—Es inútil lo que hagas o digas, ella es de nosotros hizo un pacto y solo este se está cumpliendo.
El fraile la ignoró y continuó con sus oraciones. Yo me acerque a ella mientras el fraile continuaba rezando. De pronto vi su bolsa de la diálisis y estaba llena de sangre, le hablé a Ale y le hice la seña, ella corrió para cambiarla. Después empezó a apestar horrible, era insoportable. Ale empezó a destaparla para cambiarle el pañal, fray Antonio salió de la habitación yo me dispuse ayudarle a Ale, cuando vimos el pañal era horrible y si eso es lo que olía horrible y cuando lo vimos no era excremento, lo que tenía el pañal eran coágulos de sangre del tamaño de un puño y pedazos de viseras. Ale lo envolvió y lo saco de ahí, yo me quede sola con ella, estaba acostada boca arriba. De pronto abrió la boca tan grande que se veía su garganta y vi como venía subiendo la sangre a borbotones, no sabía que a ser cuando reaccione la voltee de lado para evitar que se ahogara con su propia sangre, pero era tanta sangre que todo el piso estaba lleno de la sangre, yo grite cuando llegaron corriendo Ale, Carlos y fray Antonio, vieron como lanzaba la sangre. Carlos me ayudo en el ajetreo, la sonda se zafo y también en peso a salir sangre de tal manera que la sonda se movía de un lado a otro manchando todo y a todos. Cuando dejo de vomitar sangre se calmó. Ale empezó a limpiar, yo me salí y me metí a bañar, me cambié, luego Carlos hizo lo mismo. Cuando regrese a la habitación todo estaba en calma, de pronto se escuchó un ruido horrible como si rascaran en las paredes después un alarido y fray Antonio dijo:
—A fallecido.
(un pequeño silencio)
La tía fue sepultada en el panteón Dolores, fray Antonio dijo, que ya no se pudo a ser nada por su alma, nosotros ya no quisimos estar en esa casa vivimos en un hotel mientras comprábamos otra casa, esa casa se vendió y ya no supinos nada.
—Fin.—
2.- La bruja.
Cuando era pequeña como de unos doce o trece años vivía con mis papás en un pueblo de Oaxaca. Nuestra casa estaba lejos del pueblo en las faldas de un cerro, esto es en los años sesentas, éramos cinco hermanos, tres hombres y dos mujeres, yo y la nena que acababa de nacer. Yo era la mayor de todos y por lo mismo tenía más responsabilidades, acababa de nacer mi hermana la más chiquita, fue mi abuela la que atendería del parto de mi hermanita, ella mi abuela era la curandera del pueblo y por tanto ayudaba a las mujeres embarazadas a que nacieran sus nenes, ella era bien conocida en todo el pueblo así que mi mamá no podía ser la excepción. Afortunadamente con mi mamá todo salió bien, porque hay mujeres que al nacer sus nenes mueren o ellas son las que fallesen o mueren los dos y ellos y sus demás hijos quedan huérfanos. Pero bueno como decía, yo le ayudaba a mi mamá con todo por ser la mayor, todos ayudábamos, pero en especial yo y como acababa de nacer mi hermanita y mi mamá tenía que pasar la cuarentena pues yo me encargaba de todo con la ayuda de mis hermanos, mi abuela iba, pero solo de visita o a darle sus baños de yerbas a mi mamá, para que a los cuarenta días estuviera fuerte. Entonces mi mamá no podía a ser nada hasta cumplir los cuarenta días, mi abuela le llevaba diariamente un caldo de gallina criolla y negra que mi mamá se tomaba todos los días y antes de irse le hacía un té con unas, yerbas que ella traía. Cuando paso la cuarentena ya mi mamá hizo su vida normal, ponía su nixtamal y al otro día muy temprano se iba al molino a moler, después regresaba a echar las tortillas. Cuando nos levantábamos mi mamá ya tenía preparado el almuerzo que eran café, tortillas calientitas con frijoles y queso y una buena salsa bien picosa, como a mi papá le gustaba, que me tocaba a ser a mí con el miltomate y chile tabiche y en el molcajete, ya después mis hermanos se iban a la escuela y yo me quedaba a ayudar a mi mamá con los quehaceres de la casa. Y así pasaron los días, los meses y, pero de un tiempo acá mi papá y mamá dieron por que nos encerrábamos temprano, tomábamos café con galletas de animalitos, luego rezábamos y nos acostábamos, no teníamos camas y dormíamos en petates que enrollábamos al levantarnos y extendíamos en la noche, cada quien agarraba su cobija para dormir. Siempre después de tomar café y antes de dormir jugábamos un rato, pero últimamente mi papá no nos dejaba, nos mandaba a dormir luego y hasta parecía que tenían miedo, pero mi papá nos decía cuando preguntábamos el por qué, él solo nos contestaba:
—Es que hoy es noche pesada, así que a dormir.
