Narra Bianca:
He logrado vestirme con mucho esfuerzo, ya que mis músculos adoloridos no han dejado de quejarse ni un instante. Ante los quejidos de mi cuerpo, he optado por un vestido de algodón n***o un tanto corto, pero fue lo más cómodo que pude hallar dentro de mi muy limitado guardarropa. Dado a que no pensaba durar tanto tiempo en Roma, solo metí en mi maleta prendas muy prácticas, por lo que ahora me veo con pocas opciones para el día a día.
Cepillo mi cabello como puedo, y lo dejo suelto a que se seque con el aire, formando grandes ondas a su paso. Bajo las escaleras despacio, aferrándome a la lujosa baranda de caoba. No estoy segura qué día es hoy y afuera un cielo encapotado adorna la mañana.
—¿A dónde crees que vas? — la pregunta me sorprende tanto que doy un traspié en el
