Colate ataca

2402 Words
Capítulo 4 Colate ataca Se acercaba la hora de cenar, Irma estaba terminando de poner la mesa y Susana bajó de su habitación algo cabizbaja, pero al ver que no había llegado Colate a cenar le preguntó a Irma: — ¿Colate no ha llegado aún? — No señora. — ¿Y tampoco ha llamado? Irma bajó la mirada con algo de pesar, se sentía muy mal porque sabía que Susana estaba triste por lo del sobre que ella le había entregado. — No señora, tampoco ha llamado. ¿Pero sirvo la cena o va a esperar a que el señor llegue? — Sirve la cena de una buena vez Irma, no podemos someternos a tener que aguantar hambre hasta que el señor quiera aparecer. Irma se quedó muy sorprendida ante la reacción de la señora Susana ya que jamás en la vida desde que ella trabajaba para la familia, se había servido la mesa sin que Colate estuviera presente. Justamente en ese preciso instante venía bajando de su habitación Paulina, ya tenía puesto el pijama, el cabello mojado después que se había dado una mega ducha luego de todo el día tan estresante que había tenido desde que salió de su casa en la mañana. — ¡Qué rico se ve todo! La verdad es que tengo un apetito voraz, ¿Y me pueden decir en dónde está papá que no lo veo sentado a la mesa como siempre? Susana le respondió con un aire de dejadez y frialdad: — Pues tu querido padre no ha llegado aún. Paulina no podía creer lo que acababa de escuchar, así que respondió inmediatamente: — ¿No ha llegado aún? ¿Pero cómo? ¿Y eso quiere decir que vamos a comer sin papá? ¡Fin de mundo, no puedo creerlo! ¿Y esa novedad? Oh siiii! Mi madre por fin se está liberando de la esclavitud. — Dijo bromeando ante la cara de seriedad de su madre a la que no le había parecido para nada gracioso el comentario de Paulina. Susana la miró molesta puesto que no le había parecido gracioso lo que su hija acababa de decir así que no dudó en decirle enseguida: — Por favor Paulina, no es gracioso lo que acabas de decir. Así que por favor cenemos en paz y guarda silencio que de esa forma te vez mejor. — ¡Uy Pero qué amargura! Sólo fue un chiste mamá para romper un poco el hielo, además es en serio, aquí jamás hemos cenado sin que el general dé la orden para hacerlo. Irma, que estaba sirviendo la comida, trataba de disimular las ganas de reírse, puesto que le había parecido muy gracioso el comentario de Paulina que a pesar de ser muy chistoso era la pura realidad. Susana mientras degustaba la rica cena que le había preparado Irma, le preguntó a Paulina: — Hija dime una cosa, ¿En el tiempo que estuviste hoy en la empresa, por casualidad en algún momento llegaste a ver a tu padre? Paulina que estaba desesperada comiendo todo lo que le había servido Irma, le respondió mientras masticaba: — Pues fíjate qué curioso, en realidad no lo vi, es más, yo me atrevería a decir que creo que mi padre no fue hoy a la empresa en todo el día, porque pasé muy cerca de su oficina y estaba cerrada y su secretaria tampoco estaba allí. ¿Pero por qué preguntas mamá? Susana respondió: — No, por nada hija, sólo fue una simple curiosidad. En ese momento se escuchó la puerta de la casa, era más que obvio que había llegado Colate. Enseguida la expresión de Susana fue de nerviosismo, aunque al mismo tiempo se sentía molesta por el dichoso sobre que había encontrado Irma en la ropa de Colate. Colate entró a la sala, colocó su portafolio en la entrada y luego siguió hasta el comedor. Al llegar allí se sorprendió al ver a Susana y a Paulina cenando sin haberlo esperado como era la costumbre. Colate era un hombre muy machista y prepotente, en ese momento se sintió como desplazado, como si de alguna forma, hubieran pasado por encima de él y eso por supuesto él no lo podía aceptar. Porque estaba acostumbrado a que se hiciera su voluntad y el hecho de que empezaran a comer sin esperarlo, era para él, una falta total de respeto. Así que sin decir buenas noches o preguntar cómo estaban, se sentó a la mesa molesto y preguntó de forma autoritaria y despectiva: — ¿Se puede saber por qué comenzaron a cenar sin mi? ¿Por qué no me esperaron? Susana continuó comiendo sin responder una sola palabra. A diferencia de Paulina que exclamó: — Bueno papá teníamos mucho apetito, además