Pero no sabía que yo a veces no me dormía luego y por las noches se oían risas de mujeres que pasaban cerca de la casa, otras veces se oía como si hubiera en la calle muchos puercos y chillaban, era bien feo yo oía todo eso porque ya estaba grande y luego me costaba trabajo dormir, es por eso que llegaba a escuchar todo eso. Al otro día le preguntaba a mi mama.
—¿Qué era eso que se oía en la noche?
Pero ella me contestaba que era mi imaginación, que cuando fuera así me pusiera a rezar y vería que luego me quedaría dormida. Así pasaban los días, ya cuando mi hermanita tenía como seis meses me tocaba bañarla diariamente, todo iba bien hasta que empecé a notar que la nena había amanecido con un moretón en una piernita. Se lo dije a mi mama.
—Oiga mama que se le cayó la niña.
—No porque mija.
—Mire tiene un moretón en la piernita.
—A ver.
Mi mamá la vio, pero no dijo nada. Después solo persigno a la niña, cuando llego mi papá le dijo lo ocurrido y mi papá dijo:
—Ay que llevar a bautizar a la niña.
Se fueron al pueblo con la niña, cuando regresaron con la cabeza baja y muy desanimados. Luego yo les pregunte qué había pasado y mi mamá me dijo:
—No está el padre, que llega en tres días porque fue a una diligencia a puerto.
Mi mamá lloraba, yo no entendía nada. Nos fuimos a dormir, oí nuevamente todos los ruidos, solo que había una diferencia ahora parecía que alguien andaba en el techo de la casa, yo me tapé con la cobija y me hice chiquita me dio miedo. Le hable a mi papá y a mi mamá, pero estaban bien dormidos y no me contestaron, después empecé a oír que arañaban las paredes de afuera e hice lo que mi mamá me dijo empecé a rezar y sí me quede dormida. Al otro día mi hermanita amaneció como enferma, se quejaba y como muy débil no la bañé, pero la cambie y cuando la cambie tenía más moretones, ahora tenía en los bracitos. Le hable a mi mamá y le dije, le enseñe y mi mamá solo la volvió a persignar y empezó a llorar, cuando llego mi papá mi mamá le enseño mi papá, se quitó el sombrero se rasco la cabeza y dijo:
—No sé qué hacer, no voy a dormir hoy estaré cuidando a la nena y a ti. —le dijo a mi mama.
Yo no sabía que hacer o que decir, solo vi a mi papá y el evito mirarme. Ya en la noche me paso lo mismo, no podía dormir, mi papá se quedó en una silla sentado junto a la mesa y una vela prendida que alumbraba toda la habitación, yo me voltee hacia la pared. Después de un rato empecé a oír los ruidos aquellos que siempre oía y que no quise decirle ni a mi papá ni a mi mamá que alguien andaba en el techo que arañaban las paredes, pero ahora también arañaban la puerta y de repente como que la empujaban, esos ruidos no me dejaban dormir, me senté y me recargué en la pared. Mi papá se había dormido ahí sentado en la mesa, mi mamá y mis hermanos también, pero por algún motivo yo no podía dormir. Ya más noche quien sabe a qué horas eran empecé a notar que por debajo de la puerta entraba humo, algo así como si fuera niebla, pero esa niebla era diferente porque se dirigía hacia donde estaba mi mamá y la nena, la nena empezó a llorar, pero ni mi papá ni mi mamá despertaban, yo me encogí y muy asustada solo miraba esa niebla, estaba llegando en donde estaba mi mama. De repente cuando vi a mi hermanita, algo que estaba en la neblina la jalo de una piernita, ella lloraba, pero ni mi papá ni mi mamá despertaban, yo les en pese a gritar y corrí a jalar a mi hermanita, pero no podía, ese ser nos jalaba a las dos. Yo continuaba gritando cuando de pronto sentí que alguien nos abrazaba mire y vi que era mi papá y mi mamá empezó a rezar, entonces esa neblina salió de casa rápidamente, yo abracé a mi papá y empecé a llorar con mi hermanita en los brazos, que también no dejaba de llorar, mi mamá corrió hacia nosotros nos abrazó y también lloraba. De ahí nos dormimos todos juntos, mi papá echo sal en la puerta y nos dormimos, al otro día cuando desperté solo yo y mi hermanita estábamos dormidas, me pare rápidamente, cargue a mi hermanita que seguía dormida y fui a la cocina, ahí estaba mi papá y mi mamá, mis hermanos ya se habían ido a la escuela, entre y les pregunte porque no me despertaron, mi papa me dijo:
—Queríamos que descansaras bien después de lo que paso en la noche, es bueno que descanses cuando termines de almorzar vamos a ver a tu abuela así que apúrate.
