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Leyendas cortas de suspenso y terror

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Blurb

Este libro reúne diferentes relatos cortos de suspenso y terror, cosas sobrenaturales que recopile, algunas que son vivencias propias, otras son relatos de personas muy cercanas a mí.

Pero tan bien veremos cómo hay comunidades que se resisten a olvidar o a ser aun lado estas leyendas, porque son parte de su vida que tienen, para con los habitantes una gran importancia, aun sabiendo que muchas veces son mitos que se van creando a través del tiempo y que siempre que los cuentan es porque le paso al abuelo, al bisabuelo, al primo, tío o algún conocido, y rara vez a ellos, a los que lo cuentan también.

En algún momento los oímos en una noche de lluvia en que se fue la luz, y a la luz de las velas en boca del abuelo, la abuela, el tío, la mamá, el papá y, ya cuando crecemos lo hacemos nosotros.

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1.- Mi departamento soñado.
Cuando me case con mi esposo en el año 1970 y vivíamos en el D.F. el me conto que era huérfano, su mamá falleció, ella era una mujer muy joven y sumamente hermosa, tenía tres hijos mi esposo que era el mayor de tan solo cinco años y después su hermano menor de cuatro años, y el más pequeño de tan solo dos años, cuando su mamá falleció su papá los abandono, amaba tanto a su esposa que ya no quiso saber nada de nadie y no soportaba estar donde todo le recordaba a su amada esposa, solo su tía Lola, la tía solterona de la familia se quiso hacerse cargo de ellos, era una mujer amargada sin sentimientos y mala, muy mala y ella fue la que se hizo cargo de ellos, los crio a él y a su hermano porque el más pequeño murió a los pocos meses que su mamá falleció, pues aún era pequeño y no tubo los cuidados pertinentes que necesitaba un pequeño de su edad, ella la tía Lola vivía en un pueblo de Oaxaca, que fue donde se crio mi esposo. Debes en cuando la íbamos a ver, ella no era muy agradable conmigo pero a mis dos hijos y a mi esposo se desvivía en atenciones hacia ellos, yo la verdad no le tomaba mucha importancia, después de un tiempo otra de sus tías que vivían en el pueblo le hablo por teléfono a mi esposo, para decirle que su tía Lola estaba muy enferma, por supuesto que él se preocupó y me dijo “Que el fin de semana íbamos al pueblo a ver a la tía Lola, porque estaba enferma y que solo íbamos de entrada por salida”, yo no me opuse, prepare a mis hijos que en ese tiempo tenían cinco y siete años. Salimos a las tres de la mañana para llegar a buena hora al pueblo, subimos a los niños dormidos a la camioneta en el camino los vestí y les di de desayunar, en la camioneta mi esposo no quiso pararse para hacerlo, yo antes en la casa había preparado un lunch, Carlos así se llama mi esposo, no quiso nada de comer, yo y mis hijos comimos unos sándwiches con jugo de naranja, por fin nos paramos en una gasolinera y Carlos comió algo, yo estaba preocupada por su actitud, nunca lo había visto así pero lo disculpe pensando y me dije, en verdad la quiere como si fuera su mamá. Por fin llegamos al pueblo, nos dirigimos a su casa, ella vivía con otra hermana y sus hijos, entró mi esposo a verla, no quiso que entráramos nosotros, cuando salió me dijo: —Mi tía está muy mal, se va con nosotros, es necesario que la vean médicos especialistas. —Está bien. —le contesté. Acondicionamos el asiento de atrás para que se fuera cómoda y mis niños iban en la parte trasera de la camioneta, nos regresamos, así como nos venimos, solo nos paramos para comer en un pueblo, ahí aproveche para comprar fruta y unas golosinas para los niños. En todo el camino, la señora se quejaba, pero más que quejidos eran lamentos, mis hijos iban asustados a tal grado que los tuve que pasar conmigo en el asiento de adelante, solo así estuvieron calmados y la mayor parte del camino se la pasaron dormidos, yo no sabía qué hacer con la señora para que dejara de quejarse, no sabía si ofrecerle agua, comida o ponerle otra cobija para taparla, cuando le hablaba no me contestaba, Carlos solo me ponía la mano en la pierna y me la apretaba, lo veía y me cerraba un ojo. Por fin llegamos a la casa, me baje del auto con mis niños, entramos a la