CAPÍTULO 10 - EL PROXENETA

913 Words
Creo que empezaba a odiar a mis padres... Mientras buscaba la manera de ayudar a mi hermana, seguía en lo mío, trabajando como siempre, cada día más acostumbrada a hacer toda clase de cosas, eso sí, nada que atentara contra mi vida. Con el paso del tiempo, me había vuelto un poco flexible en cuanto a pedidos de los clientes, cosas que dije que no haría y ahora esporádicamente hago, desde que estoy trabajando desde casa me siento mas confiada, el desnudarme ya no me da pena, el usar vibradores de diferentes formas y tamaños ya es una rutina para mi, últimamente me han pedido escenas lésbicas pero no tengo con quien hacerlas, pensé en decirle a alguna de las chicas del estudio pero aún lo estoy pensando. Durante las últimas dos semanas, había tenido un contacto recurrente con un hombre de nacionalidad Española, que se conectaba muy seguido, me preguntaba gran cantidad de cosas a las cuales yo respondía con evasivas, insistía mucho pero le hice ver que no era posible que yo le diera información de mi vida, pues estaba prohibido, por seguridad de nosotras y de los clientes esos temas no se tocaban. El hombre empezó a enviarme dinero, regalos, pero su actitud me incomodaba un poco, no era como los demás clientes que entraban a buscar formas de complacer sus fantasías y deseos, la mayoría de las personas que me contactan terminan masturbándose frente a la cámara, este hombre no, a decir verdad me desconcertaba un poco, llegué a pensar que estaba perdiendo mi toque y no era capaz de excitarlo. Un día, me encontraba en una sesión privada con el y me pidió que me vistiera de forma elegante, como si fuera para una fiesta, quedé algo confundida y pues hice lo que pude con lo que disponía, no cuento con ese tipo de ropa, sin embargo logré el objetivo, después empezó a hacerme preguntas de cultura general, lo cual me pareció aún mas extraño, pero igual lo hice. Pasaron varios días y me encontraba organizando todo lo referente a mi graduación, decidí pasar por donde Daniel a ver como estaba todo y de paso a indagar si alguna de las chicas aceptaría trabajar conmigo. Al llegar me encontré con un hombre preocupado, al parecer alguien estaba contactando a las muchachas y ofreciéndoles mejor pago; varias se marcharon. Regresé algo desanimada a la casa, no solo por la situación en el estudio, sino porque tenía la esperanza de ver a mi hermana pero no me la encontré por ahí, ni a mis padres, no sabía qué era de sus vidas, pero estaba tan molesta que mi orgullo no me dejaba ir a buscarlos. Me sentía muy sola... ¿De qué me servía tanto dinero si no me hacía feliz? En una semana sería mi grado, compré un vestido absolutamente hermoso, la cita en el salón de belleza estaba hecha, pero sentía un enorme vacío, oficialmente clases, y ya estaba en proceso mi entrada a la universidad. Estaba trabajando hasta tarde, pues al ya no tener clases podía trasnochar sin preocupaciones. Los clientes iban y venían, con básicamente la misma rutina y los pedidos de los clientes... "Baila sensualmente, date nalgadas, quitate la ropa lentamente, masturbate, enseñame tus pechos, frótalos, ponles crema, usa tu vibrador, lámelo... Etc... Todos los días era lo mismo con diferentes personas. Un día, recibí una llamada de una de las chicas que trabajaban en el estudio, me proponía un "mejor trabajo" donde podía ganar mucho más, inicialmente no le presté atención pero decidí contestarle para averiguar que pasaba y así poder comentarle a Daniel. Resulta que un hombre de nacionalidad Española las había reclutado; el trabajo consistía en ser "acompañantes" de sujetos ricos y poderosos en eventos sociales. A mi me sonó a prostitución, parecerá tonto, pero eso no lo quería hacer, una cosa era bailar o masturbarme frente a una cámara, otra, tener sexo con desconocidos. No soportaba la idea que me tocaran y me obligaran a hacer cosas que tal vez no me agradaran, o incluso que me lastimaran, así que le dije que no me interesaba. Ella insistió en que no había sexo de por medio pero no le creí, finalmente se cansó y me colgó. Inmediatamente llamé a Daniel y le comenté lo sucedido. Se puso en la tarea de investigar todo acerca de aquel sujeto y me pidió que si llegaba a contactarme, le siguiera el juego para sacarle información. Un par de días después, el sujeto se volvió a conectar y no se puso con rodeos y me ofreció trabajar con él; le pregunté directamente si se trataba de prostitución, a lo cual me contestó que eso dependía de mí y de qué estaba dispuesta a hacer por dinero; le dije que lo pensaría y que en un par de semanas le daría la respuesta. El era quien hacía el contacto con los clientes, les cobraba por adelantado y al cumplir con el trabajo yo recibiría el dinero; hizo énfasis en que eran hombres muy ricos y poderosos, que los pagos serían muy buenos. Le comenté todo a Daniel quién ya estaba buscando mas información; pero cual fue mi sorpresa dos semanas después, al salir de compras, me encontré con unos carteles de "se busca", con las fotografías de dos de las chicas que trabajaron en el estudio, una de ellas, la que me había llamado. Esto era muy extraño y yo, no quería tener problema con nadie.
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