Yo me apuré a almorzar mi papá, mamá se alistaron para salir, yo corrí por mi reboso y nos fuimos a ver a mi abuela. De la casa, a la casa de mi abuela hacíamos dos horas caminando, así que mi papá lleno el bule de agua y preparo al burro y nos fuimos. Mi mamá se echó a la espalda a la nena. Llegamos con mi abuela que nos esperaba afuera de su casa, entramos todos a la casa, nos sentamos y mi mamá le enseño como estaba la nena, a mi hermanita aun no tenía nombre pues tenía que ser bautizada y el padre darle su nombre de pila según el calendario y ver qué nombre le toco, mi abuela la reviso y vio sus moretones, mi papá le contó todo lo que había pasado en la noche con la niña, yo pregunte:
—Porque pasa esto abuela, no entiendo nada.
—Te voy a contar porque tú tienes el don, sabes, las brujas existen y una de ellas se quiere llevarse a tu hermanita, las brujas llegan en la madrugada y se van chupando poco a poco a las persona que están enfermas y débiles, así lo hacen hasta que mueren, los médicos dicen que es por la enfermedad pero si él o la difunta tiene moretones en su cuerpo es que la bruja se lo chupo, y cuando son nenes como tu hermanita para ellas es un manjar, empiezan por chupárselas pero no se conforman con eso, a ellos se los llevan y nunca más los vuelven a encontrar, el peligro lo corren los nenes recién nacidos que no han sido bautizados y hasta ya los cuatro años pasando de esa edad ya no tiene peligro, siempre y cuando sean bautizados, si son bautizados ya no hay peligro de que las brujas se lo llevan a menos que se enfermen muy fuerte y su cuerpo y alma se debiliten.
—Pero abuela, que se puede hacer o no se puede hacer nada hasta que el padre llegue y que tal si esa bruja se lleva a mi hermanita.
—No hija, lo vamos a ser como lo hacíamos antes de que llegara el sacerdote así que esto es lo que van a ser.
Mi abuela les dio unas yerbas y una bolsa. Nos regresamos antes de que se hiciera noche, llegamos a la casa de tardecita mi hermano ya les había dado de comer a los demás, mi mamá había dejado comida y tortillas, tomamos café y cenamos nos fuimos adormir. Ya en la pieza mi papá mando a dormir a mis hermanos mientras empezó a meter un anafre con carbón y un costal de carbón, lo puso en medio de la pieza, después cerró la puerta con la tranca y empezó a prender el anafre, ya que lo prendió y se sentó junto a él con las yerbas y la bolsa la abrió y vi que era sal de grano revuelta con otras piedras, después dijo:
—Esta noche no vamos a dormir.
Yo le pregunte:
—¿Qué es eso papa?
Él me contestó:
—Sal curada con incienso y otras cosas.
Paso el tiempo, pero mis papás y la nena se durmieron, no se escuchaba nada, todo era silencio. Ya pasada la media noche, empezaron a oírse unos aullidos que los perros empezaron a acompañar, después se oyeron pasos afuera de la casa que le daban vuelta, se paraban enfrente de la puerta, después se empezaron a oír los pasos en el techo y por último los arañazos en la pared de la casa. Yo corrí a despertar a mi papá, pero no despertaba fui e hice lo mismo con mi mamá, pero no despertaba, después la puerta se empezó a mover como si quisiera entrar alguien, yo empecé a llorar quedito y continuaba hablándole a mi papá que por alguna razón no despertaba. Después empezó a entrar por debajo de la puerta esa neblina tan espesa que se dirigía a donde estaba mi mama y la nena, yo no sabía qué hacer, pero esta vez llevaba a la nena cargando. La nena empezó a llorar con desesperación, mis papás no despertaban, yo quería quitarle a la niña, pero esa neblina me empujaba, esto lo hice varias veces, la neblina se dirigía a la puerta cuando, no sé cómo, pero la tranca empezó a ceder, no sabía qué hacer. Entonces no sé cómo vi las yerbas y la sal, corrí hasta donde estaba el anafre y mi papá, agarre las yerbas y la sal y las eche todas juntas a las brasas de anafre. El anafre empezó a sacar mucho humo y en eso despertaron mis papas, cuando miramos hacia la puerta se estaba revelando poco a poco una figura, mi papá y yo estábamos paralizados pero mi mama corrió y le…