En la sala de estudio.

1674 Words
Una vez que se fue solté el aire por mi boca y me senté. Minutos después me dirigí al coliseo, me senté en las últimas sillas y desde ahí lo contemplé, estaba sentado con una pierna sobre la otra formando el cuatro al lado de otro profesor y su mirada fija en mí. Entre ratos asentía en lo que hablaba el otro profesor y luego volvía a mirarme. Cuando nos tocó volver a las aulas pasé por su costado. Estaba abrazado a ella y sobre el hombro me miró. No entendía como podían permitirle que se hicieran cariños en el instituto, eso era una falta de respeto para nosotros los alumnos y más para mí pobre corazón. Pero si al director no le importaba, menos le iba a importar a los demás licenciados que se encontraban junto a ellos. Antes de girar hacia el pasillo donde quedaba mi salón, regresé a mirar, Adiel estaba sujetado con una mano del poste donde se encontraba recostado y la otra la mantenía colgando, desde ahí se podía notar que era ella quien lo había abrazado. Cuando la mano que le colgaba acarició los cabellos de ella continúe. Inflé mis pulmones y tragué grueso, retuve las ganas de llorar. No merecía mis lágrimas, debía de dejar de llorar por alguien a quien no me amaba y sobre todo que estaba casado. Llegué al aula y recibimos la siguiente hora con normalidad. La siguiente nos tocaba con él, era la materia que peor me iba, pero por salir de este país era capaz de aplicarme en ella. Una vez que la sirena sonó, mi corazón empezó a volverse loco, mientras tanto mi mente le reprendía una y otra vez, trayéndole recuerdos de todos los mimos que Adiel le hacía a su esposa en el colegio. Cuando la puerta se abrió no voltee a ver, continúe observando mis uñas y lo mal que se veían, necesitaba una manicure con suma urgencia. Adiel saludó y se acomodó en su escritorio, inmediatamente mis fosas nasales fueron invadidas por su rico perfume. Solté un suspiro y llevé mis uñas a mi boca, continúe con la mirada fija en el suelo. Cuando alcé la mirada solté una carcajada, lo que Adiel tenía pegado en su cuello me provocó reír hasta sentir ganas de hacer pis. Los demás también reían y más con las bromas que hacían unos compañeros, le vi Adiel arquear una ceja y mirarnos a todos con ojos afilados. —¿Qué? ¿Acaso me vieron la cara de payaso? El silencio inmune perduró en el salón. Yo tapé mi boca y continúe riendo sobre bajo, lo cual acarreó la mirada de Adiel. Por primera vez me había torcido los ojos y aquello detuvo mi sonrisa y la cambié por seriedad. —Quiero los cuadernos sobre la mesa y que cada uno pase al frente a resolver un ejercicio de los que hicieron. Veamos que tan divertido son los problemas matemáticos que envié ayer— Masculló sobre bajo —En orden… pase primero la fila de mi izquierda. Carol se levantó, entregó el cuaderno y se paró frente al pizarrón. Resolvió el ejercicio y así continuaron los demás, en esta vez Adiel solo daba un minuto para que lograrán empezar, quién no resolvía se iba de vuelta al asiento. Fui la última y cuando mi compañero me entregó el marcador, Adiel observó el reloj y comunicó. —No tenemos mas tiempo, deje el cuaderno sobre el escritorio qué empezaremos con la clase… saquen su cuaderno. —Pero solo falto yo—, le escuché sonreír sobre bajo y murmurar. —De todos modos no hará nada. —¿Qué dijo?— Inquirí y alzó su mirada. —Que de todos modos no hará nada— reafirmó mirándome fijamente —El minuto que perderá ahí prefiero aprovecharlo dictando la clase. Todos apoyaron lo que dijo, cuando dirigí la mirada hacia ellos y les torcí los ojos, se callaron. —¿Usted cómo sabe que no haré nada? Suspiró y bajó la mirada, ignoró lo que dije y procedió abrir el libro, aclarando la garganta empezó a dictar el título de la clase. Antes de sentarme recorrí la mirada por todo el salón, vi a unos cuantos sosteniendo las ganas de reír. —No tiene nada de profesional— murmuré sobre bajo, logré acarrear su mirada. —¿Quiere pasar al frente? Pues bien, pase. Tragué gruesa saliva y con sutileza agarré el marcador de su escritorio y caminé hasta el pizarrón. Con la mano temblando escribí el ejercicio que él me dictaba, luego procedí a resolverlo, y me sentí contenta conmigo misma porque pasé toda la tarde practicando estos ejercicios, lo cual me sirvió de mucho. Soltando un suspiro tapé el marcador, caminé hasta él escritorio, mientras tanto Adiel no despegaba la mirada del pizarrón, estaba segura que buscaba él mínimo error para restregarme en la cara que era una