—No nunca se supo nada de él tal vez el demonio se lo llevo en cuerpo y alma.
Nos despedimos. Llegué a mi departamento y justo cuando iba yo a cerrar la puerta un hombre estaba parado en el centro del patio, cerré de inmediato la puerta, al poco rato llegaron mis hijos y esposo, paso el día. Ya en la noche le platique a mi esposo todo lo que me había dicho la vecina.
—Vaya y ahora que se podrá hacer. —dijo mi esposo.
Después nos dormimos. Ya en la madrugada unos golpes nos despertaron a mi esposo y a mí, nos paramos y parecía que tocaban a la puerta, mi esposo abrió rápidamente pensando que algo urgente pasaba por la hora que era, cuando abrió lo que vimos fue horrible, era esa mujer la que se aparecía en los pasillos, pero ahora no estaba sola, estaban las niñas y el niño. Mi esposo en automático cerró la puerta nos quedamos viendo y no sabíamos que hacer, en la puerta continuaban tocando con tal insistencia que mis hijos salieron de su habitación preguntando quien es, yo los encaminé hacia su cama, los acosté, los toques continuaban, después se empezaron a oír voces que decían:
—Ayudaaa, ayudaaaa.
Nos fuimos a dormir, pero no podíamos, no nos dejaban estas voces. Al empezar amanecer se callaron las voces, mi esposo me dijo:
—Que vamos hacer.
—No sé, pero voy a ir a la iglesia a traer al padre para que bendiga la casa. —le dije.
Me pare mande a los niños a la escuela y me fui a la iglesia, oí misa y después le pedí al padre que me escuchara, le platique todo lo que había pasado en el edificio y en nuestro departamento, él me dijo que por la tarde fuera por él para bendecir nuestro departamento, le hable por teléfono a Ernesto para que llegara temprano y si llego temprano y los dos fuimos por el sacerdote. Entramos a la casa, el sacerdote empezó a rezar y a rosear agua bendita, nosotros rezábamos atrás del sacerdote, después salió del departamento y empezó a bendecirlo también, cuando lo hizo se empezaron a oír ruidos y como que alguien lloraba, eso era nuevo, nunca habíamos oído que lloraban. Después la señora y las niñas con el niño se revelaron, el sacerdote continúo rezando algo así que decía que descansaran en paz, de pronto desaparecieron. Así como aparecieron el sacerdote continúo bendiciendo, conforme iba hacia la salida cuando termino lo fuimos a dejar a la iglesia, cuando regresamos y entramos al elevador se sentía diferente y olía como a rosas. Después llegamos a nuestro departamento y desde el pasillo todo era diferente, al fin todo termino, continuamos viviendo en el departamento 20.
—Fin.—
4.- El amigo.
Vivía yo con mi abuela materna y mis dos tíos solterones en un pueblo de Oaxaca, éramos una familia sumamente religiosa vivíamos en una casa de pueblo echa de adobe, teníamos varias habitaciones una para mis tíos, otra para mi abuela y yo otra para la sastrería. Mi tío Lauro era sastre él era una persona agradable, bromista y muy fiestero, él era guapo así que las jóvenes del pueblo lo buscaban mucho, mi otro tío, él era carpintero y en el fondo de la casa estaba la carpintería, era muy buscado por que los muebles que le encargaban eran muy bonitos. Él era medio gordo moreno y un poco enojón, mi abuela se preocupaba mucho por él por qué tomaba mucho, a veces no faltaba quien le dijera que estaba tirado en tal lugar y mi abuela salía corriendo con un par de hombres para ir a traerlo. Yo veía como se preocupaba y lloraba por él, lo traía y se pasaba toda la noche con él y rezaba, yo decía, pero porque reza, si no está enfermo. Mientras, mi tío Lauro se enojaba mucho y le decía a mi abuela que lo dejara para ver si así dejaba de tomar, mi abuela no le hacía caso y solo movía la cabeza diciéndole:
—Que sabes tú, tu sabes bien por qué.
Por la mañana mi tío no desayunaba con nosotros ni tampoco mi abuela, ella esperaba a mi tío Fernando. Un día platicando con mi abuela estábamos bordando las dos, era común que todas las tardes ya terminadas las labores del día nos pusiéramos a bordar y platicar los chismes del pueblo, pero esta vez yo le pregunte a mi abuelita con cierto miedo y con vos baja.
—Abue y que pasa con mi tío Nando.
