7. Señora Higurashi

1366 Words
Kagome Mi respiración está ya agitada por el simple hecho de su cercanía a mí. Lo siento, solo son centímetros que nos separan, miro tus hermosos ojos ámbar que en este momento están de color dorado, pero es un bello y hermoso dorado que brilla como oro bien pulido. Estoy tan nerviosa porque este será mi primer beso, siendo que Inuyasha puede escuchar mi corazón de tan fuerte que late. Él me mira y yo a él, es como si ninguno tuviera el valor suficiente de dar el siguiente paso. Inuyasha al parecer piensa lo mismo que yo ya que se mueve un poco, sus labios rozan los míos mandando miles de corrientes por todo mi cuerpo, cuando está a punto de estampar sus labios con los míos ... —¿Kagome? —Ambos nos sobresaltamos al escuchar la voz de mi abuelo. Inuyasha se sienta de forma normal en su asiento mientras que yo estoy sufriendo de un pre-infarto. —Si abuelo, soy yo — gracias a la oscuridad de la noche no se ven mis mejillas, porque las siento arder como llamas. —¿Qué haces? —Salgo rápidamente del auto de Inuyasha y camino hasta él, veo por el rabillo del ojo que Inuyasha copia mi acción. —Bueno abuelo, te presento al señor Inuyasha Taisho, mi jefe — mi abuelo mira a Inuyasha con cara de pocos amigos — Inuyasha, te presento a mi abuelo — mi presentación es tan incómoda que siento como la tensión sube de grado. —Mucho gusto señor Higurashi — habla Inuyasha tranquilo. —Pero que joven tan educado — mi abuelo le da la mano sonriente — vamos a la casa para que mi hija Naomi te conozca — propone el abuelo. —Claro — acepta Inuyasha y caminan hacia la casa como dos amigos que tenían tiempo sin verso dejándome un poco desconcertada. Cuando reacciono camino hacia ellos prácticamente corriendo. —Hija ¿ya llegaste?—la voz de mi madre se escucha desde la cocina. —Si mamá—respondo caminando hacia ella con Inuyasha y el abuelo siguiéndome los talones. —Hija, ya te caliento tu cena—me dice dándome un beso y un abrazo hasta que su vista se fija en mi sexy jefe, ¿yo dije eso? —Claro que lo dijiste y yo estoy como testigo de eso—aparece mi subconsciente haciendo un baile raro. —Pero lo negaré a muerte, nadie le creerá a mi subconsciente—le saco la lengua de forma infantil. —Sango me creerá, deja que le cuente, va a enloquecer y de seguro hará que bailes ese baile de la vergüenza—se burló mi subconsciente. Por si no entienden, mi querida amiga Sango siempre me hace quedar en ridículo con su baile exótico como ella lo llama, y eso pasa cuando le cuento algo similar a lo que estamos hablando. —¿Y este hermoso jovencito?—salgo de mi batalla mental para enfocarme en mamá que mira a Inuyasha con ojos soñadores. —Mucho gusto señora Higurashi, soy Inuyasha Taisho—se presenta tomando la mano de mamá y posando un beso en ella. —Pero que encantador joven—habla mamá risueña. —Si me permite señora, si no me dicen que es la madre de Kagome nunca lo hubiera creído, parece más su hermana mayor—mamá suelta una risita extraña. —Eres un encanto—habla mi madre—y desde luego que acepto que seas el novio de mi hija. —No mamá... el...yo ...nosotros—ambos decimos cosas sin sentido, y ambos estamos rojos como tomates, esto es uno de los momentos más vergonzoso de mi existencia. —No somos novios—habla Inuyasha más calmado. —Él es mi jefe—susurro alto para que todos me escuchen. —Ah, ya veo, lo siento Inuyasha es que harían una hermosa pareja—dice mamá con voz soñadora. —Él tiene novia—la corto enojada, todos se dieron cuenta de mi pequeño ataque de celos por lo que hicieron silencio y una vez más mis mejillas arden. —Bueno creo que yo me marcho—habla Inuyasha para sacarnos del momento incómodo en el yo los había entrado. —Te acompaño a la puerta—él camino y yo le sigo el paso. —Siento todo lo que dijo mi madre, a veces es demasiado espontánea y si te hicieron pasar un momento incómodo también disculpa—le digo al estar en la puerta de la casa. —Tranquila—me mira fijamente y mi respiración se va de viaje—tu familia es muy, demasiado genial y nunca me sentí incómodo, al contrario, me hicieron sentir parte