CAPÍTULO 12 - ¡PAPÁ, SOY WEBCAM!

1173 Words
Me encontraba revisando programas universitarios; desde muy niña había estado cambiando una y otra vez la idea de qué carrera iba a estudiar, me interesaban muchas pero no me decidía por alguna, tal vez debería tomarme un tiempo para descansar y pensarlo bien. Me sentía totalmente insegura, algo que nunca había vivido. Tenía dos opciones fuertes, una era comunicación social y periodismo, la otra administración de empresas. Me estaba inclinando más hacia la segunda, total tengo un negocio por así decirlo, quería aprender a manejarlo de manera profesional. Le conté mis planes a Daniel y me alentó a hacerlo, me propuso la gerencia del estudio, incluso me dijo que yo debería montar uno propio, así ganaría más... Él no sabía lo de la herencia, tampoco pensaba contárselo, no quería que me siguiera frecuentando por mi dinero, aunque yo sabía que a él no le faltaba y que era dueño de varias propiedades. Finalmente decidí presentarme para administración, no fue difícil, pasé sin mayor dificultad; debía llevar unos documentos y el recibo de pago para formalizar la matrícula; me tomé una mañana para hacerlo y cuando salía me encontré a mi hermana, tenía moretones en el rostro y los brazos. "¿Hasta cuando seguirás soportando a ese animal?" le dije muy molesta. "Tu no lo entiendes, mi deber como esposa es permanecer a su lado, es la vida que elegí, es mi destino" me contestó con voz entre cortada y casi llorando, obviamente era infeliz y no permitiría eso. "¡Te vas ya conmigo!, a mi lado no te hará falta nada, ni a ti ni a mi sobrina". La tomé por el brazo y tomamos un taxi hasta mi casa, aunque dijo que no, tampoco puso mucha resistencia. Cuando llegamos, no quería entrar, pero la convencí de hacerlo, le hice ver que no les faltaría nada conmigo, pero ella tenia miedo de lo que fueran a hacer mis padres y su esposo. "Nadie sabrá que estás aquí, te lo aseguro" le dije mientras la abrazaba. "¿Cómo es que tienes tanto dinero para pagar un sitio así?" Me preguntó. "Realmente no pago mucho, la casa es de la tía de una excompañera del colegio que vive fuera del país, me la rentó por muy poco y de paso la cuido" le respondí sin complicaciones. No quería que supiera a qué me estaba dedicando, no por ahora. Le propuse que me ayudara con los quehaceres de la casa mientras yo estaba en la universidad a cambio de techo y comida y aceptó. Aunque estaba temerosa, logré tranquilizarla al hacerle ver que en ultimo lugar que la buscarían sería en mi casa. "Pero no tengo mi ropa ni la de la niña, debo buscar la manera de ir por mis cosas". "¡No! ¿Cómo se te ocurre? ¿Crees que ese hombre te va a dejar sacar tus cosas sin hacerte nada? ¡Ni de riesgo! Yo les compraré lo que necesiten". Le dije algo exaltada. Me dirigí a un almacén, compré ropa para ella y la niña, un par de camas, closets, tendidos, decoración para el cuarto de la bebé, algunos juguetes y otro poco de cosas; cuando llegué a casa, Luisa había preparado la cena y se sorprendió mucho al ver todo lo que yo traía. Un par de chicos del almacén me acompañaron para armar los muebles, lo hicieron muy rápido; procedí a terminar de organizarles su cuarto y las dejé que se midieran las prendas que les compré, por fortuna, todo les quedó muy bien. Quedó muy bonito, me sentía feliz de tenerlas en mi casa, ya no me sentía sola y en el fondo sé que lo hice más por mí que por ellas... Quería buscar el momento apropiado para contarle a qué me estaba dedicando, pero me daba miedo que decidiera marcharse y regresar con el animal ese que tenía por esposo. Estaba trabajando menos tiempo, lo hacía en las noches tratando que no se diera cuenta. Le comenté a Daniel y me ofreció su casa para trabajar en el día, así que le tomé la palabra; Luisa creía que yo cuidaba ancianos y por el momento no la sacaría de su error. Había ya pasado un mes desde que mi hermana y mi sobrina vivían conmigo; una mañana me dirigía a casa de Daniel y me crucé con mi madre, se veía mal, mucho mas delgada, muy acabada. Se me acercó y dijo: "Hija, que gusto verte, perdón por no asistir a tu graduación, pero tu padre no me lo permitió ni a mi ni a tus hermanas". "Y tu como siempre haciendo lo que él dice ¿o no?. Mamá, voy para el trabajo y tengo afán, ¿algo más?" le respondí. "Hija", me contestó mientras me tomaba la mano, "tu hermana Luisa y su hija están desaparecidas, estoy muy angustiada, tengo miedo que el esposo les haya hecho algo, es un hombre muy agresivo, quiero pedirte que me ayudes a buscarla por medio del internet, pero que nadie lo sepa por favor, no quiero problemas con tu padre". Me sorprendió mucho la actitud de mi mamá, siempre fue una mujer resignada y obediente a lo que mi padre decía, esta era la primera vez que le llevaba la contraria, la vi sufriendo, pero no fui capaz de decirle que Luisa se encontraba en mi casa. Temía que le informara al marido y fuera a sacarla por las malas de allí. "Muy bien mamá, lo haré, pero dime algo, ¿Qué harás si las encontramos?" le pregunté. "Convencerla que vuelva a su hogar, darle un par de consejos para que sea mejor esposa y no tenga problemas con su marido". Me respondió. Imaginaba que saldría con algo así, ahora estaba convencida de no decirle acerca de su paradero, no me cabe en la cabeza como todos prefieren que se vaya con ese tipo, sabiendo que la puede llegar a matar. Me di la vuelta y seguí mi camino. Le conté a Daniel y concuerda conmigo en que mi hermana está mejor a mi lado, me aconsejó que no le comentara a Luisa que la están buscando porque se puede angustiar, así que decidí guardar silencio. Pasaron un par de semanas después del encuentro con mi madre y ya había olvidado el tema, hasta una tarde que me crucé con mis padres en el mercado, yo acababa de comprar algunas frutas y verduras que Luisa me había encargado; mi madre me vio y quiso saludarme pero mi papá la tomó fuertemente del brazo y casi la tira al piso. "¿Acaso la vas a golpear? Es mi Madre y tengo derecho a saludarla, así a ti no te guste y te de vergüenza tener una hija que quiso salir adelante, no seguir la tradición de esposas sumisas y maltratadas. ¿Y sabes algo?, para que tengas verdaderos motivos para avergonzarte de mi, te diré algo, ¡SOY UNA WEB CAM!" Tomé las bolsas de las compras y seguí mi camino a casa.
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