6. Yo te llevo

804 Words
Kagome Después de que Yui y yo nos pasamos todo el día jugando nos tómanos una ducha juntas, la verdad es que la niña es un amor y se gana a las personas fácilmente. Ahora me encuentro leyendo el cuento de cenicienta sentada en una silla al lado de la cama y Yui acostada y arropada con su sabana de princesa. —Y vivieron felices para siempre, fin — cierro el libro y lo coloco encima de la mesita de noche. —Que hermoso cuento Kagome — dice Yui con ojos soñadores. —¿Qué es lo que más te emociona del cuento? —Le pregunto acomodándome en la silla para verla mejor. -—¡Me emociona que ellos se quieren mucho! —Responde feliz. —Eres un amor — susurro y creo que lo logra escuchar. —Kagome, ¿te puedo contar algo? —Me pregunta Yui sentándose en su cama. —Claro Yui, ¿qué es? —Ella me observa curiosa. —¿Yo algún día tendré un príncipe que me lleve a bailar, y que cuando desaparezca me busque porque dejé mi zapatilla y nos amaremos mucho? —Su pregunta me toma por sorpresa, esta no es la pregunta que debería de estar haciendo una niña de su edad. —Ahora no puedo responder eso, pero te aseguro que encontrarás algún día a tu príncipe azul, mientas tanto te conformas con tener a un rey — le respondo sin saber bien lo que digo. —¿Rey? —Pregunta y me mira directamente. —A tu papá cariño, él te va a cuidar hasta que encuentres a tu príncipe azul — le respondo. —Te quiero Kagome — me dice la niña tomándome desprevenida y me abraza, yo rápidamente correspondo a su abrazo. —Yo también Yui — suspiro y repito — yo también. —Kagome, ¿tú tienes un príncipe azul? —Me pregunta inocente la niña. —Todavía no ha llegado cariño—respondo en tono dulce—ahora, tienes que dormir, porque tu papi se enojará si te encuentra despierta. —Buenas noches Kagome—dice acomodándose. —Buenas noches Yui—le doy un beso en la frente y ella queda profundamente dormida. Inuyasha Salgo algo tarde del trabajo y conduzco hacia la casa, Ayame no me quiere hablar, sigue enojada por lo que pasó en mi oficina. Llego a casa y entro. —Buenas noches señor Taisho—me dice Sara con tono educado y seductor el cual ignoro. —Buenas noches Sara—le digo cortés. —La niña Yui está en su habitación, junto con Kagome—responde antes de que le pregunte. —Gracias, puedes retirarte—camino hacia las escaleras y subo. Me encuentro en la puerta de la habitación de mi hija, entro silenciosamente tratando de no hacer ningún tipo de ruido. La lámpara de la mesita de noche está encendida, mi hija está dormida y Kagome también. Kagome tiene los brazos cruzados haciendo una almohada para colocar su cabeza, se ve tan hermosa que parece un ángel, no quisiera despertarla, pero es obligatorio. Me acerco a ella y le toco el hombro, ella abre los ojos con pesadez y luego me mira y se ruboriza, es tan tierna. —Lo siento señor, me quedé dormida—responde apenada. —Descuide—le respondo un tanto nervioso. Me acerco a Yui y le beso la frente. —Me voy a mi casa señor, ya es un poco tarde—dice Kagome levantándose de la silla. —Yo la llevo—respondo en un susurro y haciendo señas para que hablemos fuera de la habitación para no despertar a mi princesa. —Yo puedo tomar un bus—me responde terca cuando salimos de la habitación. —Es muy tarde Kagome, las calles son muy peligrosas y podría pasarte algo—le digo suave. —Pero... no sería mucha molestia—no pregunta, lo afirma. —Claro que no—me pongo en una posición intimidadora, sé muy bien que la pongo nerviosa y eso me gusta mucho—vamos, yo te llevo—no espero respuesta y camino hacia la puerta para buscar mi coche. Veo que me sigue tímida y sonrío con suficiencia. —De verdad que no tienes por qué molestarte de esta manera—¡Pero que cabezota es! —A ver Kagome—me paro frente a ella—si no quisiera no te llevaría—le respondo perdiendo la paciencia. —Entonces... ¿usted me quiere llevar?—su pregunta me toma por sorpresa. —Ehh...yo...lo que pasa... —maldición estoy tartamudeando y ella sonríe, su sonrisa es la más hermosa. Cuando se da cuenta de que la observo se sonroja hasta más no poder. —Lo siento—mira al suelo. —Descuida, no pasa nada—camino hacia la puerta del copiloto y la abro para ella—vamos—ella entra y cierro la puerta, voy y me siento de piloto. Yo solo conduzco y ella me guía, no hablamos mucho, no sé de qué hablar y supongo que ella está muy nerviosa para hacerlo. Después de un rato llegamos a su casa y me sorprendo al ver que se trata de un templo. —Aquí es—me avisa ella. —Bueno, hasta aquí el viaje—digo en modo juguetón y ella ríe. —Muchas gracias señor Taisho—me dice y yo la miro. —Nada de señor Taisho—ella me mira apenada. —Pero es mi jefe—me acerco a ella quedando nuestros labios a centímetros de distancias, no sé ni qué diablos hago, solo sé que muero por probar sus labios. —Pero dije que me digas Inuyasha—susurro mirando sus ojos y luego sus labios. —Inuyasha—estoy solo un poco para estampar mis labios contra los suyos...
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