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Andrea >> Nena, pasó por ti en media hora. > Está bien. ************** Maldita resaca… Dios por favor manda un rayo la siguiente vez que beba para apagar los malos recuerdos. Quiero envolverme en mis sábanas y no levantarme en tres días para renacer como Jesus. — Buenos días. Vuelvo a abrir los ojos, sacó la cabeza de las sábanas y veo al tipo de ayer. Mierda. Tiene un vaso con jugo de naranja y un par de pastillas. — Toma esto – me lo da, lo tomó y lo miró. – Tranquila no hicimos nada, te me insinuaste muchas veces, pero no te toque. Vaya no lo pensé, pero ahora me siento como una estúpida. — ¿Cómo me trajiste? — En tu motocicleta, me dijiste que no debían perderla y tranquila está en tu cochera. — No es mi motocicleta, es un idiota – digo bebiendo el jugo de naranja. – Lamento lo de ayer, estaba en un mal momento. — Todos llegamos a estar así, al menos estuve para traerte con bien a tu casa – me sonríe. – Ahora, me tengo que ir, mi turno empieza en veinte minutos. Ahora que lo veo, ya está arreglado para el trabajo. Joder este morenazo es fuego puro. — Gracias de nuevo – digo mirándolo. — No fue nada Andrea – me vuelve a sonreír. – Nos vemos después y no tomes demasiado. Escucho mi puerta cerrarse. Maldición, no debí hacer eso, al menos no tuve sexo con nadie pero me averguenza que un compñaero me haya visto ebria y que me haya puesto de zorra con él. No sé cómo lo veré a la cara de nuevo. Miró el reloj, son las 10:00, tengo que levantarme para conocer a los socios del mercado n***o que Kate conoce. Me doy una ducha y me visto, tomó mis cosas y subo a mi camioneta, paso a comprar un café n***o que lo bebo durante el camino hasta que llegó a la ubicación que me envio. Es de nuevo en el Norte, pero está vez es en el bosque, hay tres autos ahí, bajó de mi camioneta y miró a los cuatro hombres con traje que están ahí. — Doctora Conway, un gusto verla de nuevo. Oh mierda. Si mi día no puede ir peor. Frank Santoro, un Italiano muy sexy con el que tuve algo cuando estuve en Chicago, sabía que él era un mafioso y llegue a atenderlo varias veces así como tener sexo un par de veces. Está casado y yo solo era una chica a la que le gustaba el peligro. — Hola Frank – le sonrió. — Ya se conocen – dice Kate mirándonos. — Algo así – me sonríe Frank. – Conozco a la Doctora, pero no sabía que estaba en este trabajo – me mira. — Es un secreto Frank – le sonrió. – Bueno ¿qué tienes para mí? — Hubo una masacre ayer, queremos que veas los cuerpos y nos orientes en algunas cosas, ¿tienes turno hoy? — Tengo el turno de la noche, pero puedo pedir permiso – suspiró y miró a Kate. – No será necesario que estés aquí Kate, me hago cargo de esto. — Está bien. — Por favor, lleven la camioneta de la Doctora Campbell a su hogar a salvo – dice Frank. – Ella se irá conmigo. Tomó las cosas de mi camioneta, le doy las llaves a uno de sus hombres y subo a la camioneta con él. Ya no sé si es mi mal karma o qué demonios, pero estos días están siendo demasiado para mí.
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