Selene estaba petrificada ante la imagen de los cinco hombres que la tenían rodeada. No reconocía a ninguno, ni tampoco entendía lo que querían de ella, pero lo cierto era, que ahí estaban dispuestos a atacarla. Ella miró a los lados y prefirió arriesgarse, antes de que le hicieran algo, así que, empezó a correr hacia uno de los espacios entre los hombres, lo único malo, fue que eso la alejaba más de la casa de Barón. —No corras, muñequita —dijo uno de los hombres y soltaron una carcajada. Se estaban burlando de ella y fue tarde cuando Selene se dio cuenta de que había caído en su trampa, pues la hicieron alejar más de los guardias y dos hombres más, que ella no había visto antes, salieron a su encuentro, atrapándola con fuerza entre sus brazos. —¡Auxilio! —gritó la joven dama, pero