Las doncellas inclinaron la cabeza en señal de respeto, mientras la mujer que respondió mal, tuvo que morderse la lengua y aceptar el mandato de Selene. —Como usted ordene, mi Lady —susurró con los dientes apretados. Selene miró a las mujeres por un largo momento. —Hay algo más que necesito de ustedes, nadie, que quede claro, nadie puede saber lo que ha ocurrido acá. Tiene terminantemente prohibido hablar, murmurar o mencionar siquiera el nombre del rey —ordenó Selene, ella odiaba sonar prepotente, autoritaria o de la manera que las mujeres quisieran verla, pero la vida de Frederick era más importante que todo. Las doncellas, volvieron a asentir, sin embargo, no todas pudieron quedarse calladas. —La Reina madre tiene que saberlo —protestó la mujer. Selene afiló la mirada, su rostro s