casa, ellos corrieron a su recamara y yo me dirigí a la recamara de visitas, y empecé a preparar la cama. Cuando terminé, Carlos iba entrando con ella cargándola, la acomodo en la cama con tal ternura y cariño que me conmovió, la tapo con las cobijas y le pregunto: —tía que ¿Quieres tienes hambre o sed? ¿Que se antoja? Ella contesto: —Nada hijo ve y descansa. Ya en la noche Carlos me dijo: —Fíjate que me dijeron que en el centro médico están los mejores especialistas, que ahí pueden ver que tiene mi tía. —Si mañana a primera hora la llevamos a Gabriel Mansera, si te dejo ahí con ella, porque tengo que ir a trabajar, no puedo faltar. —Está bien nada más voy a decirle a Perla que este al pendiente de los niños. Perla era la muchacha que trabajaba conmigo para ayudarme con los quehaceres domésticos y vivía con nosotros. Al otro día Carlos nos fue a dejar al hospital, por el estado en que estaba nos atendieron luego, el médico me dijo “Que le iban a ser unos estudios y que no me fuera a ir, que estuviera en la sala de espera y no se me separara de ahí” así fue en la sala de espera había un teléfono, saque unas monedas las inserte en el teléfono y llame a Carlos le dije lo que me dijeron y yo le dije “Que fuera a darles una vuelta a los niños”. A la hora de la comida ahí estuve, toda la mañana, ya después del medio día sentí mucha hambre, me asomé a ver si vendían algo de comer, no había nada ni un puesto, pero vi justo enfrente una panadería, atravesé la calle y me compre cuatro panes, regrese de inmediato que tal que me hablaban y no estaba, llegue a la sala de espera, me dispuse a comerme un pan cuando en eso me habla la enfermera, me llevo al consultorio de médico me senté y el médico me dijo: —Mire señora, la paciente está muy mal tiene que ser trasladada al centro médico en este momento, ya la están preparando para el traslado, ella no puede ir sola tiene que ir con un familiar. Salí de ahí y me subí a la ambulancia, nos fuimos. Llegando ya los médicos nos estaban esperando, se la llevaron y yo continúe en una salita de espera, no había nadie estaba sola, cuando en eso llego Carlos y me dijo: —Que paso amor. —Nada todavía la tienen adentro asiéndole estudios. —Oye no quieres algo que te traiga. —Si mira en la entrada hay una máquina de café, tráeme uno no he comido nada y aquí traigo pan que compre en la tarde. Carlos me trajo el café y empecé a comer el pan con el café. Cuando salió una enfermera y dijo mi nombre yo de inmediato me pare y me dijo que pasara, yo entre y me llevo con la tía, me acerque a ella y le dije si quería algo, ella con la mano me dijo que no, después el médico me llamo a su consultorio, ya ahí él me dijo: —Mire señora, su mamá ya no tiene remedio, ya se le hicieron todos los estudios pertinentes y llegamos a la conclusión de que ya no se puede hacer nada, ya su cáncer está muy extendido, ya no se puede hacer nada, la podemos tener aquí pero no es para que se componga, es para experimentar con varios tratamientos así que usted dirá. —Mire doctor yo me la llevo a mi casa porque aquí se va a morir y ni cuenta se van a dar. —Está bien la ambulancia la va a llevar a su casa y le daremos todas las facilidades, la señora va con diálisis. —Espere doctor, la señora no es mi mamá, es tía de mi marido y me gustaría que esto que me está diciendo usted se lo dijera a él. —Claro que si dígale que pase. Salí y le dije a Carlos. —Carlos el medico quiere hablar contigo. El entro, cuando salió cabizbajo. Después me hablo la enfermera, entramos y la tía ya estaba en la ambulancia, yo me subí y nos fuimos hacia la casa, yo me asome por la ventana de la ambulancia y vi nuestro carro, Carlos iba siguiendo la ambulancia yo me sentía rara intranquila como si alguien me estuviera viendo, cuando vi que Carlos nos seguía y me tranquilice un poco. Llegamos a la casa, la subieron, ya la muchacha había preparado todo para que llegáramos, los camilleros la acomodaron en la cama, yo me di la vuelta y le dije a Perla. —Quédate con ella un momento voy a ver a mis hijos. Me fui a su recamara, ya estaban dormidos me acerque a cada uno de ellos los arrope, les di un beso y los persigne, salí de la recamara sin hacer ruido y regrese a ver a la tía, en eso estaba entrando Carlos y me vio saliendo de