2654 Words
Dante — Tu ojo está mucho mejor – dijo Lara cuando entró en mi habitación. – Esto te quitará el dolor – señaló una aguja. Solo extendí mi brazo para que metiera la droga en mi sistema. De inmediato sentí como recorría mi sistema, solo la droga me podía mantener en pie. – Te lo tenías bien guardadito y ella miente demasiado bien. — No pasará de nuevo – afirmó, mientras me ponía de pie. – Una vez estuvo bien, dos pasable, pero tres veces sería un error. Ayer solo fue una prueba para que Taylor viera que está en mis redes, así no dudara y me pagara lo que es, Andrea puede hacer lo que quiera de su puta vida ahora. — ¿Es tu excepción médica? Lara no se rendirá tan fácil, desea que esté con ella y no lo niego, es sexy, pero no cruzare esa línea de nuevo, así que sí. Pero sí, Andrea es mi excepción médica, la única en la vida, así de simple. — Es mi excepción – la miró. – Lara entiende, eres una de mis amigas, no quiero sexo contigo. Al menos no ahora – me sonríe. — Soy paciente. — Lo sé. Salimos de mi habitación y veo a los chicos fuera de mi casa, es fácil reunirnos aquí porque vivo lejos de todo el mundo, casi en medio del bosque. Matt me mira con una sonrisa, al fin puedo ver al cabrón. — Buena jugada Dante – dice mirándome. – Taylor cree que ya tienes a la chica en tus redes, incluso planea darte un adelanto por el buen trabajo hecho en dos días – me sonríe. – Aunque no le agrado perder un millón ayer. Taylor siempre pierde todo por ir en mi contra y pronto perderá mucho más. La imagen de Andrea aparece en mi cabeza, tengo que sacarla de ahí, porque perderé el control y no quiero eso. — El idiota apostaba siempre al equivocado – dijo Pablito. – Nuestro guerrero siempre gana. — Aunque hoy sienta que tengo las costillas rotas – digo sentándome en mi pórtico. Alister se acerca con una pipa, seguramente es cristal, la tomó y él empieza a pasar el fuego sobre ella. Producto del bueno, puro y exquisito. Así es la droga que consumo y que me ayuda a soportar estas mierdas. — Te lo ganaste amigo – sonríe Alister. — Nuestro mayor socio vendrá la siguiente semana, Roman Volkov – dijo Matt. – Y si no saben quién es, pues es el socio más grande de Taylor Dixon, acabaremos con él cuando Volkov se una a nosotros. El apellido me suena, sé quién es, pero algo me dice que lo conozco de algún otro sitio. — Volkov tiene petroleras enormes y sus cultivos de droga son famosos – digo mirándolo. – Es billonario el tipo. — ¿Te sientes intimidado? – sonríe Lara. – Tú tienes acciones en petroleras, eres millonario aunque aparentes ser un vagabundo por el lugar donde vives. Sonrió un poco. Soy millonario, pero no soy de lujos extravagantes, casi la mitad de mi dinero va a Damon con una cuenta fantasma. Lo demás está invertido en el legado de mi madre, tengo algunas propiedades y un restaurante que es de mi hermano y mío pero dudo que él lo vea y yo tampoco lo hago. Tengo dinero pero el dinero no me da lo que quiero, lo que necesito, mi hermana, mi paz mental, nada. Así qué estar rodeado de lujos y ambiciones no es lo mío. Matt dejó de explicar cuando llegó Kate en su auto. No tenía buen humor, pero nadie dijo nada al respecto. — Su hija Natalie Volkova será quien se quede para supervisar la asociación, es una niña mimada, pero es una buena hacker. Vendrá con él y dependiendo de cómo sean las cosas, puede que se quede. — Dante puede darle una buena bienvenida – dijo Kate mirándome. – Lo hizo con Andrea, que no lo haga con Natalie. Matt me miró confundido, Pablito y Alister ya se lo veían por como actuó ayer ella. — Te la di a ti también nena – le sonrió. – No es un secreto eso. Dejen a Natalie conmigo, haré que Los Santos sea una maravilla para la chica. No entiendo ni porque me molestó que dijera eso. No sabía quién era Andrea, me gustó, la atracción fue mutua, el deseo, la lujuria. Andrea fue una droga que al probarla me volvió adicto, no me importo que fuera doctora, quería más de ella. Me encantaba, me fascinaba. Pero me estaba involucrando de más, no podía hacerlo. Es solo sexo. Me lo repetí todo el día de ayer, pero con tan solo recordar su aroma, su sabor, quería más y más. Cuando la lleve al Mortal Kombat la vi más de una vez, estaba preocupada, angustiada, fue por verla que me derribaron y cuando escuche su grito, fue lo que me dio fuerzas para matarlo. Andrea es una droga que me estaba consumiendo. Tuve que romperle el corazón para que esto no siguiera, aunque ahora esté molesto por lo que hice, sé que es lo mejor. Andrea y yo debemos mantenernos