—Seth —susurro sin aliento, completamente asombrada por lo que pudo hacer—. ¡Lo arreglaste! Sigo doblando mi dedo una y otra vez. Miro a Seth y le sonrío. —¡Lo arreglaste! —le digo de nuevo, esta vez riendo. —¿Realmente está arreglado? —me pregunta cauteloso y asiento rápidamente. No digo nada, solo pongo mi mano directamente frente a su cara y hago un puño, luego abro mi mano por completo. Miro de nuevo y la cicatriz que estaba ahí es aún más clara que hace unos segundos. No puedo evitar la risa que surge de mí y se convierte en carcajadas. Seth me mira a los ojos y me sonríe, dando un paso adelante y envolviéndome en un abrazo apretado. —¿Cómo te sientes? —me pregunta. —Me siento bien. ¡No hay dolor en absoluto! —le digo. Se mueve para poder verme, aun sosteniendo mis brazos. —E