Selene no sabía qué hacer, sus gritos desesperados tenían igual de angustiados a los guardias, que estaban entre ayudar al rey y mantener a los bandidos prisioneros. El atacante había caído nuevamente al suelo, como si estuviera desmayado ante el esfuerzo, sin embargo, no podían confiarse, justo como ya había sucedido. La humedad corrió desde el costado hacía la pierna de Frederick, el dolor fue como brasa caliente, él se llevó una mano a su costado, mientras su vista empezaba a nublarse. ¿Moriría? ¿Era así como terminaría su vida? El dolor le dejó sin aliento, Frederick no quería cerrar los ojos. Luchó para mantenerse despierto, sobre todo, por Selene, pero cada segundo que pasaba, hacía de esa tarea algo imposible. —Frederick —la voz de Selene estaba desgarrada por el dolor y la an