Un pensamiento prohibido la atravesó como una flecha, ahora nacía en su interior el deseo de saber cómo sería un beso semejante, pero en los labios de Henry. Sacudió su cabeza alejando ese pensamiento insano y se fue al baño, para lavar su rostro con un poco de agua, que siempre mantenían las doncellas, lista para ella. ¿En qué locura estaba pensando? Un beso no podía dejarla tan mal, ¿cierto? Ella no era así, no era una mujer que fantaseaba, no era santa, pero tampoco una desvergonzada. Sin embargo…, el beso de Frederick había despertado en ella cosas que jamás pudo imaginar llegar a sentir. Selene golpeó el agua con violencia, mojándose la falta del vestido, pero no se preocupó por pequeñeces, todo lo que deseaba era olvidar lo que esa noche había ocurrido, eso era lo mejor. Nadie de