de ustedes en solo minutos—yo solo hago sonreír, mi familia es la mejor. —Bueno, espero y duermas bien... Inuyasha—le digo como despedida. —Adiós Kagome, nos vemos mañana—antes de que mi valentía se vaya de paseo le doy un beso suave en la mejilla. —Adiós—susurro en su oído y entro a mi casa con el corazón latiendo como loco. Inuyasha Toco con una de mis manos el lugar donde sus delicados y exquisitos labios estuvieron, aún no puedo creer que ella cause tanto en mí. Cierro los ojos y revivo el momento hasta que me doy cuenta de lo patético que me veo haciendo eso. Camino hasta mi auto y subo en él, llego rápido a la casa gracias al poco tráfico que había. Entro nuevamente a la habitación de mi hija y la veo dormir, gracias a ella sigo de pie, me acerco donde estuvo dormida Kagome antes de yo llegar, y su aroma sigue en las sábanas de mi hija, la beso por última vez y voy a mi habitación, me doy una ducha y me acuesto, el sueño me hace dormir sin tener que esperar mucho tiempo. Su bello cabello azabache cae como cascadas por su espalda, sus ojos chocolates brillan con intensidad haciendo que me quede observándolos detenidamente. Su clara piel expuesta hacia mí, con mi mano derecha la toco suavemente y con cuidado temiendo dañarla, como si fuera una hermosa muñeca de porcelana. Sus mejillas sonrojadas me detienen a tocarla, parece tan niña y tan mujer a la vez, esa combinación me está haciendo enloquecer. —Inuyasha—mi nombre salido de sus tentadores labios hace que mi corazón lata frenéticamente. —Kagome—me acerco y toco con la yema de mis dedos sus mejillas, mi tacto la hace estremecerse. —Inu...yasha—gimió mi nombre al sentir mi boca en si cuello dando leves besos y haciéndola perder la cordura, mis besos subieron hasta el lóbulo de su oreja y luego bese sus ojos, nariz, mandíbula y cuando me estoy acercando a su boca.... Pim, pim, pim, maldigo la alarma, me despierto agitado y las imágenes de mi sueño me azotan con fuerza, paso las manos por mi cabeza en un vano intento de borrarlas. Creo que estoy deseando a Kagome, no como la chica que está cuidando a mi hija, sino como la mujer que es. —Esa mujer va a ser mi perdición—me digo a mi mismo para salir de la cama e ir al baño. Termino de arreglarme y bajo hacia el comedor para tomar mi desayuno y me encuentro con Ayame y Yui desayunando. —Buenos días princesa—camino hasta ella y beso su cabeza. —Buenos días papi—responde con una sonrisa. —Hola Ayame—ella me da una mala mirada. —Inuyasha—saluda educada. —¡Papi!—exclama mi hija feliz—¿por qué no me dijiste que eras mi rey hasta que llegue mi príncipe?—pregunta mi hija fingiendo indignación. —¿Qué?—pregunto sin entenderle. —Bueno, es que anoche Kagome me contó la historia de cenicienta—me explica mi hija—yo le dije que, si algún día tendré un príncipe y ella dijo que sí, pero cuando sea mayor, mientras tanto que un rey me iba a cuidar. Cuando le pregunte que quien era ese rey me dijo que eras tú—termina la explicación mi hija dejándome asombrado por sus ocurrencias, mi hija es verdaderamente una niña demasiado inteligente. —Ay, pero que dulce es Kagome—habla Ayame con supremo sarcasmo y destilando fuego por los ojos. —Hija, se supone que era un secreto y que nadie lo sabría hasta que llegó Kagome—invento una excusa—por eso no te dije nada—ella me da su mejor sonrisa. —Me voy a jugar papi—me avisa y se marcha. —Nosotros vamos a mi despacho, hay algunos informes que terminar—le digo a Ayame y camino hasta el despacho con ella siguiéndome. Nos acomodamos y empezamos a trabajar, ya después de la comida y algunas horas después terminamos con ello. —Creo que nos vamos a la oficina—habla Ayame melosa. —Es verdad—camino y me despido de mi hija, espero a Ayame afuera de la casa hasta que la veo, miro como sale afuera y luego parece ver a alguien, camina hasta mí y me besa con pasión. Un ruido me hace separarme de Ayame. —Mierda, creo que interrumpimos—habla una chica y a su lado está Kagome. Creo que en este momento soy yo quien dice MIERDA.
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