yo pasé un día de terror en tu dichosa empresa. Colate le respondió a Paulina lleno de mucho coraje: — No estoy hablando contigo niña, le pregunté a tu madre. Y estoy esperando una respuesta. Susana tragó el bocado que tenía en la boca y lo miró diciéndole: — No sabía a qué hora pensabas llegar, no llamaste en todo el día y para finalizar tenía mucho apetito, así que no veo la necesidad de tener que aguantar las ganas de comer sólo esperando a que tú llegues como si tú fueras a comer por mí, de ahora en adelante la cena se va a servir cuando tengamos hambre llegues o no. ¿Te quedó claro Colate? Irma que tenía la bandeja en las manos con la comida de Colate se quedó paralizada ante aquellas palabras de Susana y ni hablar de Paulina que tenía el tenedor a punto de meterlo en su boca y se quedó con la mano en el aire sorprendida de la forma como su madre le había hablado a su padre. Colate era el más sorprendido de los tres, puesto que Susana jamás en su vida se había atrevido de hablarle de esa forma, había sido un atrevimiento de su parte, que por supuesto Colate no iba a dejar pasar por alto. Colate molesto dio un golpe tan fuerte en la mesa, que hizo que se cayeran las copas de vino. Luego se levantó y dijo alzando la voz lleno de ira: — ¿Pero qué te has creído Susana? ¿Quién eres tú para hablarme a mi de esa forma? Justamente a mí que soy el hombre de esta casa, el que te mantiene a ti y a la perezosa de tu hija. Paulina peló los ojos de una forma tal, que parecía que se le iban a salir y al escuchar las palabras de su padre llamándola perezosa, no se quedó callada por lo que inmediatamente le respondió: — Un momento papá, para tu información por si no lo recuerdas, ya tengo empleo y por cierto impuesto por ti en tu propia empresa, ¿Si lo recuerdas cierto? Así que no soy ninguna perezosa. — Cállate Paulina nadie te ha pedido tu opinión y te ordeno en este preciso instante que subas a tu habitación y me dejes a solas con tu madre. Paulina que no había terminado de comer y estaba hambrienta después del día ajetreado que había tenido, le dijo: — Pero si ni siquiera he terminado de comerme mi pieza de pollo. — ¡Que subas a tu habitación inmediatamente! — Le volvió a gritar dándole nuevamente un golpe a la mesa. Paulina brincó de la silla con el grito y el ruido que hizo cuando golpeó la mesa e inmediatamente se levantó, pero recogió el plato mientras decía: — Bueno está bien, ya me voy, pero no sin mi pieza de pollo, con permiso. — Y diciendo esto, se fue con el plato en la mano directo a su habitación. Irma estaba como una estatua con la bandeja en la mano, sin saber qué hacer, realmente estaba atemorizada de la reacción de Colate y en el fondo tenía miedo por Susana de que éste le hiciera algo. Colate la miró y le gritó: — ¿Y tú qué haces allí parada como momia egipcia? Lárgate a la cocina en este instante. Irma salió corriendo atemorizada con la bandeja de comida en la mano. Susana que había dejado de comer en vista del incómodo momento, estaba con la mirada fija en el plato, sin decir palabra alguna, sólo estaba temblando porque sabía que su actitud había desatado la furia de Colate y ya sabía las consecuencias. Colate la miró y le dijo: — Sube a la habitación en este momento, tú y yo tenemos que hablar. Susana tenía miedo de subir a la habitación porque sabía lo violento que era Colate pero ella también estaba demasiado cansada de aguantar sus maltratos y sus infidelidades. — Pues muy bien Colate vamos a la habitación, porque yo también tengo que hablar contigo, hay algo que quiero que me expliques. Diciendo esto, Susana lanzó en la mesa la servilleta de tela que tenía sobre las piernas y se levantó de la silla, subiendo las escaleras rumbo a su habitación. Colate la miró y se fue tras ella. Paulina se había metido en su habitación a terminar su cena, sin embargo le preocupaba su madre, porque estaba muy extrañada de la reacción que ésta había tenido con su padre. Estaba sentada en su cama devorándose la rica cena que Irma le había preparado y de pronto recordó al hombre con el que se había tropezado cuando iba de salida en la empresa. “ ¿Quién será ese imbécil troglodita que me llenó de café toda mi ropa? De seguro es uno de esos aspirantes a arquitecto que mi padre siempre entrevista, es un engreído de lo peor, pero debo reconocer que es muy guapo” Mientras Paulina estaba recordando el incidente con el arquitecto Velásquez, Susana estaba dentro de la habitación con Colate atemorizada de lo que éste pudiera hacerle. Ambos entraron y Colate cerró la puerta violentamente, tomó a Susana por un brazo y la lanzó a la cama con tanta fuerza que casi fue a parar al suelo. — ¿Pero te has vuelto loco? Yo no soy un objeto que tomas y tiras a tu antojo. Colate se le encimó y le levantó la mano para darle una bofetada, mientras le decía: — ¡Cállate! ¡No me contestes! Tú eres mi mujer y como tal haces lo que a mí me da la gana, ¿es que todavía no has comprendido que quien manda en ésta casa soy yo? Susana estaba asustada cuando vio que éste levantó su mano para pegarle, pero se había quedado con la mano inmóvil como si no estuviera seguro de pegarle o no, así que Susana llena de rabia lo retó diciéndole: — ¡Pégame pues! ¡Anda pégame! ¿Por qué no lo haces? Si me estás levantando la mano es porque quieres hacerlo, entonces hazlo vamos, si es que eres tan hombre. Susana al atreverse a retar a Colate desató aún más su furia y fue en ese instante que decidió pegarle con todas sus fuerzas y le volteó la cara del golpe tan fuerte que le dio. Susana cayó al piso casi desmayada, sintió que el golpe casi la había noqueado. Colate se quedó de pie junto a ella mirándola sin ningún tipo de remordimientos. Luego la levantó de mala gana y la lanzó de nuevo en la cama. Susana a duras penas trataba de levantarse mientras se tocaba el golpe que sin lugar a dudas le había ocasionado una herida en la boca. Ella se tocó la sangre que salía de su boca y se miró los dedos de la mano, luego lo miró a él y le dijo: — ¡Eres un cobarde! Colate trató de acercarse para golpearla de nuevo, pero ella se levantó como pudo y salió corriendo al baño donde se encerró. Susana se miró al espejo y estaba horrorizada cuando vio el hematoma que se le había hecho en la mitad del rostro. Ella estaba cansada de tanto maltrato, pero le daba miedo enfrentarlo, justamente porque siempre terminaba pegándole. Colate comenzó a darle golpes a la puerta del baño mientras gritaba: — Ábreme la puerta Susana a mi no me dejas con la palabra en la boca. Susana sólo lloraba aterrada, ya no quería que la siguiera maltratando y menos aún que su hija se diera cuenta de lo que estaba pasando. Colate seguía pegando gritos histéricamente y Susana le suplicaba que se callara. — Por favor Colate ya déjame en paz, no quiero que Paulina te escuche, por favor cállate. — Susana abre la puerta por las buenas o te juro que la voy a tumbar a patadas, tú eliges. Susana no quería que su hija se enterara del horror que le estaba haciendo vivir su padre, así que llena de miedo decidió abrir la puerta. Cuando Susana abrió la puerta del baño, Colate inmediatamente la jaló y la tiró por tercera vez en la cama. Luego ella se incorporó y tomó el sobre que había guardado en la mesa de noche y le preguntó a Colate : — ¿A ella también le pegas como lo haces conmigo? — Diciendo eso le lanzó el sobre encima pero Colate no alcanzó a recogerlo sino que le cayó cerca de sus pies, por lo que tuvo que agacharse y cuando lo abrió se dio cuenta a qué se refería Susana. — ¿Y bien? ¿Por qué te quedas callado? Ah ya sé, porque se te cayó la máscara ¿no es así? — No sé de qué me hablas, estás loca, ¿esto de dónde lo sacaste? No sé ni siquiera de qué me estás hablando. Mientras decía eso, rompió el sobre en pedacitos y se lo lanzó encima a Susana — Estás loca y no voy a discutir contigo algo que sencillamente está en tu imaginación. Y sin decir más nada, dio la espalda y se fue de la habitación dejando a Susana totalmente destrozada y herida, no sólo por fuera, sino por dentro. La herida del alma siempre es la peor. Susana se tiró al piso a llorar, estaba realmente cansada de tanto maltrato, sólo mantenían el matrimonio para cuidar las apariencias, pero desde hace mucho tiempo ya Colate no tenía intimidad con ella. Y ahora al Susana descubrir a esa mujer llamada Yajaira las cosas se empezaban a complicar aún más.
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