Alzo la vista me vio y me dijo:
—Está bien, creo que ya es hora que sepas los secretos de esta familia y te voy a contar, pero quiero que lo tomes como una cosa seria porque así es, cuando tu tío Nando era muy joven siempre fue un joven inquieto, pero lo que más le llamo la atención fue la brujería, la brujería negra, después conoció a un amigo que lo involucro más en esas artes, se hicieron amiguísimos, yo sabía quién era ese hombre y lo regañaba pero no entendía, después a través del tiempo le dio un libro de magia negra y trajo a la casa ese libro, cuando lo trajo no dijo nada y lo escondió debajo de su cochón, pero empezaron a pasar cosas en la casa como escuchar ruidos en el patio, las cosas se caían y empezamos a tener la sensación de que alguien o algo nos veía, yo no sé qué pasaba y sabiendo en los malos pasos en que andaba, un día que no estaba entre a su cuarto y empecé a buscar, yo buscaba no sabía qué, pero algo tenía que ver, me pare en medio del cuarto y me di cuenta que las imágenes religiosas que tenía ya no estaban y con la vista empecé a escudriñar para ver ese algo que yo andaba buscando, de pronto mi vista se detuvo en su cama y me acerqué, alce el colchón y lo encontré, encontré ese libro maléfico, lo envolví con mi reboso y me fui directamente a la iglesia, al llegar hable con el sacerdote y le platique todo, le enseñe el libro y fue cuando lo vi bien, parecía una biblia con la pasta negra y una estrella de cinco picos en dorado, al verla el sacerdote se paró y me dijo:
—María tienes que ir al panteón a las doce del día y quemar este libro cerca de la cruz que esta exactamente en medio del panteón, lo envuelves en este manto que te voy a dar.
—Padre y mientras que hago eso lo haría mañana ya hoy pasan de las doce de la noche.
—Sí, deja el libro aquí—. Yo salí corriendo y me fui a la casa rezando y pidiendo a Dios que me diera fuerzas para hacer lo que tenía que hacer, llegando a la casa me puse a ser mis cosas, se hizo tarde cene sola ninguno de tus tíos estaba me fui a mi cuarto no vi ni sentí a qué hora llegó tu tío Nando solo de repente entro a mi cuarto furico y me dijo:
—Donde está, donde está, que hiciste con él.
—De que me hablas no sé de qué me hablas.
—El libro, el libro que estaba en mi cuarto debajo del colchón.
—Hijo espera mira tienes que acercarte a Dios nuevamente, él lo perdona todo, arrepiéntete.
—Cállate, cállate.
—Se dio la vuelta y se fue, después llego tu tío Lauro y me pregunto:
—Que pasa porque se puso así.
—Yo le conté todo lo que había pasado él me dijo:
—Mama yo te voy a acompañar no te alejes de tu rosario yo lo mismo voy hacer, enciérrate y oigas lo que oigas no abras por favor mama, voy a encerrar a Fernando y le voy a poner una cruz en la puerta, tanto para que el no salga como para que el mal no entre.
El mi tío Lauro era una persona sumamente religiosa, continuamente iba a retiros espirituales y a cursillos así que por lo menos tenía idea de que hacer en esos casos.
Mi abuela continúo relatándome.
—Cuando tu tío salió cerré la puerta con aldaba y me acosté, conforme se hizo de noche se empezaron a oír aullidos y gruñidos como de un animal furioso, después que rasguñaban las paredes de toda la casa, a veces se oía como llanto, gritos, como que corrían y mi hijo gritaba.
—Déjenme salir mama ayúdame déjame salir, déjenme salir mama ayúdame.
—Total que en toda la noche no pudimos dormir, yo tenía mucha preocupación por mi hijo y varias veces estuve a punto de salir e ir a verlo, pero algo me detuvo así que lo único que hice fue rezarle a Dios por mi hijo, ya que empezó amanecer me dormí un rato los toquidos en la puerta me despertaron, era Lauro, le abrí la puerta y me dijo:
—Ya mama come algo para que nos vayamos.
—Sí, pero déjame ir a ver a Fernando.
—No mama, es mejor que lo veas después que regresemos sabes, mejor vámonos ya.
—Salimos Lauro y yo y nos fuimos a la iglesia, escuchamos misa, después fuimos a ver al sacerdote, platico con Lauro él le conto todo lo que había pasado en la noche, le dio el libro envuelto en un paño blanco y un cavo de cirio pequeño que fue encendido al santísimo, un frasco de agua bendita. Lauro guardo todo en la mochila que llevaba, salimos y nos fuimos rumbo al panteón, cuando íbamos caminando en el camino nos encontramos varios perros peleando como si estuvieran rabiosos y no nos dejaban pasar. Lauro saco un frasco que el sacerdote le había dado con agua bendita roció un poco y solo así nos dejaron pasar, después al poco rato un hombre nos paró y le pregunto a Lauro muy altanero.
