Creon había escuchado incrédulo el miedo que sentía su madre por la mujer esbelta que había en el jardín. Esta le había contado el deseo que tenía la mujer de acabar con su vida y que algo la estaba hiriendo. Las lágrimas habían anegado los ojos de su madre al contarle las palabras susurradas y llenas de miedo que la mujer había expresado y el doloroso grito que le había arrancado el abrazo de su simbiótico. Había sido un dolor tan intenso que el simbiótico había absorbido parte y ahora estaba sufriendo.
―Nunca había oído a nada haciendo gritar a un simbiótico de esa manera ―había dicho Morian con desesperación―. El sonido resonaba con tanto dolor y pérdida que me ha roto el corazón hasta a mí. Tu compañera está herida. No sé si está enferma o si se trata de otra cosa, pero debes ayudarla
