—Mi Lady, venga a mi lado —pidió el rey, mientras ella terminaba de ayudarlo a acostar sobre la cama. Ya había pedido la asistencia del galeno, así que solo quedaba esperar a que el guardia que lo fue a traer llegara con el hombre. —Su Majestad, me haré en la silla y esperaré —contestó Selene y Frederick frunció el ceño. —La quiero a mi lado, mi Lady —insistió y se regocijó internamente, al ver como las mejillas de su prometida se sonrojaron —. No quiero tener que ordenarlo —advirtió con una sonrisa pícara, que dejó a Selene sin palabras. —El doctor llegará en cualquier momento, Su Majestad —susurró; sin embargo, ya estaba sentándose justo a su lado para satisfacción del rey. Frederick dejó un beso sobre el hombro de Selene, luego recostó su cabeza sobre él y cerró los ojos. Selene