues…- la miré dudosa- quiero ir a comprar ropa, creo que sería un buen paso a seguir, ¿No lo crees?- sonrió divertida.
-Dímelo tú, ¿Qué hacen tus adoradas protagonistas cuando quieren empezar desde cero?- se burló y blanqueé los ojos.
-Matan a su mejor amiga.
-Oh, eso me dolió- dijo con una mano en su pecho pero una risa instalada en su boca. No, no le dolía nada a la hija de puta- Pues entonces es un hecho, tú trabaja mientras yo pido algo para comer y luego que termines iremos a probar ropa nueva para tu lindo trasero.
-Qué emoción- dije sarcástica con mis lentes de lectura puestos y empezando a teclear.
Debía escribir un artículo y si no fuese porque los temas me los entregan desglosados del periódico, podría hacer de esto un momento de reflexión para la comunidad, hablar de algo que de verdad atraiga, contar hechos de personas reales con problemas reales, quizás hablar del racismo, del cyber-acoso o de los cambios climáticos que actualmente afectan al mundo. Podría escribir un monólogo de la abeja en la que sea la última de su especie y poco tiempo después la humanidad se extinga. Pero no, aquí iba, con otro aburrido artículo sobre los alimentos adelgazantes. Y el turno era para el jengibre, qué alegría. Que se note mi sarcasmo.