burra. Bueno, eso era lo que yo pensaba que haría, no obstante, el profesor Adiel se levantó y empezó aplaudir —¡Excelente! Si ven que cuando uno se lo propone puede, nadie nace para ser vago… mis felicitaciones señorita Bruce, continúe así. Recibir los aplausos de Adiel me hicieron sonrojar, jamás un profesor me había aplaudido en clases, siempre obtuve felicitaciones pero a este nivel no. Las siguientes horas puse más empeño de lo habitual. Necesitaba concentrarme de lleno en los estudios, sacar de mi cabeza Adiel, yo sé que podía lograr olvidarlo y que todo fuera como antes, antes de descubrir que estaba enamorada de él. Llegué a casa y en vez de escribir en mi diario empecé a realizar la tarea que mi profesor Adiel dejó, pasé como dos horas tratando de entender un ejercicio. Luego mamá tocó la puerta y me llamó a comer. —Ma, comí en el instituto. Ahora estoy haciendo unas tareas de mate, y estoy súper ocupada. Tengo mucha tarea. —¿En serio? —Si mamá, guárdala para más tarde— dije y volví la mirada al libro. —Lo intentaré, porque Jack quedó revisando las ollas, y junto a tu profesor seguro se terminarán todo. Me giré de un solo y pregunté—¿El profesor Adiel está aquí? —Si—. Me levanté de un salto y caminé hasta la puerta. —¿Y no que no ibas a bajar porque estabas con mucha tarea? —Mmmm, si pero voy a preguntarle sobre unos ejercicios—, dije regresando por mi cuaderno. Mamá me quedó contemplando y cuando la vi sonreír y ladear la cabeza, me alcé de hombros y corrí.—. Bajé a toda prisa las gradas acarreando la mirada de Adiel. Nos quedamos mirando fijamente, él vestía una bermuda jeans color vais, con una camisa blanca pegada a su cuerpo y de cuello V bordado. Apreté los labios y caminé hasta él. —Profesor, podría ayudarme con un ejercicio. —Si, por supuesto. Volví apretar mis labios y sobre bajo dije —Acompáñeme a la sala de estudio. —Bien, solo respondo este mensaje y luego estoy ahí. Solté un suspiro y caminé a pasos rápido hasta la pequeña sala. Con mucho nervios coloqué el cuaderno sobre el escritorio y me quedé de espaldas con la mirada fija al jardín. Cuando escuché la puerta abrirse inhalé con profundidad y voltee a verlo. Le vi tragar grueso y no entendí por qué, ¿será acaso que también sentía nervios de estar a solas conmigo? Sonreí en mis adentros, eso es algo imposible, porque el profesor Adiel tiene su esposa y es la dueña de su corazón. —¿Qué hace aquí, profesor Adiel? Frunció el ceño y guardó su móvil. —Usted me dijo que necesitaba ayuda con una ejercicio, por eso ingresé. —Si. Pero yo digo aquí en casa… ¿Vino a contarle a mi hermano lo que escuchó? Soltó el aire que parecía haber retenido y caminó hasta mí. —Le di una fecha, y hasta que ese día no llegue no contaré nada. Si estoy aquí es porque saldré a dar una vuelta con Jack, pero al parecer no está listo aún, parece una señorita arreglándose. Sonreí porque tenía razón, mi hermano demoraba una eternidad arreglándose, y peor aún bañándose. —¿De qué se ríe? —De lo que dijo… —¿Lo de señorita?— Asentí y formó una media sonrisa. Soltó un suspiro y vociferó —Quiere que le diga algo—, moví mi cabeza y esperé que hablara —Tiene una hermosa sonrisa. ¡¿Qué?! ¿Qué fue eso? ¿Acaso fue un piropo? Sentí mi rostro enrojecer. Me giré dándole la espalda, suspiré y tomé el cuaderno. —¿Me podría explicar este ejercicio?— le extendí el cuaderno y lo invité a sentarse. Yo me quedé parada mientras le veía revisarlo, luego alzó la mirada y evadí la mía. —¿Quiere sentarse a mi lado? Estando usted allá y yo acá no podré explicarle. Pasé gruesa saliva por mi gaznate, y mis ojos bailaron de un lado a otro. Le vi sonreír y masculló —No voy a comerla señorita Crysthel. Sonreí en mis adentros, porque yo si deseaba que me comiera y devorara con su boca mis labios. Suspirando profundo traquetee mis dedos tras mi falda y me acerqué. Me acomodé a su lado pero a una cierta distancia y con la mirada fija en el cuaderno. Con mi corazón latente le escuché, la realidad es que no estaba entendiendo nada, con la cercanía y la soledad de aquella sala no podía concentrarme. —¿Entendió?— Preguntó al mirarme y negué —No se preocupe, le volveré a explicar. Empezó nuevamente, y en eso la puerta se abrió. —Me dijo Jack que estarían aquí, así que les preparé un refresco—, comentó mamá al colocar la charola sobre la mesa. —¡Muchas gracias! Agradeció Adiel y mi mamá me pegó una mirada extraña. Yo enchiné los ojos y ladeé la cabeza.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD