…que ya no tragaba ni el jugo, así que solo humedecíamos sus labios, ya sus dientes tenían como una clase de arena gris muy finita. Cuando mi tío mando llamar al médico él la vio, la reviso y nos dijo que ya en cualquier momento mi abue moriría, pero no fue así, todavía paso un mes y no, pero ella cada día que pasaba se consumía cada vez más y aquellos ruidos y sombras continuaban cada vez más. Después una parienta llego a verla y ayudarnos con mi abue, ella se llamaba Socorro. Ella era muy buena persona, nos ayudó a poner toda la casa al corriente, pues nosotros no teníamos tiempo de nada por mi abue. Un día por la tarde me quedé con mi abue y mientras yo tejía le platicaba los chismes del pueblo y le dije: —Abue, mis tíos quieren internarme en el colegio porque ellos no van a tener ti