Ya el invierno había llegado y el bosque estaba cubierto por la nieve. Los animales ya estaban en su hibernación, al igual que los árboles y, sobre todo, mamá. Había pasado tan rápido el tiempo, los meses, y ahora estaba en la entrada. Mientras mamá dormía, mi pecho dolía cada vez que lo recordaba y mis lágrimas caían a las raíces de mamá, lo cual la hizo despertar más al sentir mis emociones. —¿Por qué estás llorando? —preguntó mamá—. ¿Por qué estás triste y enojada?—
Había despertado a mamá y no sabía qué decirle. Sí, estaba enojada y triste. Salí de mi madriguera y miré directo a mamá con sollozos bajos, hasta que empecé a llorar con fuerza. Mamá, al verme, extendió sus ramas hacia mí y me abrazó.—Drottning, no llores, todo está bien. Dime, ¿qué te pasa?—
Frotaba mi carita en sus ramas. Estaba enojada y triste; le había confiado a alguien mi existencia a tal punto de encariñarme de él. Por algo mamá siempre me advertía y, por primera vez, supe que no debía confiar ciegamente, aunque sean buenas.
Al ver que no respondía, simplemente me consoló hasta quedarme dormida. Me arrullaba entre sus ramas con una suave canción de cuna que tarareaba, pero las letras sonaban en mi mente, como si yo una vez lo cante.
Entre mis sueños, el resplandor de la mañana brillaba en mi cara. Estaba sentada, observando a unas pequeñas y lindas criaturas, como yo, al frente mío. A mi lado, había un ser masculino de una belleza imponente y majestuosa.
Su presencia era tranquilizadora y magnética, inspirando respeto y admiración. Me miraba con una sonrisa en su rostro y tomaba mi mano, dándole un beso. Tenía una postura majestuosa que emana autoridad y gracia a la vez. Tenía esas particulares orejas puntiagudas; por alguna razón, lo conocía. Su rostro era de una belleza serena y casi etérea. Su piel era suave y luminosa, con pómulos elevados y un mentón bien definido.
Sus ojos eran profundos y cautivadores. Estaba confundida, ¿dónde estaba? Miré a mi alrededor; había muchas criaturas distintas y curiosas: gnomos, ninfas, elfos y hadas, con hermosas alas de todo tamaño y color. El lugar era un bosque cubierto con inmensa vegetación y flores cayendo como cascadas de las copas de los árboles.
Era tan relajante y tranquilo como estar en casa. Miré hacia mis piernas y tenía largas y esbeltas piernas; llevaba puesto un hermoso vestido que desprendía destellos. Mis manos eran bonitas, con dedos largos. ¿Qué estaba pasando? Mis alas eran grandes y cristalinas. La pregunta era: ¿yo tenía alas y cómo? Toqué mi rostro; era diferente, necesitaba verme.
La desesperación por saber qué pasaba realmente me hacía entrar en pánico. Traté de levantarme, pero no podía moverme; solo mi cabeza podía mover. En mi cabeza no dejaba de escuchar esa canción que todos cantaban.
(En el bosque encantado, bajo el manto estrellado, las hadas susurran un secreto guardado. Con luces brillantes, danzan en el aire, un suave arrullo que nos hace soñar.)
(Duerme, mi pequeño, que las hadas están aquí, con sus alas de cristal, te acunan hasta el fin. El viento susurra melodías de amor en este mundo mágico, donde reina el resplandor.)
Con todo este ruido, el Elfo a mi lado decía algo y no entendía. Su mano apretó la mía; su cara era de frustración y me estaba dando miedo. Esto no era un sueño, era como un recuerdo, como si yo lo hubiera vivido.
(El río canta suave, su canción al pasar, y las flores del campo comienzan a brillar. Las estrellas relucen, como ojos que ven el sueño dorado que está por nacer.) (Duerme, mi pequeño, que las hadas están aquí, con sus alas de cristal, te acunan hasta el fin. El viento susurra melodías de amor en este mundo mágico, donde reina el resplandor...)
De un momento a otro, todo se tornó de rojo. En un instante, todo a mi alrededor estaba destruido; no había nada más que muerte. Sentía dolor y no sabía por qué. Mi espalda dolía, mis alas ya no existían, el olor a sangre estaba en el aire. Ya no había nada a mi alrededor, ni siquiera el elfo de hace un momento. El aire era frío y pesado. Miraba a todos lados, estaba botada contra un tronco gigante. Mi vista se volvió hacia la luz de la luna roja, la cual fue desapareciendo. No sé por qué me sentía aliviada.
De mi boca salían susurros por sí solos; eran encantamientos que no entendía. Mientras mi mano tocaba aquel tronco, mi cuerpo se relajó y mis ojos se fueron cerrando. Mi corazón bombeaba a toda velocidad y empecé a llorar. Cada vez estaba más asustada, sin entender nada. Por un instinto, mi vista se nubló por completo.
Los brazos de alguien levantándome del suelo y sujetándome con fuerza pegando a su pecho, su voz cargada de dolor nuevamente hicieron que mi vista se normalizara. Era alguien diferente; este tenía los ojos rojos y piel pálida, cabello Rubio, estaba llorando sangre. Su voz se escuchaba quebrantada, y me dolía. – Mi amor... Tranquila, todo está bien... Ya terminó todo... - murmuraba mientras una de sus manos acariciaba mi mejilla. Su mirada era de amor y dolor a la vez. - Ya estoy aquí... por favor, no me dejes... –
¿Quién era este hombre? ¿Por qué me dolía verlo? ¿Por qué también lo conocía a él? ¿Por qué esto era tan real, la sensación y el dolor, todo como si lo estuviera viviendo?.– ¿Por qué lo hiciste, Aine...? ¿Por qué me impediste el paso para ayudarte...? - dijo entre dientes con tanto dolor. – Por favor... no me dejes... no ahora que mañana es nuestra boda–
Esto no era mi sueño, era de otra persona, pero ¿por qué me lo estaba mostrando a mí? ¿Qué tenía que ver yo con todo esto? Perdón... Pero era mi vida... A cambio de los... humanos y tú... –
Murmuré con esfuerzo. Una de mis manos se alzó y tocó su mejilla, y él cerró los ojos, frotando su mejilla en mi mano, mientras lágrimas de sangre brotaban de sus ojos. —No tienes que hacerte responsable... Además, no iba a permitir que te pasara algo... Te amo, Domi.–
(Las nubes de algodón, suaves, te cubrirán, y la luna, con su brillo, tus sueños guardará. Las hadas cuidarán de tu dulce descansar, en este cuento de ensueño, eterno como el mar.)
(Duerme, mi pequeño, que las hadas están aquí, con sus alas de cristal, te acunan hasta el fin. El viento susurra melodías de amor en este mundo mágico, donde reina el resplandor.)