—Que paso cuate a dónde vas.
—Que te importa y yo no soy tu cuate, quítate y déjanos pasar a mí no me das miedo porque mi Dios está conmigo.
—Lauro saco una cruz, pero antes de hacerlo el hombre se fue, cuando volteamos para verlo no había nadie solo estábamos mi hijo y yo. Continuamos caminando, cuando estábamos a punto de entrar al panteón se nos atravesó una mujer joven vestida provocativamente con un perro n***o y se dirigió a Lauro y le dijo:
—Buenas guapo como estas a dónde vas, yo puedo darte todo lo que quieras que quieres dinero yo te lo doy mujeres, yo te las doy, tu dime que quieres solo sígueme y lo tendrás todo.
— Lauro estaba como hipnotizado yo le hable y no me hacía caso.
—Lauro, Lauro sigamos adelante, Lauro hijo por favor.
—Saque mi rosario y lo puse en su mano como que reacciono, la vio la hizo a un lado con la mano que traía el rosario entramos al panteón yo empecé a rezar pidiendo a Dios que ya no se interpusiera nadie en nuestro camino. Al fin llegamos al centro del panteón, Lauro empezó con el ritual puso el libro en el suelo después prendió el cirio y cuando intento prender la túnica donde estaba envuelto el libro se vino un aire y no dejaba que se prendiera, Lauro veía la hora en el reloj de pulsera que traía y me dijo:
—Mama tenemos que prenderlo ya van a dar las doce.
—Yo me hinque y empecé a rezar el rosario y al mismo tiempo le pedía a Dios que calmara el aire y si poco a poco el aire se fue calmando y pudo Lauro encenderlo, cuando se estaba quemando nosotros rezábamos y afuera del panteón se oían los perros rabiosos peleándose, estaban furiosos cuando el libro se terminó de quemar. Lauro reviso que se haya quemado totalmente, nos paramos y salimos y nos fuimos, llegamos a la casa sin ninguna novedad. Lauro y yo fuimos directamente al cuarto de Fernando, cuando Lauro abrió la puerta mi hijo estaba en el suelo en posición fetal llorando, yo corrí hacia él, lo abracé, entre Lauro y yo lo pasamos a la cama, ahí duro inconsciente por cuatro días, el medico lo iba a ver diario hasta que reacciono, lo sacaba diariamente a el sol y lo tapaba con una cobija pues era tanto su frio que cuando caminaba apenas y podía caminar por el temblor de su cuerpo. Así paso el tiempo hasta que mi hijo supero esa crisis, después de eso se dio a la tomadera fue tal su impresión por lo que le paso solo él supo lo que vio y lo que paso, el sacerdote nos dijo que son pocos los que sobreviven al ser rescatados del infierno, mi hijo se volvió retraído y serio, casi no sonreía, cuando se emborracha es como si con eso quisiera olvidar lo que le había pasado, este es el gran secreto de la familia, por eso es que tu tío y yo somos tan tolerantes con Fernando, esto hija, te lo cuento para que me entiendas y me apoyes en el cuidado de tu tío.
Yo quería mucho a mis tíos pues ellos fueron mis papás y mi abuelita mi mamá así que contesté y la abracé.
—Si abue yo lo entiendo.
Ahora yo la acompañaba a ir por mi tío cuando le desean que estaba tirado en la calle ahogado de borracho, así pasaron varios años pero un día fue un amigo de mis tíos, fue a invitarlos a la elotada que cada año se hacía en su rancho que quedaba más o menos a una hora caminando cuando siembran el maíz y la mazorca esta lista para elotes, es costumbre cortar los primeros y toda la familia con los amigos más cercanos comerlos con chilito y limón cerca del sembradío al aire libre, esto se hace por la tarde, los elotes se acompañan con atole o café y mezcal, mis tíos le dijeron que si era el próximo fin de semana Crispín, así se llamaba se fue. Ya después estábamos todos reunidos tomando café, mi tío Lauro le pregunto a mi tío Fernando si iba a ir a la elotada, él le contesto que sí, mi tío Lauro le dijo que él no porque tenía reunión en la iglesia y no iba a poder ir, después mi abue le dijo ahí, hijo vas a tener que ir tu solo porque yo tampoco voy a poder ir, pues es la reunión para organizar la calenda de la virgen del Carmen.
—Bueno no se preocupen me voy temprano y me quedo haya para no caminar en la noche. —dijo mi tío Nando.
—Pero no te vengas tan tarde para que no me preocupe. —contesto mi abue.
—Si mama tan luego amanezca me vengo para que no se preocupe.
….