la recamara de los niños y me pregunto: —¿Cómo están? —Bien, bien no te preocupes. Entramos los dos a la habitación, la tía estaba dormida en el hospital, le habían dado un sedante, los de la ambulancia me dieron una bolsa con medicamentos y jeringas, uno de ellos me dijo: —Adentro esta la receta y las instrucciones de los medicamentos, son puros sedantes si se le terminan con este pase va a la farmacia a que le surtan nuevamente la receta. —Si gracias. Se fueron. Carlos y yo nos fuimos a la cocina, prepare algo ligero para cenar y nos sentamos, luego Carlos me dijo: —Amor hay que contratar a una enfermera, es mucho trabajo para ti sola y luego los niños. —Está bien hay que ver a quién. Terminamos de cenar y nos fuimos a dormir. Al siguiente día le dije a Perla “Que viera a la tía mientras les daba de desayunar a mis hijos y los mandaba a la escuela”, después fui a verla y a llevarle el desayuno, cuando llegue lo primero que me dijo: —¿Donde esta Carlos? —Se está bañando en seguida viene. —Y los niños los quiero ver. —Se fueron a la escuela. —Porque no vinieron a despedirse, o no quieres que los vea. —Por Dios tía no, no es eso, solo que se les hacía tarde. Para en eso llego Carlos y le dijo: —Buen día tía, — se inclinó para a darle un beso, —, cómo te sientes. —Mejor. —Tía, me voy a trabajar, nos vemos al rato. —Anda hijo que te vaya bien. Salimos Carlos y yo, lo encamine a la puerta, nos despedimos con un beso, yo regrese con la tía me dijo “Que quería bañarse” ella casi no podía caminar así que la bañe, al estarla bañando note que en todo su cuerpo tenia moretones, terminé de bañarla, la seque y al estarlo asiendo vi nuevamente los moretones en la espalda, las piernas, los brazos, en los pechos y yo le pregunte: —¿Se caía usted muy seguido o se pegaba con algo? —No, no, por qué. —Es que tiene varios moretones. —Hay no sé de qué hablas. Luego la vestí, le pregunté si quería salir a tomar el sol, pero no quiso. Me fui a preparar la comida con Perla, deje abierta la puerta de la habitación de la tía para estar al pendiente, en la puerta de la entrada tenía yo un colgante, lo compre en una tienda de chinos, cuando lo compre el empleado de la tienda me dijo que se llamaba espanta fantasmas, así al sonar cuando abres la puerta con su sonido no deja entrar a los malos espíritus, yo lo compre no por eso, sino porque me gusto para la casa. Entonces cocinábamos Perla y yo, cuando se oyeron las campanitas, rápido le dije a Perla encárgate creo que regreso Carlos, algo se le olvido, salí pero no, no era Carlos ni nadie, me di la vuelta y regresaba a la cocina cuando oigo un alarido de la tía, Perla y yo corrimos apresuradas a ver que pasaba y era ella que gritaba y se retorcía asiendo unas muecas horripilantes, Perla se quedó parada en la puerta y yo corrí a preparar la jeringa para inyectarle el calmante, lo hice y así poco a poco se quedó dormida, Perla y yo regresamos a la cocina, nos quedamos viendo y yo dije: —Es que son tan fuertes los dolores que no los aguanta. Después llego Carlos con una chica, la enfermera ella iba a estar de planta y era del pueblo de ellos, así que la conocían, me saludo, la lleve con la tía, ahí había otra cama y se quedaría ahí. Él medico llego a verla y nos dijo que estuviéramos al pendiente, porque en cualquier momento ella fallecería, así que le dije a la enfermera que nos turnaríamos ella y yo para no dejarla sola, Perla dijo “Que después del susto que nos pegó ella no se quedaría sola con ella, así que no contáramos con ella”, ella estaría al pendiente de los niños, total que medio que organice las cosas al siguiente día después de la rutina de siempre, Ale la enfermera la baño y luego me comento de los moretones que poco a poco se le iban quitando, me dijo: —Señora sabe de qué son esos moretones. —No Ale, no sé y ella no me supo explicar. —Pues señora la bruja se la estaba chupando, yo espero que no la haya seguido hasta aquí. —Pero como Ale, eso no lo sé. —Ahí no se preocupe solo es un mito. Y se rio, después a las doce del día nuevamente se oyeron las campanas, después la tía nos dijo: —Mira dile a ese niño que está sentado en mis pies que se vaya a descansar, toda la noche estuvo conmigo. Las dos volteamos, pero no había nada, pero ella si lo veía le dije: —Si tía ahora descanse. —Sí, pero llévatelo. —Si claro. Salí de la habitación y no sabía que pensar. ya por la noche nos turnábamos Ale y yo, primero me quede yo ya a eso de las dos de la mañana le hable para que yo me fuera a dormir, la puerta la dejábamos abierta antes de irme, empezamos a platicar cuando de pronto vimos a mi hijo el pequeño en la puerta parado viendo a la tía, pero no hacia ningún movimiento, solo estaba parado ahí, me pare rápidamente y le dije: —Hijo porque te levantaste vamos. Le di la vuelta lo abrase y me lo lleve a su cama, cuando lo acosté ya tenía los ojos cerrados y estaba profundamente dormido, me fui a mi recamara y me quede dormida. Al otro día le dije a Carlos lo que había pasado, entonces hablo con los niños y les dijo que estaba prohibido entrar a la habitación de la tía, yo estaba intrigada, pero al mismo tiempo tenía razón, el niño nunca se había comportado así y estaba preocupada por él. Los días pasaron y continuaban sonando las campanas a las doce del día. pero luego empezamos a ver sombras que caminaban por la casa. la tía se deterioraba cada día más y nosotros nos asustábamos cada vez más, entonces empezamos a rezar diariamente un rosario, pero las cosas sobrenaturales continuaban cada vez más. Ale continuaba aseándola, los moretones habían desaparecido y su sonda que le pusieron en el hospital se le cambiaba, así como sus pañales, ella ya no se podía mover, entre Ale y yo la movíamos continuamente para evitar que se le hicieran llagas, pero como era una persona robusta teníamos que moverla entre las dos. Todo empezó en ese día, en especial desde que me levanté, la casa se sentía pesada, los niños estaban muy agresivos, entonces le dije a Carlos. —Amor porque no llevas a los niños con el fraile, al convento, solo este fin de semana. —Si fíjate y le voy a decir que se dé una vuelta para que vea a mi tía. EL fray Antonio, él era amigo de la familia, nuestras familias tanto de Carlos como la mía eran sumamente católicas y manteníamos una amistad muy estrecha, cuando les dije a los niños que se iban el fin de semana al convento ellos se pusieron muy contentos, pues les gustaba. Nos quedamos solas, nos fuimos a la habitación de la tía, ahí nos quedamos platicando, yo me senté en la orilla de la cama con mi tejido. En eso estábamos cuando se empezaron a escuchar ruidos en la sala y las campanitas, arrastraban las sillas y golpeaban la mesa, salimos corriendo Ale y yo porque Perla estaba en la cocina y las sillas y todo estaba tiradas, luego escuchamos un grito de la tía y fuimos corriendo a ver qué pasaba, cuando llegamos nos quedamos paradas en la puerta, pues ella se retorcía horriblemente, después de que no se podía mover y las caras que hacia eran terribles, Perla grito y empezó a rezar, yo corrí hacia ella tratando de calmarla, pero era tal su fuerza que con una mano me empujo y caí al suelo, Ale me levanto y saco de la habitación, la cerro y me dijo: —No entre señora algo muy malo hizo esta señora y quiere llevársela. —Pero Ale, que podemos hacer, algo hay que hacer. Le hable por teléfono a fray Antonio que me dijo que iba de inmediato, mientras en la habitación se oía varias voces como si se pelearan, y una gran cantidad de ruidos como de animales, como si gruñeran y aullidos. En eso llego Carlos y nos vio hincadas, rezando no nos preguntó nada, solo se dirigió a la puerta y abrió la habitación, nosotros en coro dijimos: —No, no, no. Pero él no hizo caso, abrió la puerta, todas gritamos, Carlos se quedó en la puerta petrificado yo corrí y la cerré rápidamente no podíamos creer lo que vimos, por un instante la señora estaba flotando sentada en cuatro patas sonriendo diabólicamente babeando y nos vio con esos ojos brillantes, como salidos del infierno, en eso tocaron la puerta corrí abrir y era fray Antonio que de inmediato entro y le explique lo que estaba pasando, él con toda serenidad trato de calmarnos, abrió la puerta, entró, cuando lo hizo la tía estaba acostada como si nada había pasado, el fraile se paró en los pies de la cama y empezó a bendecirla, después se acercó a ella con los santos oleos, le hizo una cruz en la frente, ella abrió los ojos vio al fraile y dijo con una voz gruesa…

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