alejados. Cuando terminamos, todos se comenzaron a ir, pero se quedó Kate y ya me esperaba algo de su parte. — Tu zorra conocía a los hombres del mercado n***o… Si algo me molesta es que hablen así de las mujeres que tengo a mi alrededor. No importa quién lo diga, no dejaré que se refiera así a la mujer impresionante y excitante que conozco. — Kate detente ¿porque la llamas zorra? No es ninguna zorra. — Te acostaste con ella. — Y tú también – la mire. – Fuimos amantes mucho antes de que conocieras a Matt, eso te hace una zorra – no dice nada. – Andrea es una buena persona y lo nuestro acabo, era solo un buen polvo, punto final. ¿Cuando he tenido una relación que inicio con sexo? — Nunca. — Entonces basta con tus comentarios. — Lo siento. — No digas nada y llévame al centro, debo buscar mi motocicleta. Kate me ayudó a subir a su camioneta, sigo jodido con mis golpes. Ayer casi muero por un puto error, pero gane y me posiciono como el mejor. La Bestia. Kate me dejó en la zona residencial, casi todo el mundo me miraba por lo mal que me veo, pero no me importa, llegó a la casa de Andrea y veo mi motocicleta en la cochera, maldición ¿cómo voy a entrar por ella? Sacó mi teléfono y marcó su número, seguramente me mandara a la mierda, pero quiero mi motocicleta… me envía al buzón de voz. — Mierda – susurró. Guardó el teléfono y vuelvo a ver mi motocicleta. Entonces veo que llega su camioneta pero no la veo a ella, sino a un hombre. — ¿Quién eres? – digo cuando lo veo bajar. — Nadie que te importe. — Joder, que humor, estoy buscando a mi novia y tú llegas en su camioneta ¿dónde está? — Seguramente te está poniendo el cuerno con mi jefe – me lanza las llaves. – Suerte. Supongo que es el socio del que me habló Kate. Quiero romperle la cara a alguien, me siento demasiado enojado, pero no entiendo por qué. Solo han sido dos días de sexo no más, pero me molesta que se acueste con alguien más. >> No es nada tuyo > ¿Dónde estás? Dante te necesito. Hasta que respondes idiota ¿dónde has estado? — En orgías y robos ¿qué pasa? – escuchó un suspiró. – Lara ¿qué pasa? — Andrea… Está en el hospital, la golpearon, trate de ubicarte ayer pero no respondías. — Ahora voy. Guardo mi teléfono y conduzco hasta el hospital. Siento la sangre espesa y la furia correr por mi cuerpo. Mataré a quien la haya tocado. Entró al hospital y buscó su habitación, estoy desesperado, pero cuando me topo con Lara saliendo de una habitación me detengo. — ¿Qué pasó? – digo cuando la tengo frente mío. — El socio de Kate, fue quien lo hizo – suspira. – Tuvieron sexo y cuando ella estaba por irse, él la golpeo hasta dejarla inconciente y… — ¿Quién es el socio? — Frank Santoro. Santoro, me suena de algo pero no sé de qué. — Oye, entra a verla, ha estado preguntado por ti. Lara se va y yo camino a su habitación. ¿Qué le diré? ¿Después de lo que hice esa noche? La trate mal porque no la quería cerca… y ahora. Abro un poco la puerta y la veo, tendida en la cama, una máquina que monitorea sus signos vitales, con lo poco que veo, un ojo morado y su labio roto… No puedo ver más. Cierro la puerta con cuidado para que no se de cuenta de que alguien estuvo ahí. Salgo del hospital y subo a mi motocicleta, conduzco hasta casa. Santoro, de algo suena ese apellido. Tomó mi computadora e ingresó a la base de datos de la policía, con un perfil bajó ingreso sin problemas, nadie detecta que he amenazado su red, además que mi hermano es Director del FBI, nada me puede pasar. Tecleo su nombre y enseguida aparecen múltiples cargos, tráfico de drogas, órganos y extorsión. Pero eso no me importa, sino el porque me suena. Frank Santoro… aquí está. Francis Santoro, Cabo Menor de la Marina. Eso es. Estuvo conmigo en la Marina. Por eso me sonaba, lo sacaron dos años antes de que yo me fuera, problemas con droga y prostitutas. Todo un caos. Cuando quiero saber más, algo me detiene, es como si alguien lo tuviera y no quiero adivinar de quién es. El FBI debe tenerlo y solo alguien puede ayudarme. Miré el reloj y son casi las siete de la tarde, si conduzco puedo llegar a la medianoche. Mi teléfono suena y veo otro mensaje de Andrea. >> Dante, ¿estás bien? << — No lo estaré hasta que estés bien nena. Me cambio de ropa, inhalo una línea de polvo de ángel, tomó dinero y me voy. California queda a 5 horas en auto, puedo hacer 3 horas en mi motocicleta. Oh Andrea, solo tú me estás moviendo a ver a mi hermanito. No avisó a nadie, solo me largo, sí quiero hacerlo lo haré cómo se debe.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD