Narra Bianca: Cinthia aparca su auto frente a una pequeña cabaña en mitad un frondoso bosque. La zona no me resulta familiar y como la mayor parte del camino hasta aquí me la pasé dormitando, recuperando las fuerzas que he perdido, no logro distinguir nada del entorno. Parece sacada de una postal de otoño. Frondosos pinos la rodean y una chimenea humeante indica que dentro hay alguien, pero por las pequeñas ventanas no se ve nada, cubiertas por cortinas oscuras. Es entrada la tarde, en el reloj del tablero marcan casi las tres. El dolor ha aumentado por todo mi cuerpo y pareciera como si un perro estuviera mordiéndome con rabia en la rodilla. —¿Qué es este lugar? — cuestiono, mirando recelo los alrededores. Estoy tan dañada, que no me sorprendería si de detrás de los árboles saliera